03. Paulina.

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Silvana abrió la puerta al tercer timbrazo. Creyó que se trataría de Malik, quizás para pedir disculpas por llevar más de una semana haciendo ruido de forma casi constante. Habían pasado diez días desde que se mudó al edificio y solo podía recordar dos noches de paz. Estaba intentando ser tolerante; pero la paciencia tiene un límite.

Sin embargo, no se trataba de Malik. Frente a ella había una joven de diecinueve años a la que conocía por los esporádicos cruces que habían tenido en el ascensor.

—Hola, Paulina ¿cómo estás? Disculpá que demoré en atender. Justo me estaba cambiando para salir a correr.

—Ah, te encontré justo entonces.

—¿Necesitás algo?

—Sí, la verdad es que sí. Necesito que me hagas un gran favor. Estoy intentando localizar a tu vecino, pero no responde.

—Ah... quizás está entrenando. ¿Para qué lo necesitás?

—Tengo que hablar con él muy seriamente, de lo contrario lo voy a denunciar.

—Epa... ¿qué pasó? —Silvana analizó detenidamente a Paulina, era una chica sencilla, pero muy bonita. Por lo general llevaba su cabello castaño atado en una cola de caballo y solía usar ropa deportiva. Ahora mismo tenía puesta una remera sin mangas con un sugerente escote. Los pechos de Paulina son más pequeños que los de Silvana, aunque están muy bien definidos, siempre bien levantados. Y para colmo lleva el ombligo a la vista. El pantalón negro es algo holgado, pero aún así le queda muy bien. Le da un toque juvenil—. ¿Acaso Malik se te insinuó de forma inapropiada?

—No, no... a mí no. A mí mamá...

—¿A tu mamá? —Silvana recordó a Norma, la madre de Paulina. Una mujer... bueno, ¿cómo podría describirla? Si Paulina se puede considerar sencilla pero bonita, su madre se queda solo con el sencilla. Es algo rechoncha, bajita, de cara no está tan mal; pero no es la clase de mujer que atrae miradas, mucho menos cuando está junto a su hija—. ¿Qué fue lo que le dijo a tu mamá?

—Bueno, no estoy del todo segura. Solamente los vi hablando en hall, mi mamá se reía mucho de sus comentarios... y ya vi muchos tipos chamuyando en mi vida como para entender qué era lo que estaba intentando hacer Malik. Y hace poco vi que mi mamá ponía excusas para salir a las ocho o nueve de la noche para "comprar algo y vengo". Tardaba más de una hora. El otro día vi que al salir de casa el ascensor, en lugar de bajar, subió... hasta este piso.

—Quizás vino a charlar con Sonia.

—Mi mamá no se lleva bien con Sonia. No le caen bien las depresivas.

—Sonia no es... —Silvana se quedó a mitad de la frase. Quería defender a su vecina, aunque en el fondo sabía que Paulina tenía razón. Sonia tiene una clara tendencia a deprimirse. La vio llorando en los pasillos más de una vez—. Em... ¿te molesta si vamos bajando mientras me contás el resto?

—Sí, claro. No te quiero robar mucho tiempo.

Entraron en el ascensor, Paulina presionó el piso número siete y Silvana el de la planta baja.

—En fin... debe haber otra explicación para el comportamiento de tu madre.

—No lo creo. Y ella está casada, ¿entendés? Si yo me entero que le está poniendo los cuernos a mi papá con ese tipo, te juro que armo un quilombo inmenso. Lo voy a denunciar.

—Emm... no creo que se pueda denunciar a alguien por tener una aventura. Si Malik no maltrató a tu mamá, no hay muchos motivos para denunciarlo.

—Pero... puede arruinar toda mi familia ¿entendés?

Mi Vecino SuperdotadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora