Silvana estaba lista para una nueva jornada de rutina laboral. Entró al ascensor y a mitad de camino se encontró con Paulina. La chica estaba muy bonita, con el pelo suelto, maquillaje en la cara y un vestido de fiesta sencillo.
—Hola Paulina, qué raro verte tan temprano por acá. ¿Recién te levantás?
—No, no... —la chica soltó una risita—. Todavía no me acuesto. Anoche estuve de fiesta con mi amiga. Y se nos unió Malik, fue increíble.
—¿Malik? Qué raro, anoche no escuché nada.
—Es que no vinimos a casa, fuimos a un hotel.
—¿Tu amiga también? —Preguntó Silvana, con los ojos muy abiertos.
—Sí, ella también vino. Por eso fue todo tan increíble, la pasamos genial.
—Oh... me alegro por ustedes. Está bueno divertirse de vez en cuando.
—¿Y vos? ¿Te estuviste divirtiendo últimamente? Con el vecino que tenés, deberías pasarla muy bien.
—Ya te dije que a mí Malik no me atrae... hasta me da un poco de miedo su... tamaño.
—Sí, sí... ya sé. Es solo que...
—Y hablando de todo esto, nunca más me escribiste. Me habías prometido contarme los nuevos chismes... hasta dijiste que me mandarías fotos. Y no recibí nada de nada.
—Ay... ¿de verdad las querés? No te pasé nada porque creí que te iba a incomodar. Te hablé de las fotos en un momento de calentura y pensé que me habías dicho que sí para no hacerme quedar mal. No pensé que tuvieras genuino interés en verlas.
—Después de la charla que tuvimos, sí que me quedó interés por verlas. Además, creí que algún día nos íbamos a reunir para hacer algo juntas. Charlar, salir a tomar algo... lo que sea, siempre que no involucre "divertirse con Malik", si sabés a lo que me refiero.
Paulina sonrió.
—Qué bueno que tengas interés real, porque me quedé un poquito mal por eso. Sentí que me había comportado como una pajera con vos.
—Solo un poquito; pero eso ayudó a romper el hielo.
—Sí, sí que rompimos el hielo —las dos mujeres se rieron—. Muy bien, te prometo que hoy mismo te actualizo algunos chismes y te mando fotos.
—Muy bien, mandalas cuando quieras, voy a mirarlas atentamente cuando vuelva del trabajo.
—Genial, y... solo para estar segura. ¿Puedo mandarte fotos de lo que sea?
—Mandá lo que quieras. Depende de vos. Yo no te voy a exigir nada, tampoco me voy a escandalizar por nada —a Silvana le tembló un poco el labio al decir esto. No sabía si se estaba metiendo en un lío o no. En realidad no le interesaba ver las fotos porno de Paulina, solo quería tener una buena amiga con la que pudiera hablar de temas tan íntimos como el sexo—. Al contrario, me voy a poner contenta al saber que confiás en mí.
—Ay, genial. Muchas gracias, Silvana. Me va a hacer re bien compartir esto con alguien más —Paulina le dio un beso en la mejilla. Luego se despidieron cuando el ascensor se abrió.
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El teléfono de Silvana estuvo mostrando notificaciones durante las primeras horas de la mañana. Ella las ignoró porque debía concentrarse en su trabajo. Los mensajes de Paulina podían esperar hasta el final de la jornada. Sin embargo, a eso de las diez de la mañana Silvana se encontró con una de esas "horas muertas" que tanto detestaba.
Ella es muy eficiente en su trabajo y la jornada de ocho horas diarias por lo general le alcanza y sobra para realizar todas sus tareas. A veces la carga laboral no es muy alta y termina con más tiempo libre del que le gustaría tener durante su estadía en la oficina. Allí nunca encuentra nada divertido con qué matar los minutos, ni siquiera puede quedarse charlando con algún compañero cerca de la cocina mientras se toma un café, porque eso pone en alerta a sus superiores que no tardan en preguntar por qué está perdiendo el tiempo. Y avisar a alguien que ya no tiene trabajo para hacer es aún peor, porque empiezan a cargarla con el trabajo de los demás.
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Mi Vecino Superdotado
Narrativa generaleSilvana vive sola, tiene novio y ama la rutina. Tiene control sobre su vida hasta que el senegalés Malik se muda al depto contiguo. Ella descubrirá que la vida sexual de Malik es muy activa y los ruidos no la dejarán en paz.