El Honrado

Capítulo 25

El hilo de Energía Maldita que recibió de quienes creían en él era casi inexistente, en el mejor de los casos, tan pequeño que no lo habría notado sin Seis Ojos. Pero estaba allí; Esa parte no se podía negar. ¿Era éste el camino a seguir? ¿Fue este el camino para lograr True Limitless? Después de todo, tener una cantidad limitada de CE era un límite estricto, ¿no? Si podía conseguir suficientes Aeldari para adorarlo, entonces le era posible, en teoría, básicamente nunca quedarse sin CE, incluso si descartaba la Técnica Hueca: Púrpura por docenas.

Eso era... ciertamente algo en lo que pensar.

Aún así, esa idea no le entusiasmaba. Sería una opción de respaldo, suponiendo que no pudiera encontrar una manera de acceder constantemente al Reino Maldito y absorber algunas de sus Energías Malditas ambientales por sí mismo. Bueno, todavía no estaba ni cerca de lograr el primer paso, que era obtener acceso en primer lugar, pero Satoru no fue más que paciente. A decir verdad, ni siquiera lo había probado todavía; entonces, ahí está eso.

En fin, volvamos al presente.

Satoru se volvió hacia el Eldar más cercano. "Disculpen, pero ¿qué es exactamente ese Britheim del que siguen hablando?"

La Eldar, una mujer de pelo blanco, inclinó la cabeza. "Señor Gojo. El Britheim es el salvador profetizado, el que traerá salvación y redención a los Aeldari. Es una vieja profecía, mi señor, incluso antes de la Caída. Se dice que el Britheim reparará un cisma y unirá Todo nuestro pueblo tiene un propósito: la salvación. Pero también se dice que Britheim es un forastero, una voz que no es de los Eldar, sino de una raza diferente: la Voz Exterior, la que trae la salvación, la que lo hará. Llévanos al paraíso."

Ah mierda. Eso no sonó bien, pero sí muy divertido. Ser una figura mesiánica de una raza alienígena (totalmente un accidente de su parte) no había sido su intención en absoluto. Pero bueno, las mejores cosas de la vida solían ser inesperadas, como una fritura extra en el cubo o un niño que se come los dedos e invoca al Rey de las Maldiciones.

Las mejores cosas.

"Es una vieja profecía, mi señor." La mujer Eldar continuó. "Tan viejo que nadie sabe quién fue el profeta. Hubo un tiempo en el que nadie creía en él, un tiempo en que el Britheim era visto como nada más que los desvaríos de un loco."

"Ah, ya veo." Satoru sonrió y se preguntó si esta sería su vida de ahora en adelante. Porque definitivamente hubo un malentendido aquí. No es que planeara corregirlos, por supuesto, porque esto definitivamente fue muy divertido. Pero, la idea de verse cargado por un destino que no fue creado por él molestaba a Satoru, especialmente si era de una profecía de hace millones de años o algo así. De hecho, la sola idea de que alguien, salvo él mismo, tuviera algún control sobre su destino, generaba sentimientos no deseados. Aún así, este debería ser un viaje divertido hasta que atrapó a su pequeño Avatar de Khaine. ¿Seguirían viéndolo entonces como un mesías? Eh, no importa. "Gracias por decírmelo. Pero, ¿crees que soy el Britheim?"

"No lo sé, Señor Gojo", respondió la mujer. "Una parte de mí está desesperada por un salvador, desesperada por alguien o algo que saque a mi gente de la muerte lenta que nos está matando. Y esa parte de mí quiere creer que tú eres el Britheim, el que está destinado a salvar". nosotros. Pero otra parte de mí ha visto la muerte de la esperanza y esa parte de mí duda en creer algo".

"¿Honestamente?" Satoru sonríe. "Probablemente no soy su mesías, pero creo que haré lo mejor que pueda para salvar a tantos de ustedes como pueda".

El proceso de encontrar y borrar la marca en sus almas no fue terriblemente difícil, pero realizarlo, uno por uno, para toda una raza de personas, que pueden contar billones, fue simplemente estúpido. Tenía que haber una manera de realizarlo a mayor escala. Afortunadamente, Satoru conocía bien el Ritual Jujutsu y estaba bastante seguro de que los Aeldari estarían más que dispuestos a ayudarlo a formular uno. Después de todo, querían salvarse ellos mismos.