Había pasado una semana del accidente, Dayla se reusaba a hablar con cualquiera que llegase al departamento, vagaba como alma en pena del mueble a la habitación y de la habitación nuevamente al mueble. Echaba de menos a sus padres y la vida que tenía. Aileen pasaba el piso un par de veces al día a llevar comida y mirar lo que hacía, estaba segura de que tenía que dar reporte de lo que ella hacia diariamente; Piero también pasaba a verla por lo menos una veces al día.
Después del segundo día había caído en una profunda depresión, la mayor parte de las mañanas al despertar, lloraba o se la pasaba vagando por la casa mirando una y otra vez los cuadros que tenía en las paredes; al cuatro día se dedicó a leer las decenas de novelas que tenía en la biblioteca. Su madre como buena psicóloga adoraba leer, tenía colecciones gigantes con las que presumía con sus compañeras de trabajo; ella siempre intentaba atraer a Dayla con cualquier nuevo libro, ya fuera por el mensaje que diera o por estar de moda, pero a la morena le gustaba más pasar el tiempo en con su padre debajo de un auto o limpiando armas, le gustaba armar y desarmar todo tipo de instrumentos.
Sin embargo después de su matrimonio su madre había tomado por hábito enviarle uno o dos libros al mes. Esas habían sido una de las pocas cosas que había podido sacar de donde vivía con Evans; había tenido que comprar una gran biblioteca para poder tenerla todas, muchas de ellas obras no las había leído por lo que comenzó a devorar libros tras libros, necesitaba buscar una manera de sentirse cerca de ella.
Después de una semana estaba leyendo Orgullo y Prejuicio de Jane Austen uno de los primeros libros que le había obsequiado – un clásico – le había dicho en una llamada luego de enviárselo – primera edición, lo he encontrado muy barato, a pesar de que fue publicada en 1813 son pocas chicas que no lo conozcan o lo hayan leído hija – recordaba la emoción de su madre en esas palabras como si se las estuviera diciendo en ese preciso momento.
La puerta fue golpeada un par de veces, luego fue dándola paso una persona la cual la morena no prestó atención, estaba decidida a ignorar a toda persona que llegara, había dejado claro que no quería ver a nadie.
- ¿Qué resulta más extraño? – Al escuchar aquella voz gruesa y a la vez delicada supo al instante quien era – que estés sentaba casi en frente de la puerta y no te pares a abrir o que ésta esté sin seguro, eso es peligroso, un ladrón podría entrar.
La morena volteó a mirar al dueño de la voz sin poderlo creer, Tom estaba en el umbral mirándola con una ceja levantada, junto a él estaba Piero y Alice. Ella miró a sus acompañantes y volvió a fijar los ojos en él, trago grueso dejando el libro a un lado, poniéndose de pie.
- lo siento, no escuché, estaba concentrada en la lectura – dijo aclarándose la garganta, miró a Piero de reojo mirándolo que parecía un poco incómodo pero no decía ni una palabra.
- Lamento que hayamos entrado así Leila – se apresuró a disculparse la chica – Tom giró el pomo y estaba abierto, nos extrañó por eso entramos.
La morena tomó las muletas de un costado del sillón de donde estaba sentada y se puso de pie – a veces se me olvida cerrarla, debo estar más pendiente, pasen.
Los tres entraron a la estancia, Dayla fulmino a Piero con la mirada al pasar por su lado, tenía claro que ella no quería visitas, no entendía como se había atrevido a llevarlos al departamento, se sentía realmente furiosa con él.
Disculpen el desorden – les invito a que se sentaran en los muebles con una sonrisa forzada – es una gran sorpresa esta visita.
Si me imagino que solo esperabas a Richard – dijo Tom secamente. Esas palabras hicieron que Dayla se pusiera fría de golpe y volteó a mirar el chico quien miraba al piso.
Tom y yo pasábamos de casualidad por frente a estos apartamentos y lo vimos en el estacionamiento – intervino a rubia.
dijo que estaba aquí para hacerle un favor a una amiga y había llegado antes; no quiso decir nada más, así que me obligó a sacarlo del auto y a traerlo adentro, dijo que su amiga vivía en este piso pero no estaba, por eso abrí la puerta, y aquí estas tú. eso me hace preguntarme ¿Qué favor una a hacerte éste? ¿Qué se traen ustedes dos?
Dayla miro Piero que seguía con la mirada perdida en el piso, era consciente de que había metido la pata hasta el fondo.
- noche del incidente con Arturo, al salir del bar tuve un accidente - comenzó a decir tranquilamente la morena – estuve sola allí varios días, para mi sorpresa uno de esos días apareció Richard por la puerta – Tom la miraba de forma amenazante, ella estaba poniéndose nerviosa – se ofreció a ayudarme en lo que estuviera a su alcance, con su ayuda fue que pude regresar aquí. Ha pasado una semana del accidente y en estas condiciones ni siquiera he podido ir a ver a mi agente de empleo así que le llamé para ver si podía servirme de transporte, mientras consigo estabilizarme, no tengo familiares ni conocidos en esta ciudad.
- ¿Y qué hacías tú en el hospital? – Piero levantó la cabeza, mirando a Dayla primero y luego a él.
- Dos veces a la semana trabajo como voluntario para llevar comida, asistir a personas necesitadas y llevar regalos a niños – respondió visualizando nuevamente el suelo.
El rostro de Tom se había relajado un poco, sin embargo por el modo que había reaccionado y la manera de hablar, se veía como alguien imponente.
Te lo dije hace un tiempo Tom – se apresuró a decir la rubia – todo debía tener una explicación, pero tú nunca escuchas, siempre buscas la más mínima oportunidad para desconfiar de Richard, lo pones como lo peor y él solo ayuda a los demás.
Tomas quedo mirando a Piero quien se negaba a mirarle a los ojos y luego vio a Dayla quien estaba serena mirándole, entonces se retiró diciéndoles que los vería en el bar. Alise abrazó a su novio pidiéndole disculpa a la morena por el escándalo.
- Lo siento Leila – dijo acariciándole la mejilla a su novio – luego de que Richi y tú se fueran, dos hombres de fuerzas especiales entraron buscando algo, no quisieron dar información de que buscaban e hicieron un desastre, los socios del bar estaban furiosos, se llevaron a varios trabajadores presos, los clientes estaban asustados; y ellos tienen amistad con Tom, entonces él busca culpables y ve cosas donde no las hay, creo que se está volviendo demente, la tiene agarrada con él.
Dayla miró a Piero de reojo que permanecía con la cabeza gacha sin quererla mirar.
- Vamos amor no le prestes atención – volvió a decir la rubia – sé que no te la llevas bien con mi primo, pero sabes que cuando se trata del trabajo se convierte en un insufrible, no le gusta deja mal a sus jefes – el chico no dijo nada entonces esta se dirigió a la morena – ¿me prestas el baño?
- Claro, está allí al final del pasillo.
La chica entró en el baño, cuando Dayla escucho cerrar la puerta de este se volvió a mirar a Piero que seguía aun con la cabeza gacha, entonces dijo – lo siento, perdí el control, no supe que hacer.
- Hiciste un muy mal trabajo soldado – reprendió la morena como si estuviera en el campamento de militares – ese no se supone que es el entrenamiento que se te da.
Los dos voltearon al ver que Aileen entraba por la puerta con su pistola magnum 44 empuñada.
- ¿Qué paso diablos pasó aquí? ¿Por qué la puerta está abierta de par en par? Me llamaron diciendo que había disturbios en el departamento.
- Un pequeño incidente, nada de qué preocuparte – respondió Dayla.
La pelirroja guardó su pistola por la parte lumbar del pantalón – ¿No se suponía que tú ibas a cuidar?
- Espera – intervino la morena - ¿Cómo que te llamaron?
- ¿Quién está sucediendo? – pregunto la rubia apareciendo por el pasillo.
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JURAMENTO una venganza
Teen FictionDayla Martí trata de ser una chica normal, su meta es intentar pasar desapercibida en la pequeña ciudad donde recientemente se mudó, esta joven de tan solo 27 años guarda un secreto que la hace ser el blanco exacto de un grupo de mafiosos, su pasado...