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Ese día luego de pasar por el bar como de costumbre decidió que era hora de buscar un nuevo empleo o perdería la calma. Mientras manejaba pensaba en ese hombre que había visto, el hermano de Tomas, William ¿acaso era él el causante de las desapariciones? Había muchas preguntas y pocas fuentes de respuestas.

Estacionó frente a la agencia de trabajo y bajo de la camioneta, no había ido vestida precisamente para buscar empleo, llevaba un mono deportivo color perla y una camisa manga larga ajustada al cuerpo color azul oscuro, deportivos del mismo color, una riñonera atravesada por el pecho  y una coleta baja, parecía que iba a correr una carrea deportiva.

Bajo de la camioneta y fue a hablar con la representante que regularmente la atendía, al entrar en la oficina la mujer la miró un poco inquieta pero sonriente.

- No diré que es un milagro verte niña, pero puedo decir que te esperaba hace mucho tiempo.

- Buenos días Miriam — respondió al entrar sonriéndole  y sentándose frente a ella en una pequeña en un sillón rosa aterciopelado.
La mujer debía estar pisando casi los cincuenta años, tenía el cabello grueso y forzadamente liso, era bastante extensa de cuerpo con caderas anchas, siempre llevaba exceso de maquillaje y joyas estrafalarias; ese día parecía una cacatúa de plumas azules y sus ojos llevaban una sombra color rojo.
No le había prestado atención lo que había comenzado a decir pero parecía que se estaba quejando.

- Si los días fueran buenos no tendría más de la mitad de mi vida en este mismo lugar, trabajando de lunes a sábado por una miseria de salario, aguantando insultos, amenazas y malos tratos de personas que jamás en mi vida he visto — respondió tosiendo un poco y arreglándose los anteojos redondos y reparados que siempre llevaba — pero es tu día de suerte  un hombre vino buscando a alguien y tengo un trabajito especial para ti — paró un momento mientras escribía en la computadora — si yo tuviera treinta años menos y una buena escultura me hubiera gustado trabajar allí — comentó pegando la cabeza casi del vidrio del monitor — aquí está, listo.

-  ¿De qué trata? — preguntó cautelosa.

Sabía que la mujer era parlanchina e inconforme con su vida, las veces que la había ido a ver había pasado horas quejándose de todo lo que se pudiera ocurrir, esta vez estaba más habladora de lo normal esperaba no pasar tres cuartos de hora escuchándola murmurar todo lo que le molestaba.

- Promotora de venta de autos deportivos – respondió yendo al grano
La morena se la quedó mirando levantando una ceja — ¿promotora? ¿Qué se supone que haga yo allí?

- Posar al lado de los autos niña ¿Qué más hace una promotora? Pero allí no vas a tener ni que hablar, ni mostrarle a los interesados el producto, solo pararte al lado del vehículo;  los hombres compran con la mirada y estoy segura que al pararte junto a un automóvil de lujo, vas a atraer muchas miradas y compradores, uf hasta con una foto que te tomen.

- No me gusta tomarme fotos, ¿podría ver si hay algo más? No importa que trabajo sea, podría ser hasta mesera en un restaurant, pero eso no.

- Muy tarde, ya te enliste, ve esta tarde, así como estás luces perfecta, es más te voy a acompañar ahorita que es mi tiempo libre de almuerzo, el dueño es amigo de una amiga y seguro que nos atiende.

Se levantó se la silla saliendo a duras penas por un pequeño espacio al lado del escritorio metálico, dándole a ella un empujón con sus grandes nalgas al ella intentar pararse lo que provocó que callera sentada nuevamente en el asiento.

- Me temo que no es buena idea Miriam, de verdad, yo prefiero trabajos más simples, algo dónde nadie me vea.

- No seas ridícula niña, eres una chiquilla demasiado hermosa, utilice esa belleza que tiene para generar dinero, estoy segura que te pagaran bien, eres lo que están buscando — la agarró por el brazo tirando de ella comenzó a caminar apresurada — y apúrate que tengo hora y media para el almuerzo, de paso quiero ver si me consigo allí un joven millonario que me quiera mantener.

JURAMENTO una venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora