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Los tres chicos se miraron y luego a la rubia.
- Alise, te presento a Aileen – se apresuró a decir la morena – es mi vecina de la casa de abajo.
- Un gusto –  respondió la rubia mirando a Helen y luego a Dayla –  ¿Qué está sucediendo? ¿A quién tenían que cuidar? ¿Conoces a mi novio?
La pelirroja se quedó viendo a la chica – no, siento, confundí al chico con mi hermano – dijo con voz firme –  se suponía que debería estar aquí haciéndole compañía a la vecina por si necesitaba algo mientras yo estaba en el trabajo, cuando entré lo vi de espalda, discúlpame chico.
Piero asintió como si nada pasara, sin embargo Alise no dejaba de mirar a Helen como si quisiese despellejarla viva.
- ¿Quieres pasar? Justo estaba pensando en decirle a mis amigos para ir a tomar algo, si quieres puedes acompañarnos.
La  tensión que se había producido en el salón se podía cortar con el cuchillo, esto le estaba provocando a la morena una jaqueca intensa.
- Me encantaría, pero no quiero importunarlos, además tengo que llamar a mi tío que se ha ido de viaje, me dijo que te dejara saludos y que le avisara como habías amanecido hoy, sabes que te tiene mucho cariño; de paso le digo las tarugadas que hizo otra vez mi hermano, nunca he creído que se pueda confiar en ese chico. Bueno un gusto conocerles, Alise y… –  quedó mirando al chico.
- Richard – respondió el aclarándose la garganta.
- Un gusto – volvió a decir ésta – y disculpa la confusión.
Dayla la miró, la chica mantenía su cara de póker, sabía hacer ejecutar bien su trabajo –  eres muy dura con tu hermano solo es un chico, seguro tendrá una buena explicación, de todos modos gracias por el apoyo y puedes decirle a tu tío que estoy en perfectas condiciones – Helen tenía una mirada penetrante hacia la morena, ella sabía que no debía salir y no debía confiar en el chico – de todas maneras si te apetece ir luego, te enviaré la dirección.
Luego de que la pelirroja se marchara, y Dayla fuera a alistarse para salir, la rubia la miraba por momentos de manera  inquiridora, examinaba con rigor los movimientos de ella y miraba también de vez en cuando a su novio; era de esperarse, pensaba la morena ella  no era tan tonta como para no darse cuenta, pero no se nombró nada sobre el tema.

Al llegar al bar fueron directamente a la barra, la música sonaba fuerte. Tom les recibió con una sonrisa amplia mientras atendían a los clientes; no había rastro de aquel hombre que había estado en su casa esa misma tarde. Dayla inspecciono el sitio desde el asiento que había tomado en barra, recordaba perfectamente el lugar,  cada detalle desde la primera vez que entró, no se miraba muchos cambios, pero si había notado nada más entrar que las ventanas tenían varios vidrios rotos.
- ¿Qué les gustaría tomar? – les preguntó Tom acercándose a donde estaban.
Alise que continuaba seria desde que habían estado en la casa, hablo por encima de la música –  Voy a subir un momento con Richard – comunico a su primo ásperamente mientras agarraba al muchacho por el brazo y tiraba de él – échale un ojo a Leila  mientras volvemos.
El asintió serio y volteo a mirar a Dayla, quien los había escuchado fijo la mirada en la pista de baile, disimulando que no les había oído, Piero se fue arrastrado por la rubia sin decir nada.
- Cosas de chicos ¿no?
La morena volteó mirando a Tom haciéndose la desentendida – ¿y los chicos? – preguntó volteando a ver dónde ellos habían estado.
- Han subido al estudio – le guiñó el ojo – ¿Qué te gustaría tomar?
- Una piña colada ligera, cubalibre o cualquiera bebida que contenga poco alcohol.
- Bloddy Mary ¿quizá? – dijo con una sonrisa pícara.
- No estaría mal.
- Saliendo – el comenzó a preparar la bebida y miraba a morena de momento – oye Leila he querido hacerte una pregunta desde hace tiempo, pero no sé si te sea imprudente.
- Tú dirás -  respondió ella poniéndose nerviosa a lo que fuera a decir.
-  ¿Qué sucedió ese día que te desmayaste en el baño.
Ella lo miro sintiendo un nudo en la garganta, ¿Qué se suponía que le iba a decir?
>> razona bien lo que vas a decir << – advirtió  la vocecita en su cabeza.
¿Qué quieres saber exactamente?

- ¿cómo acabaste aquí con ese mamarracho persiguiéndote, luego en el hospital y por qué entraron aquí  los militares buscando algo?
- ¿militares? – preguntó ella como si ya alise no le hubiera informado. Él asintió y ella negó con la cabeza –  no tengo idea de que podrían hacer militares aquí. Sobre Arturo pues hace unos meses comencé a trabajar para su empresa, al principio todo parecía normal, sin embargo  después de unas semanas mi jefe quien era que le llevaba la contabilidad se enfermó y yo como su ayudante tuve que suplirlo y entregarle los informes que se hacían semanalmente; él después de unos días comenzó a insinuarse, rosaba conmigo a propósito, trataba de mantener la distancia y le deje claro que no estaba interesada – debía relatar la historia lo más convincente posible – cuando mi jefe volvió parecía que todo había vuelto a la normalidad, pero ese día no fue a trabajar y la secretaria se había ido temprano, estábamos completamente solos en el piso, fui por un café a la sala de descanso y él intentó aprovecharse de eso, dijo que sería con o mi consentimiento, si ponía resistencia sería peor; en mi desesperación lo golpee y corrí, gritaba que me mataría, pasaba por el frente aterrada, me desvié y entré – se pasó la mano por la cara limpiándose una lagrima que había soltado, había alterado un poco la historia pero no dejaba de sentirse ansiosa al recordar la cara de aquel hombre.
Tomas que la miraba asombrado – ¿y el accidente?
- Al salir para ir al departamento una camioneta impactó con mi auto, según los de transito el conductor que se dio a la fuga, quizá un borracho, no lo sé, cuando me interrogaron en el hospital, dijeron que no sabía quién había causado el accidente; estoy a la espera de que me den alguna respuesta.
- Excelente servicio por parte de los que se supone que deben darnos seguridad ¿verdad?  – Dijo dándole una linda sonrisa – lamento que hayas tenido que pasar por todas esas cosas en un solo día.
- Cosas que pasa, muchos no tenemos la suerte de nuestro lado – respondió ella devolviéndole una sonrisa triste.
Así pasaron gran parte de la noche, entre charla y charla mientras él atendía a los clientes que llegaban. Dayla trataba de convencer cada vez más a Tomás que ella no tenía nada que ver con la intromisión de los militares, aunque estaba casi segura de que aquel acto había sido obra de Miguel pero ¿Qué estaba buscando?

Era media noche y Alise y Piero seguían sin aparecer, miraba hacia las escaleras por donde se habían ido cuando escucho la voz de Tom.
- Supongo que no tienes pensado volver a trabajar para el botarate ese.
- Solo en pensar que me lo puedo encontrar en la calle me da pavor, ni siquiera he mandado a buscar mis pertenencias a la oficina, debo ir a las oficinas de empleo a ver si me pueden insertar en algún otro lugar ya que tengo contrato exclusivo por un año, si no, pues, ya veremos.

Él la miraba con devoción mientras le sonreía con ternura  – eres una chica Valente, no muchas han podido saberse de ese estorbo de la vida– Dayla se encogió los hombros – ¿te gustaría trabajar para mí?

JURAMENTO una venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora