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Al terminar la jornada el encargado del concesionario se acercó a ella dándole un sobre con una exuberante cantidad de dólares en efectivo.

- Este es tu pago, tuviste una excelente labor – le dijo mientras examinaba el iPhone  que tenía en la mano y texteaba –  nos vemos mañana, la hora de llegada es a las ocho de la mañana para salir a esta hora.

Ella miró el reloj que traía en la muñeca, era las apenas las veintiún horas, había estado allí solo seis horas, se sintió desorientada, aquello debía tener algo de fondo, su sentido común le decía que debía haber algo detrás de aquello, a nadie le pagaban esa cantidad por un día de trabajo.

- ¿Tiene algún problema señorita?  ¿No está de acuerdo con la hora?– preguntó al ver que ella tenía la mirada perdida.

- No, para nada, está bien, aquí estaré.
El hombre acertó su respuesta y se retiró dejándola en el portón de la entrada. A pesar de que no había hecho no más que sonreírle a las personas que llegaban al lugar, el estar parte de la mañana y toda la tarde de pie la había dejado cansada, se fue al departamento, el cansancio no le permitía pensar bien. Al llegar al lugar y subir al piso escuchó el sonido de la televisión prendida con un volumen lo suficientemente alto para que se escuchaba afuera; se quedó unos minutos en la entrada sin abrir la puerta, ella no la había dejado el aparato encendido.

Agotada pensó que quizá fuera Miguel que estuviera allí metiendo las narices donde no lo llamara, también podrían ser Aileen o Piero, el cansancio de tener tantos días sin dormir bien le estaban pasando factura; por su cabeza también paso la idea de que fuera alguien más, esa persona que no había podido ver y que no dejaba ningún rastro visible pero ella sabía que había estado allí porque dejaba un olor en particular en la sala. Allí en la puerta deliberó, tenía dos opciones, bajar a la planta baja y escalar por las ventanas de los vecinos hasta llegar a la suya y sorprender a quien estuviera adentro o irse y no regresar hasta saber quién estaba adentro, el cansancio le decía que utilizara la segunda opción pero antes de que pudiera dar la vuelta para retirarse la puerta se abrió dejando ver a Tomas, vestido de negro tan elegante como siempre. Dayla lo miraba atónita.

- ¿Qué, no he alegras de verme? — la tomó por la cintura atrayéndola a si e uniendo sus labios con los de ella.

Al despegarse la hizo pasar al departamento tomándola de la mano, en la mesa del comedor había lo que parecía una cena e incluso había un candelabro en medio de ésta, aunque las velas estaban apagadas, se veía romántico. Ella se quedó parada a mitad de la estancia mirando la mesa y luego a él.

- ¿Dónde estuviste todos estos días? Te llamé muchas veces y a Adriana.

- Tuvimos algunos problemas familiares, luego tuve que salir por trabajo  los jefes me necesitaban fuera, olvidé el cargador del teléfono se me hizo imposible llamar, pero pensé en ti en cada momento, no veía la hora de poder verte de nuevo.

La atrajo nuevamente hacia él pegando su cuerpo con el de ella y acariciándole el rostro y dándole un pequeño beso, aquella excusa era poco placentera para ella, quería respuestas de verdad.

- He encontrado un nuevo empleo — soltó ella mientras le miraba a los ojos cortando el beso.

- ¿Si? – Le miró alejándose un poco – creo que no tendré problemas si es un mejor lugar – se acercó nuevamente a ella acariciándole el labio inferior con la yema del pulgar.

- Es un concesionario en la avenida principal, hay muchos autos de lujos, no sé exactamente qué hago pero creo que me estaban buscando a mí.

Al pronunciar las últimas palabras, él se despegó de ella poniéndose de pie, se dio la vuelta parándose la mano con el cabello. No había sido en parte mentira lo que le había dicho, no estaba segura de que fuera así pero quería ver su expresión, le quedo mirando este volteo a verla dándole una sonrisa.

- ¿Sucede algo? – ella lo miraba inquiridoramente, quería indagar todo lo que Tomas escondiese.

- No, pero creo que no deberías estar exhibiéndote, eres muy hermosa y ya tuvimos un inconveniente con tu antiguo jefe, no quiero tener que protegerte de otro idiota que quiera hacerte daño— le dio un pequeño beso en la frente – no estoy seguro de cuánto te gusten los canelones rellenos con boloñesa, pero he pedidos estos con salsa blanca al estilo inglés para cenar, espero que te guste.
Estaba tan ensimismada en todo lo que estaba sucediendo que había pasado por alto a su antiguo y psicótico jefe, estaba en un punto donde no sabía ni que pensar, todos parecían ser enemigos. Ambos se sentaron a comer en silencio, ella apenas pudo probar bocado tenía la mente tan distraída que había perdido el apetito, el por otro lado se la había comido toda en minutos.
Mientras pasaba el dedo por el borde del plato una y otra vez no se había fijado que él la estaba mirando – ¿te dije que te vez hermosa vestida de esa manera? no puedo dejar de verte — le sonreí con picardía.

- Pero si estoy hecha un desastre, debería ir a bañarme — respondió ella.

-Si no te importa, me gustaría hacerlo contigo.

Dayla se lo quedó mirando a los ojos, algunos gestos de aquel chico le hacía recordar a Evans, esperaba equivocarse, necesitaba aclarar la mente así que respondió — gracias por la oferta pero esta vez lo haré sola, para la próxima con gusto.

No iba a negar que Tomas le atraía muchísimo, pero debía andarse con cuidado, con todo lo que estaba sucediendo y como estaba sucediendo la mejor opción era ir con cautela. Se levantó para irse al baño dándose cuenta de que el la seguía con la mirada, al terminar de ducharse fue a buscarle pero este no estaba por ningún lado.

Despertó pasada la madrugada al escuchar un fuerte sonido en el salón; pego un salto tomando precipitadamente una nueve milímetros que guardaba debajo de la mesita de noche al lado de la cama,  salió sigilosamente por el pasillo hacia la estancia, la puerta del departamento estaba abierta y en el suelo de divisaba un bulto, aún estaba oscuro así que tanteo en la pared con una mano el interruptor mientras que con la otra apuntaba lo que fuera que estuviese en el suelo. Al encenderse la luz quedo pasmada era una persona, se acercó un poco más distinguiendo de quien se trataba, no podía creer lo que veía ¿Era posible? Parecía que estaba desmayado, se acercó a él volteándolo con sumo cuidado.

Tenía la cara entre rojiza y purpura, su ojo derecho estaba tan hinchado que parecía una bola de  golf, su ropa estaba también manchada de sangre; agachada frente a él, le miró respirar, lo hacía de manera lenta, como si le costara, bajó la vista hasta sus muñecas, estaban completamente enrojecidas, seguramente había estado atado. Intento moverse haciendo una mueca de dolor, se colocó de lado haciendo una arcada, ella que hasta ahora no lo había tocado se apresuró a tornarle por la nuca para ayudarle, este abrió los ojos alarmado, quedo mirando a la morena con alivio.

- ¿Quién te ha hecho esto?

El chico la miraba desmejorado, se volvió a desmayar; estuvo mirándolo hasta que su sentido auditivo la hizo voltear al escuchar las pisadas que se alejaban, se levantó tomando la pistola, salió al pasillo mirando la sombra que se alejaba bajando rápidamente las escaleras, corrió hacia el mientras le apuntaba, pero este al llegar al estacionamiento se montó en una moto y comenzó a acelerar, ella apunto y disparó tres veces, el sujeto en la motocicleta se tambaleó, una de las balas le impactó en el brazo, pero aun así aceleró más y salió de la calle.

Volvió al salón mirando a Piero quien seguía desmayado aquella situación iba de mal en peor, estaba completamente segura que al sujeto que había perseguido eta el hermano de Tomas ¿acaso él había hecho eso?

- Qué mier…

Volteo al escuchar la mirando hacia la puerta, allí estaba Tomas, entró al departamento pasando por su lado quedando frente al chico que yacía en el suelo.

JURAMENTO una venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora