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- ¿Qué diablos le pasó? – la miro buscando en ella alguna explicación.
Elle ignoró la pregunta que le había hecho — ¿Dónde has estado? Te fuiste sin decir nada — Pregunto ella mirando el reloj de la estancia que daba las cinco y treinta de la mañana.

- Me han llamado del bar, Alise estaba alterada, había un intruso en la casa — respondió agachándose al lado del chico — te dije cuando estabas en el baño, también te he dejado múltiples mensajes en el móvil y te hice varias llamadas al ver que no respondías me preocupe y vine lo más pronto que pude dejar a Al tranquila, se pone muy nerviosa.

Se sintió estúpida al escuchar la respuesta, estaba tan desacostumbrada a mirar su teléfono que olvidaba que otras personas si lo hacían – lo siento, no he revisado el teléfono – respondió apenada.

Él le hizo seña con la cabeza dándole a entender que no importaba, no era la primera vez, sabía que no lo revisaba con regularidad. Le papo los signos al chico en el cuello para verificar la los latidos cardiacos - ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Cómo llegó aquí?

Ella le contó lo que había sucedido esta vez sin omitir nada, estaba segura de que ese hombre que había visto era William Danley. Tomas por su parte durante todo el relato permanecía callado, miraba a Piero en el suelo de la estancia y  de momento a la chica.

- ¿Tienes alguna idea de quien sea ese sujeto?

Claro que sabía – no – respondió agachándose para quedar ella también junto al chico desmayado – pero estoy segura que es el mismo hombre con quien choque a la salida del bar el otro día, Alise se alteró el verle, ella debe saber quién es.

El rostro de Tomas se transformó más de lo que ya lo tenía, se veía más oscuro y desafiante.

- Tom me parece que deberíamos llevarlo al hospital.

Él permaneció con la vista clavada en el chico, ella no sabía si le había escuchado o no. Ambos centraron la vista en el rostro del chico que acababa de abrir los ojos, al mirar a Tomas se impresionó a tal manera que comenzó a toser, Dayla se apresuró a darle unos golpecitos en la espalda mientras le ayudaba a sentarse.

- ¿Quién te ha hecho esto? – le dijo con dulzura ella mientras pasaba la mano de arriba hacia abajo para que expulsase cualquier cosa que tuviera ahogándole.

El miró a Tomas quien lo veía fijamente y se dejó caer en los brazos de la morena, estaba sin fuerzas, respiraba muy lento y hacia muecas de dolor cuando inhalaba.

- Yo tengo una idea de quien lo hizo  – arguyó echando la cabeza a un lado y luego al otro lado.

Ahora el chico y Dayla lo miraban a él. El chico se llevó las manos al pecho arqueándose un poco para contenerse al toser.

- Será mejor que lo  llevemos al hospital Tom — volvió a insistir la morena — ¿crees que puedas caminar? — le preguntó al chico quien así tío en silencio intentándose poner de pie.

- Lo llevaremos a la casa de Al.

- Tom pero… - comenzó a quejarse.

- Confía en mi Leila, te lo explicaré todo.

El conducía a toda velocidad mientras hablaba por teléfono con su prima indicándole lo que debía hacer, Piero estaba recostado en el asiento trasero casi inconsciente, entre Tomas y ella lo habían sacado del apartamento, apenas podía ni levantarse mucho menos caminar, eso le hacía preguntarse a ella ¿Cómo había el llegado hasta allí?

- Repíteme otra vez ¿Cómo fue que entro en el departamento?

- No lo sé, escuché el ruido y cuando salí de la habitación estaba en el suelo.

- Tenías la puerta abierta ¿no es cierto? – estabas más enojado que preocupado.

Llegaron al destino, la rubia los esperaba en la entrada con lágrimas en los ojos, parecía no haber podido dormir por días,  Tom la había llamado diciéndole que irían para allá; le ayudo a Piero a entrar a la casa y a recostarse en una de las habitaciones. El doctor que no tardó en llegar, Tomas acompaño al hombre a la habitación, Alise prefirió quedarse fuera y la morena se quedó haciéndole compañía.

La chica lloraba en silencio – Esto fue mi culpa, yo lo dejé encargado del bar – decía mientras se limpiaba las lágrimas –  debí informarle a la policía, Tom dijo que se haría cargo, mira como estaba, pobre de él.

                               ****

- Sufrió muchos heridas – les informó el hombre fuera de la habitación una vez revisado – los traumas indican que fue torturado, tiene severas contusiones en costillas y cabeza, es muy probable que al despertar no recuerde nada de lo sucedido, por ahora lo mejor será dejarle que descanse, le he aplicado analgésicos, sin embargo les sugiero que cuando despierte lo lleven a mi clínica, hay que descartar alguna lesión intracraneal.

Alise rompió a llorar nuevamente mientras abrazaba a la morena, ésta le daba palmaditas en la espalda sintiéndose incomoda sin saber qué hacer. Una vez el doctor se retiró y ella estuvo sosegada, entró en la habitación pata estar con él.
Dayla y Tomas quedaron en la estancia mirándose en silencio.

- Debimos llevarlo al hospital o a una clínica, aquí no podremos ayudarle.

- Sé que dije que te lo explicaría, créeme que el no llevarlo tiene una razón – comenzó a decir – solo temo que cuando te lo cuente te alejes de mí.

Esta vez no se iba a negar, necesitaba saber que estaba sucediendo, le quedo mirando, expresión demostraba tristeza - Sea lo que sea te apoyaré, tú lo hiciste aquella vez conmigo sin conocerme, estaría mal de mi parte salir corriendo cuando tu estés en problemas.

Ella sabía que él era consciente de lo que sucedía en el bar, quizá también fuera parte de ello, sin embargo así como él la había ayudado en el momento en que su antiguo jefe había querido acabar con ella y en esta oportunidad quería devolverle el favor y si estaba en sus manos, no le importaba que tipo de persona fuera, se sentía en deuda.

Él le dio las gracias tomándole la mano, ella que le había estado mirando a los ojos apartó la vista mirando sus pies dándose cuenta la ropa que llevaba puesta, traía un mono afelpado color rosa de estampado de ositos, una camisa de tiros del mismo color pero no era a juego con el pantalón, sintió vergüenza de estar vestida de aquel modo, con todo el ajetreo se había olvidado que llevaba ropa de dormir.

Tom la miró de arriba abajo, su cara de preocupación  cambió a una sonrisa pícara — me gustan esos pantalones de osito, parece que vienes de una pijamada de adolescentes — tras el comentario ella no evitó sonrojarse, él la atrajo hacia ella dándole un pequeño beso.

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⏰ Última actualización: May 26 ⏰

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