Viajaba tan rápido como podía siguiendo el límite de velocidad, no quería saltarse ninguna ley, aunque si seguía así no le daría tiempo llegar; la pantalla se iluminó con la cara de aquel hombre, era la segunda llamada sin contestar, paró en el primer supermercado que vio, bajo del auto, tomó un carrito y comenzó a meter al azar todo lo que veía, necesitaba que pareciera que llevaba ratos allí, el teléfono volvió a sonar.
- Dime
- ¿Dónde estás metida? Te he buscado por todos los pasillos del Market y no te veo ¿Por qué no contestabas?— parecía estar enojado.
- Estoy haciendo las compras ¿Cuál es el problema? — Trataba de parecer normal — estoy en el mismo lugar desde la llamada anterior, en el pasillo tres.
- ¿En qué establecimiento estás? Las compras las haces en el abasto Alpe y aquí no estas.
- ¿Disculpa? – Se estaba enojando ahora ella – sabía que me tenías vigilada pero esto es demasiado, no estoy en el Alpe, vine a un sitio llamado Makro, es más grande y hay mayor variedad en carnes y en mercadería en general.
- Espérame allí, voy para allá – finalizó la llamada antes de dejar que ella protestara.
Trataba de estar tranquila sin embargo estaba comenzando a hiperventilar, se sentía presionada, se había prometido dejar todo aquello atrás para evitar preguntas y buscar lo que ella había llamado paz mental, pero sabía que no la conseguiría hasta hacerle frente a todo aquello, aunque solo con pensar en revivir aquellos recuerdos, la hacían querer abandonar todo.
Miguel no tardó en llegar, ella estaba mirando las hortalizas cuando él se acercó.
— ¿te dignarás a comer sano? — dijo parándose junto a ella — te aconsejaría que comas brócoli tiene grandes fuentes de provitamina A y C, ácido fólico, hierro, antioxidantes, te vendrá bien.
Ella agarró quitándole el racimo que tenía en las manos y metiéndolo en el carrito — además de potasio y quercinita que actúa como antinflamatorio, sí, yo también se las propiedades – dijo en señal de aprobación – sabes se me antojan unos a la fritura sazonados con salsa de ajo, soya y de ostras, con suficiente pan rallado y huevo, cuando los haga te invito.
El hombre la quedó mirando negando con la cabeza en señal de desaprobación, sabía que lo estaba haciendo simplemente para llevarle la contraria, ya que a él le gustaba comer sano y sin aditivos.
- ¿Por qué tanto enlatados? – Dijo mirando el carrito – ¿Piensas ir de viaje o algo de lo que me deba enterar?
- Me gusta tener mi reservas en casa – respondió alejándose un poco de él – nunca se sabe cuándo se puedan necesitar.
Empujó en carrito a la sección de vinos, no era habitual de ella beber, pero siempre citaba a su padre – para bien o mal, es bueno tener una en casa.
- Dayla – ella volteó a mirarle - ¿De dónde has sacado ese Jumper?
Ella bajó la vista mirando el overol que llevaba, no podía equivocarse — la compré hace días en una tienda de baratijas, quería probar cosas nuevas.
- Los empleados de limpieza de la estación llevan unos iguales en horas de trabajo.
- Válgame Dios, me has descubierto, trabajo como personal de limpieza allí, necesitaba un empleo extra.
- ¿Tan mal te ha ido dónde estás?
- Estoy bien donde estoy, creo que a eso lo llaman sarcasmo — metiendo dos botellas de tinto en el carrito y siguió avanzando — y con todo esto ¿cuál era la insistencia por saber dónde estaba?
Salió del área de las bebidas alcohólicas para ir a las neveras a mirar los yogures.
- El chico este... Tu amigo, Hayden.
- ¿Qué sucede con él?
- Hace – miró el reloj de su muñeca – casi una hora me reportaron que unos hombres encapuchados entraron al bar donde trabajas, temprano mis hombres vieron disturbios y los mande a vigilar, me informaron que el chico salió un su auto, lo estaban persiguiendo, lo perdieron a la distancia, también me informaron que Helen salió del sistema, los localizadores de ambos están apagados; tan pronto me dijeron fui a buscarte a tu piso y el televisor estaba prendido con una taza de té en la mesita, pensé que algo te había pasado.
Alguien había estado en su casa, no era la primera vez ella lo había sentido y ahora eso lo confirmaba, sigo caminando como si no se tratase de nada.
- A veces lo dejo así, para que haya ruido dentro del departamento.
No sabía si estaba haciendo mal a no decirle la verdad, pero en ese momento no sabía en quien confiar.
El hombre dudo pero la siguió quedando junto a ella – una cosa más – habló casi en susurro – un informante me aseguró que Evans se está escondiendo en esta ciudad – ella paró volteando a mirarle, el corazón le palpitaba desbocadamente – ¿tú no estarás…?
- ¿Por qué crees que albergaría en mi departamento a alguien que quiso matarme? – Le interrumpió, no quería que se le notase pero estaba asustada – dudo que ese hombre este por aquí, debe estar por Europa tomándose unas cervezas en una playa y ustedes buscando cosas donde no las hay. Además si hubiera alguien en el departamento casa cien por ciento segura que tus esbirros que tienes todo el día vigilándome te lo hubieran informado.
Caminó hacia las cajas de facturación, él la siguió sin decir nada más, en la salida se ofreció llevarla, sin embargo lo llamaron de la estación que había pasado un contratiempo y lo necesitaban, así que ella respondió que no se preocupara que podía ir perfectamente sola. De cierta manera agradecía su preocupación, pero odiaba tener que escuchar constantemente de su boca el nombre de la persona que deseaba con tanto empeño en olvidar.
Al llegar al departamento sintió temor antes de abrir la puerta; Miguel le había prometido ir a verla luego de solucionar lo que fuera que había sucedido. Allí estaba ella con sus bolsas de compra y la llave introducida en la cerradura indecisa de si debía abrir o no, Abrió la puerta e ingresó al lugar mirando hacia todos lados, todo parecía estar tal como lo había dejado, dejó las bolsas en la mesa de la entrada y fue a mirar por la ventana, efectivamente el televisor estaba encendido en CNN en español, miro hacia abajo, no había más que un hombre que parecía hablar por teléfono, lo reconocía bien, era uno de los tantos que vigilaban el departamento. Volvió mirando en el mueble el libro que estaba en la mesita mas no había taza de té.
Decidió dejar por el momento las cosas tal como estaban, fue a la cocina a organizar las compras, necesitaba mantener la calma, la vocecita en su cabeza le decía “una cosa a la vez”, mientras ordenaba lo que había llevado, inspeccionaba lo todo a su alrededor, además de la tetera que siempre tenía encima de la estufa no parecía haber algún que otro cambio, si había estado alguien allí, era muy meticuloso. Luego de terminar de ordenar necesitaba salir de dudas, tomó el teléfono marcando el número de Piero, quien inmediatamente dijo que no podía ser localizado, intento con Alise, salía ocupado, finalmente con Tom y la enviaba al buzón de mensaje; eso no estaba bien, todos no podían haber desaparecido el mismo día, su mente comenzaba a dar vueltas y vueltas.
- Una cosa a la vez – volvió a recordar.
Ya se encargaría de eso más tarde. De cierta manera odiaba y amaba que su subconsciente trabajará mejor que su cerebro, estaba comenzando a sentirse con la garganta seca y las manos temblorosas, creía que habían tantas cosas sin respuesta que aquello se le estaba saliendo de control, minó hacia la nevera con la intensión de tomarse un ansiolítico, pero desistió a la idea, necesitaba ponerse a trabajar, había mucho por hacer y necesitaba estar a toda su capacidad.
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JURAMENTO una venganza
Teen FictionDayla Martí trata de ser una chica normal, su meta es intentar pasar desapercibida en la pequeña ciudad donde recientemente se mudó, esta joven de tan solo 27 años guarda un secreto que la hace ser el blanco exacto de un grupo de mafiosos, su pasado...