Prologo

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-Becky —me llamó Freen y yo suspiré. Su voz me tentaba, por supuesto, pero me había cansado de la situación.

Agradecía con el alma tener esta pesada caja entre mis manos, así creaba una barrera entre nuestros cuerpos. El mío vibraba todavía ante ella, pero el suyo lo hacía con esa buena mujer y lo entendía.

Nunca le diría sobre el hijo que estaba esperando, no podría arruinarles la vida de esa forma cuando estaban por casarse, a punto de ver su amor triunfar.

- ¿Que?

- ¿Por qué renuncias a la empresa? -cuestionó con voz temblorosa.

-Porque me ofrecieron trabajo en otro lugar -contesté.

—Pero aquí te pago bien, no lo entiendo.

—Pues me quiero ir, ¿acaso no tengo derecho? -Gruñí.

- ¿Esto es porque me casaré con Kanya? —preguntó sin rodeos y yo me giré para mirarla.

-Sí, Sarocha -confesé—. Cometí el error de enamorarme de ti, pese a que tú me anunciaste que solo era tu puta, que no llegaríamos a nada más.

—Becky, yo...

—No, no te quiero escuchar. Sé bien lo que me dirás, que lo nuestro fue un juego, que la amas a ella. Lo sé bien, por eso acabamos con esto, quieres serle fiel.

—Lo siento -se disculpó avergonzada. Ya no se parecía en nada a aquella mujer tan arrogante y fría que había conocido y que me hizo su amante en turno.

Kanya la había sensibilizado con su amor, no cabía duda. Y me alegraba por ello en cierta parte, aunque también ardía de celos por nunca haber podido conquistarla.

«Maldita sea la hora en que sentí algo más, no debí, no debí», me lamenté

- ¿Por qué te disculpas? -cuestioné extrañada-. Nunca te importaron los sentimientos de ningún amante.

—Me importan los tuyos, no entiendo por qué, pero me importan... ¿Vas a irte con esa imbécil?, ¿con mi competencia?, ¿es en serio?

-Sí, estoy en mi derecho —respondí con dignidad. Volví a girarme en dirección a las puertas del ascensor, y entre en este cuando se abrió.

-Espero que me recuerdes cuando la tengas entre tus piernas -dijo furiosa y yo ahogué un grito.

- Que...?

Freen corrió hacia el ascensor y me arrebató la caja, para luego tirarla al suelo. Me tomó por la cintura y me arrinconó en la esquina.

—Fre...

No pude pronunciar su nombre, ya que estrelló sus labios contra los míos. Mi cuerpo comenzó a sentirse debilitado y correspondí con la misma intensidad, también dejé que ella subiera mi pierna para rodear su cintura.

—No te vayas, maldita sea, no te vayas -masculló frenando el beso.

— ¿Por qué?

—Porque no quiero que alguien mas te toque —espeto mientras me restregaba su potente erección.

-Eres una mierda -dije con desprecio, pero siendo incapaz de apartarme. Mi pecho subía y bajaba de manera violenta al igual que el de ella.

—Puede ser, pero soy la mierda que te encanta.

-Una mierda a la que le voy a perder el gusto, señora Chankimha -Sonreí de manera cínica, comprendiendo en ese instante lo que Freen estaba sintiendo.

Sus ojos no mentían, eran demasiado expresivos cuando una emoción la dominaba y estaba claro que moría de celos, que me quería a mí.

No sabía cómo había ocurrido, pero esta imbécil se había enamorado. Deseaba reírme, pero no lo hice.

-Eso nunca sucederá, preciosa, me quieres a mí —replicó con arrogancia y sujetándome por la barbilla.

—Eso ya lo veremos, señora —respondí y la empujé para alejarla—. Que le vaya bien en su vida, espero que su boda y su matrimonio sean perfectos.

-Rebecca...

-Adiós, señora Chankimha.


                                                                                               [=]


—Vas a regresar a mi lado, lo quieras o no -soltó cuando le contesté la llamada-. Acabo de cancelar todo, no me caso, pero te quiero de vuelta. Eres mía, Rebecca. Te prohíbo seguir alejada.

—Usted me alejó, señora Chankimha -dije con tono inocente y riéndome para mis adentros-. Así que olvídelo. Voy a continuar mi vida y voy a disfrutarla lejos de usted.

-No, haré todo lo posible por tenerte otra vez -amenazó-. Estás advertida.

Cuando colgó miré mi incipiente barriga y una sonrisa se dibujó en mis labios.

-No nos tendrá tan fácil, pequeñín -le aseguré a mi retoño—. La haremos sufrir un poco, darle una cucharada de su propio chocolate. Vamos a castigar a mamá.

Castigando a mamá | FreenBecky G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora