35. Encontrar lugar seguro

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 —Yeosang ¿¡Por qué entraste en esa casa!?

— ¿Te mordió? Espero que sí.

—No podría. Ya tiene a su hijo de Omega—desmerita la Sra. Kang. Yeosang tirita, viendo borroso y con más frío que nunca. En cada parte de su cuerpo, excepto su mano y su cara, que aún tienen la terrible memoria inconsciente de lo que tocó allá—. ¿Dónde más te tocó? ¿Te hizo algo más? —Niega con la cabeza, sin voz en lo absoluto—. Bien... bien. En unos días el olor se irá. Es lo que importa.

—Habría sido mejor que lo mordiera. Así no tendría más remedio que seguir de nuestro lado. —queja el Sr. Kang.

—Ya lo tenemos mientras no digamos nada de su puta nueva—refunfuña la Sra. Kang—. Necesitamos más ayuda. Para eso está Yeosang—Lo toma de los hombros—. No vuelvas allá. No quiero más problemas como este... ¡Ningún Alpha querrá un Omega usado! Y menos a un Omega que habla con otro así de asqueroso. No vuelvas a hablar con él.

Sus padres saben todo.

A ellos no les importa.

A su hermano tampoco le importa.

Yeosang quiere que sea como antes de que Wonyeong muriera.

Así como dijeron, no tuvo permiso de salir y en todo ese tiempo, encerrado en su habitación, no hizo más que llorar y esconderse, con miedo de que ese monstruo viniera por él.

• ∆ • ∆ • ∆

—Oh...

La incomodidad queda flotando en el aire. Seonghwa odia está parte de su trabajo. Esa dónde necesita saber todo cuánto ha pasado en la vida de sus clientes. Sin embargo, en esta ocasión es mucho peor para él. Es de esas situaciones que le advirtieron en la escuela de derecho: tu instinto te hará perder profesionalismo, debes aprender a controlarlo.

No quiere controlarlo.

No puede hacerlo.

No sintiéndose como una loba desesperada por llevar a un cachorro desprotegido a su cueva. A Yeosang la cabeza está a punto de explotarle. Lo que impide que eso sea una gran molestia, es sentir que hay un Omega protegiéndolo.

El abrazo de Seonghwa no se siente como el de su mamá: se siente fuerte, se siente genuino y el "no te preocupes. No dejaré que te haga daño" que quería recibir en aquel momento en que sucedió. Se limpia la cara con las manos y un sollozo nasal lo hace darse cuenta de cuánto llora.

Se ensimismo tanto que ni siquiera de había dado cuenta.

—Dame un momento.

Jongho se da a la fuga y Hongjoong adivina para que: va a hacer una mezcla demoníaca entre calmantes, café e inhibidores. Su aroma ya es bastante fuerte y delatador en lo que su Alpha exige: nada más y nada menos que apoderarse del Omega desvalido y cuidarlo por sí mismo, impedir que llore de esa manera y expongas un hedor a abandono y miedo.

Tenemos que cuidarlo nosotros. Seremos el Alpha que necesita. Debemos alejarlo, esconderlo de esas personas que no merecen tenerlo.

Nosotros lo merecemos más.

Lo podríamos hacer muy feliz.

Que huela bien y que sonría mucho.

Debemos quedárnoslo.

—Lo hiciste muy bien Yeosang. Eres muy valiente—asegura Hongjoong, que ha logrado mantener la compostura más de lo que él mismo pensó—. ¿Te gusta el sushi? Tengo hambre, Hwa también y debes estar hambriento.

Yeosang asiente, aun moqueando y temblando, con las manos de Seonghwa dándole tranquilos masajes en los hombros.

Cuando Jongho regresó, notablemente dopado y con una disminución de hormonas, comió un par de piezas del plato de Hongjoong -quien se queja escandaloso-, y tomó lugar junto a Yeosang. El Omega come lenta y largamente, apenas notando al policía al lado suyo. La gata en el suelo totalmente dormida.

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—Si vuelve a aparecer en tu casa, llámame.

Yeosang se queda fijo en la gata en sus brazos. Son las dos de la madrugada. Con lo mucho que lloró, está seguro de que podrá dormir como un plomo. Jongho conduce con la sien apoyada en los nudillos. Estaciona el auto un poco más arriba para que Yeosang no tarde en llegar a su casa. No abre la puerta.

—Lo digo en serio —Insiste y Yeosang aprieta los labios—. No importa que haga o deje de hacer, si aparece en tu casa, me llamas y... No puedo prometerte que llegaré al instante o que evitaré cualquier cosa, pero—Da un par de golpes al volante, ansioso y frustrado—. Puedo prometerte que no va a quedar así. No va a ser como antes. Te lo dije antes y te lo dije de nuevo, no voy a permitir que te hagan nada y mucho menos que puedan escapar impunes a hacerte sufrir.

Podemos solo llevárnoslo. Así no sucederá una tragedia. Vámonos. Aun está dentro del auto. Vámonos. Vámonos. Vámonos. Vámonos. Vámonos...

Yeosang suelta una bocanada profunda, con la cara roja, sin saber qué es lo que siente en el abdomen. Un cosquilleo, un tirón, mariposas, lobos furiosos rasguñando; es inexplicable.

—Gracias. —murmura apenado por la forma en que su cuerpo reacciona y su mente registra tan a detalle hasta el último respiro y gruñido de Jongho.

Cómo dice que lo protegerá de su pesadilla más grande. Jongho abre la guantera y le extiende algo.

—Toma. Así nos mantendremos en contacto. No descubrirán mi número, que me llamaste, mensajeaste. Estarás cubierto. —Yeosang toma el celular. Es más pequeño que el suyo, también un poco viejo, pero cómodo.

—Gracias.

—Ten cuidado al entrar.

Yeosang asiente y sale del auto. Jongho vigila hasta que entra al jardín y no puede verlo. Recuesta la frente en el volante, chasqueando la lengua—. Mierda.

Debimos quedárnoslo.

—Silencio. No queremos ir a prisión también. Además, no es nuestro.

Podría serlo.

Lo ignora por su propio bien.

. . .

Sé queda viendo la pantalla del celular. El fondo es una foto de un oso sentado. Gordo y marrón. Yeosang se ríe encogiéndose en sí mismo, abrazando un muñeco de felpa y presionado la cara en la almohada. Ojalá entender que le pasa a sus hormonas que ahora crean un satisfactorio caos dentro suyo, incluyendo una fantasía de Jongho repitiendo una y otra vez que lo protegerá.

Es un Alpha perfecto.

Es el Alpha que tanto queremos.

Simplemente... ¡Perfecto!

Do you promise...? || YunGiWhere stories live. Discover now