Lo que el 12 nunca vivió... 🏹

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Peeta: Está bien Preciosa, vamos a mi habitación - no podía evitar sonreír.

Era de madrugada, una de mis diarias pesadillas me había despertado, no es nada agradable revivir todo lo que los juegos me recuerdan, sin embargo, los revivo cada vez que concilio el sueño.

Una vez más, me encontré despierta en medio de la noche, atrapada en una pesadilla que se negaba a dejarme en paz. El sudor frío cubría mi piel mientras luchaba por escapar de las imágenes aterradoras que me perseguían en mis sueños.

De repente, sentí un movimiento a mi lado y abrí los ojos lentamente, encontrándome con la mirada preocupada de Peeta. Sus ojos azules brillaban con una mezcla de compasión y angustia mientras me observaba.

Peeta: ¿Otra vez las pesadillas?preguntó, su voz suave era reconfortante.

Asentí con un suspiro, sintiendo el alivio inundarme al saber que él estaba allí a mi lado. Aunque intentaba ocultar mis miedos y preocupaciones, sabía que él podía saber exactamente lo que estaba pensando.

Peeta se acercó y me abrazó con ternura, sus brazos fuertes envolviéndome en un abrazo reconfortante.

Peeta: Estoy aquí contigo murmuro, sus palabras llenas de amor

Peeta: Siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase.

Una sensación de calma y seguridad me inundó mientras descansaba en sus brazos, sabiendo que, con él a mi lado, podía enfrentar cualquier pesadilla que la vida me esperara. Aunque las sombras de la noche seguían acechando en las profundidades de mi mente, también había una luz brillante de esperanza y amor que nunca se apagaría.

Peeta siempre estaría A pesar de todo lo que habíamos pasado juntos, la sensación de alivio por estar a salvo seguía siendo abrumadora, una bendición que nunca daríamos por sentada.

El suave zumbido del tren llenaba la cabina mientras nos sentábamos frente a la ventana, observando el paisaje pasar a toda velocidad. Aunque estábamos a salvo ahora, el recuerdo de los juegos aún nos pesaba, una pesadilla que se negaba a desaparecer por completo, y que nunca lo haría.

Peeta se sentó a mi lado, su presencia reconfortante se sentía. Nuestras manos se encontraron en un gesto de cariño, compartiendo el peso de nuestras experiencias pasadas mientras nos preparábamos para enfrentar el futuro juntos, en nuestro hogar, el distrito 12.

A través de la ventana, podíamos ver el paisaje cambiante, los campos verdes y los bosques frondosos que pasaban rápidamente, como si estuvieran ansiosos por dejar atrás los horrores del Capitolio.

Peeta rompió el silencio, su voz suave pero firme.

Peeta: Volveremos a casa pronto , dijo, sus ojos encontrando los míos con determinación.

Peeta: Y esta vez, estaremos juntos, sin importar lo que pase.

Asentí con gratitud, sintiendo un nudo en la garganta mientras absorbía sus palabras reconfortantes. A pesar de todo lo que habíamos pasado juntos, nuestra conexión seguía siendo tan fuerte como siempre, aunque, no teníamos ni mínima idea de lo que nuestro presidente Snow nos tenía para nuestro futuro.

El tren continuó su marcha, llevándonos más cerca de casa con cada segundo que pasaba. Aunque el futuro seguía siendo incierto, sabíamos que, mientras estuviéramos juntos, podríamos enfrentar cualquier desafío que el destino nos esperaba.

El suave traqueteo del tren llenaba la cabina cuando Haymitch y Effie entraron, sus rostros serios reflejando la gravedad de la situación que estábamos enfrentando. Peeta y yo nos pusimos de pie para recibirlos.

Haymitch: Chicos dijo, su tono grave pero compasivo.

Haymitch: Tenemos que hablar.

Effie asintió con seriedad, su habitual entusiasmo reprimido por la gravedad del momento.

Effie: Ha habido muchas discusiones en el Capitolio sobre su próxima gira de la victoria dijo.

Haymitch: Es importante que estén preparados para lo que se avecina.

Nos sentamos en silencio mientras Haymitch y Effie nos informaban sobre los próximos eventos y compromisos que nos esperaban, desde las entrevistas con los medios hasta las apariciones públicas en los distritos. A pesar de la angustia que nos consumía después de los juegos, sabíamos que teníamos que estar listos para enfrentar lo que sea que el Capitolio nos tuviera preparado

Peeta y yo intercambiamos miradas, reforzando nuestro compromiso de apoyarnos mutuamente a través de los desafíos que se avecinaban. Aunque el futuro seguía siendo incierto.

Al final de la reunión, Haymitch y Effie nos deseaban lo mejor y nos recordaban que estábamos en esto juntos. Mientras se retiraban de la cabina, sentimos una sensación de determinación renovada ardiendo en nuestras mentes.

Al cabo de dos días, el aire fresco del Distrito 12 nos recibió cuando descendimos del tren, una suave brisa que llevaba consigo el aroma familiar de nuestro hogar. Mis ojos se posaron en los edificios conocidos, las calles familiares que ahora parecían más acogedoras que nunca. Luego de días abrumadores y noches divertidas con Peeta, finalmente, habíamos llegado.

Peeta y yo nos tomamos de la mano, compartiendo una sonrisa tímida mientras nos dirigíamos hacia el centro del distrito. Habíamos esperado tanto tiempo para regresar a casa, para dejar atrás los horrores de la arena y abrazar la tranquilidad y la seguridad de nuestro hogar.

A medida que caminábamos por las calles, fuimos recibidos por rostros conocidos y desconocidos por igual, cada uno expresando su alegría y alivio por nuestro regreso. Las voces se mezclaban en un coro de bienvenida, una sinfonía de gratitud y esperanza que llenaba el aire a nuestro alrededor.

Llegamos finalmente a nuestra casa, la misma que habíamos dejado atrás antes de ser llevados a los juegos. La puerta se abrió con un chirrido familiar, revelando el cálido resplandor del interior y el aroma reconfortante de la comida casera.

Peeta y yo nos miramos el uno al otro, compartiendo un momento de silenciosa gratitud por todo lo que habíamos superado juntos. Habíamos regresado al lugar donde todo comenzó, listos para reconstruir nuestras vidas y enfrentar el futuro con esperanza.

La emoción y la anticipación se mezclaban con la ansiedad mientras me preparaba para el reencuentro que tanto había anhelado.

Al llegar a la puerta de mi hogar, la emoción amenazaba con abrumarme mientras levantaba la mano para llamar. La puerta se abrió lentamente, revelando la figura familiar de mi mejor amiga Katniss, su rostro iluminado por una sonrisa de alegría y alivio al verme.

Katniss: ¡Amiga! exclamó, sus brazos abriéndose de par en par para abrazarme con fuerza.

Katniss: Pensé que nunca te volvería a ver. Te adoro tanto, nunca podré pagarte por lo que hiciste.

Las lágrimas amenazaban con desbordarse de mis ojos mientras devolvía el abrazo con fuerza, la calidez de su amistad envolviéndome con consuelo y alegría. Después de todo lo que habíamos pasado juntas, el reencuentro era más dulce de lo que había imaginado.

Detrás de Katniss, vi la figura de mi padre, su rostro reflejando una mezcla de emoción y alivio al verme sana y salva. Corrí hacia él, mis brazos envolviéndolo en un abrazo reconfortante mientras sentía el amor y el apoyo que siempre me había brindado.

Sr. Williams: Estás en casa, hija, murmuró, su voz temblorosa con la emoción del momento. Estás a salvo ahora.

_____: Papá... Katniss, Los extrañe tanto...

i think he knows - Peeta Mellark y tu. THGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora