I said i Love you 🏹

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Dudo si decirle la verdad a Peeta, ya que no quiero ponerlo en peligro, no me puedo ni imaginar poner en peligro a la persona que amo, pero por otra parte Peeta merece saber, merece saber que nuestro queridísimo presidente Snow aparentemente nos odia.

Peeta: Claro _____ ¿qué pasa? ¿Estás bien?

_____: Sabes... Creo que ya me siento mejor - mentí

Peeta: ¡eso es maravilloso!, realmente me tenías preocupado _____.

¿Porque mentí?, si yo no soy así, me acobarde, ahora, cuando Peeta se entere lo que en realidad quería comentarle va a ser muchísimo peor porque está idiota no lo pudo decir en un principio. Hay que convencer a los distritos, a todos, porque lo se, se que Snow es capaz de enviarnos bajo tierra si le quitamos su "autoridad".

Peeta: Creo, creo que ya es tarde, ¿que te apetece de cenar?, solo si realmente te sientes mejor.

_____: No se, lo que tú prefieras, no tengo mucha hambre realmente.

Peeta: Bueno... ¿que te parece si te enseño a hornear?, aunque, hay que dormir temprano, mañana llegan los estilistas para la "GRAN" gira.

____: me parece excelente -reí

____: y....ni me lo digas, no quiero volver a revivir el horror de los juegos.

Peeta: Lo se.. pero estaremos juntos ¿cierto? -asentí

Peeta se movía con gracia por la cocina, sus manos expertas trabajando en la masa para el pan. La harina se esparcía por la encimera de madera, formando pequeñas nubes que flotaban en el aire antes de asentarse suavemente sobre la superficie. Había aprendido este oficio desde niño, y cada vez que horneaba, sus movimientos parecían casi instintivos, como si sus manos supieran exactamente qué hacer sin necesidad de pensar.

Lo observaba desde la mesa, una leve sonrisa curvando mis labios mientras veía la concentración en su rostro. La cocina estaba impregnada con el aroma de la levadura y la dulzura del azúcar. Peeta, consciente de mi mirada, levantó la vista y me guiñó un ojo, esos hermosos ojos azules.

—¿Te apetece probar la masa? —preguntó él, extendiendo un pequeño bulto hacia mí.

Tomé el trozo de masa, su textura suave y ligeramente pegajosa entre mis dedos. Lo llevé a mi boca y mis ojos se iluminaron al saborear la mezcla perfectamente balanceada de dulzura y sal.

—Está delicioso —dije con sinceridad, lamiéndome los labios.

Peeta sonrió, satisfecho con mi aprobación. Continuó amasando la masa con firmeza pero con cuidado, su mente ya imaginando el producto final: un pan dorado y crujiente, con una corteza perfecta y un interior suave y esponjoso. Era más que solo pan para él; era un regalo.

Mientras el pan se horneaba, Peeta comenzó a preparar un pastel de bayas, sus movimientos rápidos y seguros. Mezcló los ingredientes con precisión, vertiendo la mezcla en un molde y decorando la parte superior con un esmero artístico. Las bayas frescas brillaban bajo la luz de la cocina, prometiendo un estallido de sabor en cada bocado.

Me levanté y me acerqué a él, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura. Apoyé la cabeza en su hombro, observando el pastel con interés.

—Siempre haces que todo parezca tan fácil —murmuré.

—Es fácil cuando amas lo que haces —respondió Peeta, girándose ligeramente para besar mi frente.

i think he knows - Peeta Mellark y tu. THGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora