𝗜𝗡𝗗𝗘𝗟𝗘𝗕𝗟𝗘 | Hanagaki Hyeon pensó que sabía lo que sintió su hermano cuando vio a su novia morir frente a él, sin embargo, supo que estuvo completamente equivocada cuando le tocó a ella ver morir al amor de su vida sobre sus brazos.
Su ment...
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capítulo veinticuatro; el último sacrificio
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❪ pov's omnisciente ❫
El arma se disparó.
Pero la bala rebotó contra el suelo porque el cuerpo de Hyeon fue lanzado a un lado con brusquedad.
Desconcertada, la pelinegra se levantó tan rápido como pudo y apuntó el arma al nuevo individuo que estaba en la escena, el cual se colocó frente al cuerpo tembloroso y lastimado de Yuna en un intento de protegerla.
—Para ya. —pidió.
—Muévete.
—¡Ésto no va a devolverte a tu amiga!
—¡Que te muevas, Baekhyung! —chilló ésta vez, pisoteando el suelo y recibiendo un dolor en su pierna por dicha acción.
Pero el castaño no obedeció. Apretó sus labios y bajó sus brazos para intentar darle una apariencia mas débil a Hye, para ganarse su confianza aunque sabía que no serviría de mucho.
—No quieres hacerlo.
—Por supuesto que sí.
—No, no quieres. Te estás dejando llevar por el momento y cuando logres darte cuenta, será muy tarde.
«Mátalo también» dijo esa molesta voz en el interior de la chica.
«Se está interponiendo en tus planes, así que es un enemigo más» tensó el dedo que estaba en el gatillo.
«¡Deshazte de él ahora!»
—Hyeon... —el muchacho relamió sus labios,— Créeme, yo me encargaré de hacer que se haga justicia. Entregaré a mi hermana a las autoridades porque es la manera correcta, ¿entiendes? Ella debe pagar bajo los términos de la ley.
—¿La ley? —resopló con gracia, negando lentamente,— Al carajo la ley. Si se me da la gana, yo misma me encargo de destruirla y crear la mía.
—No sabes lo que dices. —le tocó a él negar,— No puedo decir que te conozco, pero si estoy seguro de que no eres así.
—No... no lo soy... —su frustración hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas, su mandíbula mas tensa que nunca,— ... soy peor...
—¡Que no, carajo! —e intentó acercarse, pero el disparo de Hyeon lo obligó a detenerse y a cerrar sus ojos.
La bala dió contra el suelo, como advertencia, pero la próxima iría a su cuerpo si no pensaba bien en un plan.
—¿Acaso Emma quisiera ésto?
—¡No te atrevas a hablar de ella!
—¿¡Crees que así querría que acabaras?! —insistió sin miedo,— ¿¡Asesinando a alguien y yendo a la correccional por quien sabe cuántos años?! Y no solo estoy hablando de Yuna, ¡sino de aquellos a los que dejaste desangrando en el puerto y están justo ahora yendo a un hospital!
