HERMANO

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Continúe recorriendo aquel palacio intentando despejar mi mente de aquel mal trago

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Continúe recorriendo aquel palacio intentando despejar mi mente de aquel mal trago. Descubrí que al igual que el Jet, la mansión contaba con un cuarto de juegos variado, sala de cine, cocina profesional y por si fuera poco una sala de baile, esta última me causó emoción. La mansión contaba con su propia playa privada, oculta de la mirada pública. Allí, podríamos nadar y relajarnos sin que Ethan se preocupase por las cámaras o periodistas.

Luego del recorrido subí buscando la habitación principal, encontrándome con muchas y notando lo lindas que eran. Cuando di con la principal entré y está era una combinación de comodidad y estilo. El dormitorio tenía una cama enorme con un cabecero de cuero negro y un dosel de cristal, sería como dormir bajo las estrellas. También tenía un baño impresionante con una bañera libre y una ducha de vapor, además de un enorme walk-in closet donde ya estaba mi ropa acomodada, zapatos y demás accesorios. Ethan no sé encontraba en la habitación y decidí darme una ducha y cambiarme. El mar lucía atrayente así que iría a nadar, opté por un traje de baño color rojo de dos piezas, bastante sexy y encima un vestidito color crema que se adhería a mi cuerpo, haciéndome lucir sexy y fresca a la vez, até mi cabello en una coleta alta, una visera color crema y me sentí satisfecha.

Me asomé en el balcón inspirando el aroma a mar y a naturaleza, Ethan estaba sentado en el borde de la piscina con las piernas dentro del agua. Estaba fumando un cigarrillo, la tensión en él se notaba. Algo le preocupaba. Bajé para hacerle compañía.

Sigilosamente me senté a su lado y recosté mi cabeza de su hombro.

—¿Estás bien?—inquirí entrelazando su mano libre con la mía.

—Si ¿Dónde estabas?—apagó el cigarrillo y exhaló el humo, antes de darme un beso cargado de ansiedad y deseo.

—Conociendo tu mansión. Las vistas no dejan de sorprenderme.—dije cuando soltó mis labios.

—Camina conmigo.—pidio poniéndose en pie y ofreciéndome su mano.

Desde la increíble piscina flotante, caminamos hasta la playa privada. Me quité las sandalias y las guardé en mi bolso cuando sentí la arena suave y cálida bajo mis pies que se extendía hasta el mar. Los olores del océano nos invitaban a descansar y dejar que los sonidos de las olas nos trasladaran a un estado de paz y tranquilidad. Caminamos un rato en silencio de manos tomadas, uno al lado del otro. Era lo más romántico que habíamos hecho, el mar de vez en cuando nos alcanzaba con una de sus olas y mojaba nuestros pies, su mirada permanecía un tanto ausente. Estaba realmente sumergido en sus pensamientos y en la tranquilidad del momento.

—Cuando éramos unos chiquillos, solíamos venir de vacaciones, me encantaba estar aquí.—rompió el silencio, intentando abrirse un poco. Le dediqué toda mi atención.—Hace tanto que no venía.

—¿Qué te preocupa?—pedí saber y él dudó un poco antes de responder.

—Ha pasado mucho tiempo desde la ultima vez que compartí con mi familia, ahora somos prácticamente desconocidos...—me dedicó una intensa mirada con ese azul tan hermoso.

TERCER ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora