33. Desamores.

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Cómo habían pasado estas últimas semanas, la casa volvió a ser un caos total, ahora todos estábamos vueltos locos por encontrar el zapato que dejamos tirado en algún lado, el perfume, camisas, pantalones, lo que fuera, habían personas que preguntaban dónde estaban sus cosas en los demás cuartos.

— Oye TN, ¿no viste dónde deje el otro tenis?— Nico, señaló sus pies con un tenis si y el otro no.

— Mmm creo que está en el cuarto de lavandería, sino, busca en el jardín.— por alguna extraña razón había algunas cosas en distintas partes de la casa.

— TN! Eres mi última esperanza has visto mi barniz rojo cereza— se asomo por la puerta Jazmín.

— Lo ví en el baño de abajo, busca ahí— sonreí y corrió en su búsqueda.

Yo estaba buscando uno de mis aretes favoritos, hace unos días les empecé a tomar cariño a los accesorios y todo porque Ámbar me prestó unos aretes de ahí ya no los pude soltar.

— Preciosa ¿has visto mi cadena? — Gastón se señaló el cuello.

— Creo que está por el sillón de la sala, busca ahí— un pequeño gracias salió de el y se fue.

Mientras yo me seguía peleando con la cama para ver si el arete estaba debajo de ella, pero demasiado pesada para mí después de que no había hecho ejercicio en casi dos meses.

— Pero buenoo— entro Ámbar — ¿Tú que estás buscando?— se puso frente a mi, podía ver sus tacones blancos muy de cerca.

— El arete que me prestaste, lo había dejado en el buró y no lo encuentro— me queje y recargue mi cabeza en el piso.

— Si bueno, lo encontré en el piso del baño— lo extendió hacia mi.

— Te juro que eres la mejor— me levanté lo más rápido que pude y le di un beso rápido. — Hubiera pasado todo el día buscándolo — la volví a besar.

— Si ese va a ser mi agradecimiento siempre, entonces voy a perder tus cosas más seguido para darte las después— sonrió y cuando estuve por volver a acercarme alguien nos interrumpió.

— ¿Están haciendo un beso de 2 y no me invitaron?— Entro Matteo a la habitación — eso es traición hasta para mi— se hizo la víctima.

— Sisi, te recordamos que ya eres papa casada de nuevo— dijimos ambas al mismo tiempo.

— Eso no se vale— una cara de aflijido salió a relucir de su rostro.

— Nosotras no te empujamos para que volvieras a caer, tu problema— levanto las manos en señal de rendición Ámbar.

— Yo que iba a saber que volviendo con ella me iban a quitar ese privilegio— se cruzó de brazos como niño chiquito.

— Ay no lo sé, tal vez porque hay algo que se le llama fidelidad— dije lo obvio.

— Pero...— Quiso objetar pero Ámbar no lo dejo.

— Nada de peros, así lo quisiste aparte nosotras no nos metemos con chicos que tengan chica, ni modo Mateito te la vas a tener que de pelar— expresión que escuchó en las películas que veía Luna

— Osh, me chocan— y salió de la habitación.

Ambas nos reímos ante sus reacciones, casi llegando a Munich tanto Ámbar como Matteo nos empezamos a dar uno que otro beso de vez en cuando, nada lo hacíamos en público todo era de la habitación para adentro.

Los 3 habíamos impuesto reglas, sin sentimientos, sin celos, sin etiquetas, así que era una especie de amigos con beneficios, aún que en realidad nosotros nunca necesitamos etiquetar nuestra situación rara.

La chica nueva / soy lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora