Tocaban la puerta de la entrada sin parar, los golpeteos se escuchaban fuera, gritos, lágrimas, lástima.
Entre más tocaban menos quería escuchar, un mundo donde solo estuviera yo era lo que anhelaba en este instante. Todos los días después de las 2 de la tarde venían a tocar a la puerta del departamento.
Todos los días podía ver tras las cortinas como se asomaban a ver si había alguien, todos los días a esa hora, me quedaba estática en un lugar donde no fuera vista.
Todos los días a esa hora, mi teléfono no dejaba de sonar, el cuál estaba en silencio.
Luego de mi ataque de ansiedad de ese día, me había encerrado en mi casa, cerré todas las puertas, ventanas y cortinas, apague mis aparatos eléctronicos, me desaparecí del mundo por un largo rato.
Tenía la suficiente comida para ingerir por al menos 2 semanas tal vez más considerando que deje de comer tanto hace varios días, mi contacto con el mundo exterior era solamente el atardecer donde lo podía ver desde una ranura de la ventana de mi cuarto.
No sabía cuántos días, horas o semanas habían pasado, se sentían como una eternidad pero no aún lo suficiente para salir, seguía sin querer ver la cara de alguien, sin escuchar a alguien, después de la segunda vez que vinieron a tocar mi puerta y suplicar que abriera, a las 2 de la tarde ponía música en mis audífonos para no escuchar nada, donde solo el iPod era el dispositivo electrónico prendido en la casa.
Sabía que venían porque en la renura de la puerta se veía la sombra de a veces dos personas, otras veces una sola.
Algunas veces me daban ganas de levantarme y abrir pero nunca sucedía, dejaba que mis ganas de no ver a nadie ganarán siempre.
Durante el día solo hacia dos cosas, leer novelas trágicas de amor que destruyeran aún más mi mente y corazón y otras veces solo veía pasar el día recostada en mi cuarto por la ventana.
Nunca prendía las luces, llegué al punto de memorizar dónde se situaba cada mueble, cada cable, cada instrumento que necesitaba, sabía dónde lo dejaba.
Se había vuelto parte de mi rutina estar a ciegas, los sonidos se hacían más presentes pero calmaban mi ansiedad por salir.
Muchos de esos días solo me recostaba en el frío suelo y miraba el techo, pasaban horas y horas hasta que me decía levantar solo para cambiarme e ir a la cama.
Un día esa rutina monótona cambio, antes de poder ponerme los audífonos escuché una voz fuera de mi puerta, no eran las mismas de siempre de Ambar y Matteo, era alguien más.
Por el rabillo de la puerta me asome y pude ver a Gastón con una caja de chocolates.
— ¡TN!, Se que estás ahí, abre ya— dijo desde el otro lado al tocar de nuevo.— No me iré de aquí hasta que abras— advirtió.
¿Sería bueno abrir?
Pude sentir como mi corazón se comenzaba a desesperar hace días que no tenía un contacto humano, me sentía un poco mejor que los anteriores días pero mi apariencia era un desastre, llevaba la sudadera de Marem que hace mucho le robe, unos shorts blancos y mi cabello enmarañado se escondía bajo la capucha de la sudadera.
Mis manos fueron directo a los seguros y comenzaron a quitarlos, uno por uno se fue escuchando como se quitaban, deje la cadenilla al último.
Abrí un poco la puerta y pude ver a Gastón con una media sonrisa, levanto los chocolates, en la otra mano llevaba una bolsa blanco con varias cosas que desconocía.
— ¿Qué necesitas?— mi voz salió ronca y baja, hace días no hablaba ni siquiera con el espejo.
— Estaba preocupado por ti rubia— menciono— Déjame pasar ¿si?— suspiré pesadamente.
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La chica nueva / soy luna
FanficUna rubia recién llegada Munich Alemania se presenta a Argentina para que una de las mejores patinadoras la entrenen, quien también está a cargo del equipo del Roller, la nueva chica viene a revolucionar las vidas de los del Roller. La pregunta es ¿...