Emma Brown es una joven pintora y estudiante de Bellas Artes. Su vida está llena de colores, pinceles y lienzos, y su mundo gira en torno a la creación de belleza a través de su arte.
Por otro lado, Alessandro Ricci es el líder de la mafia italiana...
- Posiblemente me quisiera, vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que tenía una habilidad especial para herirme.
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Narra Emma
¿Por qué vuelve justo ahora cuando estoy intentando cerrar esto y asimilar que vamos a tener un hijo? ¿Por qué vuelve a desordenar mi vida y desestabilizarme cuando en medio de la tristeza estaba encontrando la salida? Él vuelve como un maldito huracán a desenredar todos los sentimientos que intento enterrar. Me rompió el alma verlo golpear mi puerta y aún más cuando Killin se lo llevó junto a su novia. Mi mente está hecha un caos, tengo las emociones a tope y la noche es aún joven, así que decido pintar algo. Saco todos los materiales al balcón e intento trazar algo. Los recuerdos me vienen de golpe: nuestro primer encuentro en el balcón cuando me defendió de Adam, el día que me llevó a la galería y al jardín de flores, las noches juntas. Cada uno de esos recuerdos golpea en mi interior. Me veo pintando un cuadro donde el gris ocupa todo: dos personas intentando juntarse, pero un río se interpone entre ellos. Veo el cuadro y las lágrimas salen. No puedo dejar de llorar, no cuando siento mil cosas por él y me odio por eso.
- Emma pequeña - escucho un susurro. No quiero voltear, no quiero verlo. Me duele verlo, me duele mucho.
- ¿Por qué volviste? ¿Por qué ahora? - digo con la voz rota.
- Porque no podía seguir engañándome, Emma. No puedo vivir sin ti.
- ¿Por qué haces esto? ¿Por qué me apuñalas una y otra vez? ¿Por qué lo haces? ¿Por qué me hieres así? - Volteo a verlo con mis ojos cristalizados y lo veo. Está desaliñado, con los ojos rojos y atormentados. Ese gris que tanto amo ya no tiene su brillo.
- Lo que menos quería era hacerte daño. Jamás quise lastimarte así, Emma. Yo te amo con mi vida, lo eres todo para mí. Solo quise protegerte.
- No sigas, Alessandro. No digas que me amas. No lo digas porque a una persona que amas no se le daña como tú lo hiciste conmigo.
- Escúchame, Emma. Solo te pido unas horas para que me escuches - niego con la cabeza. Me duele esto. ¿Por qué el destino se empeña en hacerme sufrir? ¿Por qué no puedo ser feliz? Me siento en el suelo y tapo mi cara con mis rodillas, llorando. Ya no puedo con todo esto, ya no puedo más. Duele mucho.
Unos fuertes brazos me rodean y su colonia golpea mis fosas nasales.
- Perdóname, Emma. Sé que no merezco tu perdón, pero por favor te pido una sola oportunidad para explicarte todo, por favor - alzo la vista y mis ojos conectan con los de él.