Capítulo 1- Un juego quebrado.

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Alana

El sol brillaba intenso iluminando la pista y calentando el ambiente.

Estaba preparada para esa gran final.

Mis manos estaban sudorosas mientras agarraba la raqueta con firmeza. Observaba a mi oponente al otro lado de la red, concentrada y lista para sacar.

La primera vez la pelota se quedó en red, no pasó.

Joder.

Solté un suspiro ya frustrada y alcé la bola en el aire por encima de mi cabeza golpeándola directamente al otro lado de la cancha. El sonido de la pelota chocando contra la raqueta y el rebote al otro lado de la pista llenó mis oídos mientras comenzaba el intercambio de golpes. Sentí la adrenalina corriendo por mis venas con cada punto ganado.

Cuando fui a devolver el golpe tropecé con mi propio cuerpo chocando contra el suelo, el impacto fue instantáneo, una corriente de dolor recorrió mi pierna, sentí exactamente como uno de mis huesos se rompía por la mitad, noté como mi pierna se dividía en dos.

Como dolía hostia.

Sentía un dolor abrumador, como si mil agujas estuvieran clavándose en mi interior.

Desconectada de mí al rededor conseguí escuchar a mi entrenador:

-¿Alana me oyes? ¡ALANA! - reconocí inmediatamente la voz de Noah, que se arrodilló delante de mí.

-¿Noah? la pierna, me duele mucho - no consigo entender cómo conseguí pronunciar esas palabras.

Rompí a llorar tanto por el dolor y la agonía que sentía como por la frustración y la humillación de estar tirada en medio de una cancha de tenis mientras sentía que mi mundo se desmoronaba junto con alguno de mis huesos seguramente fracturado.

Lo poco que sé es que todo ocurrió demasiado rápido.

-La ambulancia viene de camino tranquila, tú solo mantente despierta, ¿vale?, no cierres los ojos, habla conmigo - el tono de preocupación de Noah me rompió emocionalmente.

Escuchamos borroso. 

No estamos para bromas, me recriminé a mí misma.

Lo último que escuché antes de quedarme inconsciente fue la voz de mi molesta conciencia con un sentido del humor muy cuestionable.
    
Al abrir los ojos un poco después me encontré en una cama de hospital con la pierna totalmente vendada y alzada.

Todo es borroso y desconocido.

El sonido molesto de las máquinas hace que se acentúe mi dolor de cabeza y una luz brillante me hace entrecerrar los ojos. Mi mente parece una máquina que nunca se apaga condenada a recordar una y otra vez lo que pasó para que yo terminara aquí.

-Buenos días Cenicienta, ¿cómo te encuentras?- es un alivio despertar y tener a tu entrenador al lado.

-Yo bien, de hecho demasiado bien, ¿cuántos analgésicos llevo encima? - hay que mantener la sátira por encima de todo -. Y por cierto, la princesa que duerme mucho no es Cenicienta campeón, es Aurora. 

Le di una palmada en el hombro con superioridad.

-Bueno, sigues siendo la misma desagradable de siempre, eso tiene que ser buena señal - Noah se ríe conmigo.

Miro a mi alrededor, estoy en una camilla de hospital, en una puta camilla de hospital y lo único que recuerdo es el dolor insufrible que sentí al caerme encima de la pierna que ahora tengo inmovilizada.

-Yo también te quiero Noah - lamento lanzando un suspiro lastimero - ¿Cuándo saldré de aquí?

No me gusta nada la cara que acaba de poner, prepárate bonita.

¿Es que tú nunca te callas?

-Alana..., la situación en la que estás ahora es un poco complicada y me voy a encargar yo personalmente de explicártelo todo pero primero tengo que asegurarme de qué vas a mantener la calma - mi entrenador está serio, no es normal en él, no es una persona seria.

Todas las alertas de mi cuerpo se disparan como si ya supiera lo que se viene, noto como se me encoge el corazón.

-Te caíste, creo que hasta ahí llegas, sinceramente no creí que fuera a ser nada hasta que te quedaste inconsciente. Al llegar la ambulancia ya se hizo muy evidente que tenías una fractura.

-¿Qué me he roto Noah?

No se molestó en amortiguar el golpe, simplemente dijo:

-El fémur. En tres.

BOOOOOOOMBA.

Siento como mi mundo se rompe en miles de trozos bajo mis pies junto a mi carrera. No sabré mucho de medicina pero mucho deporte no creo que vaya a poder hacer con tres huesos en lugar de uno.

-Te van a operar, en principio mañana, ya sabes, cuanto antes mejor - ni siquiera soy capaz de mirarle mientras me lo dice -. Escucha, son tres meses sin apoyar la pierna porque van a ponerte una especie de placas metálicas o no sé qué historias y mínimo otros tres de rehabilitación y vuelta a empezar, podrás entrenar poco a poco con mi ayuda y la de profesionales. Hospitalizada será una semana tras la operación y si todo va bien te darán el alta y de vuelta a Madrid. Yo voy a estar contigo durante todo el proceso y lo sabes.

-¿Qué pasa con el tenis? ¿Qué pasa con mi carrera?- mi voz se va rompiendo y aún así no he soltado ninguna lágrima, estoy pasiva, supongo que aún no he procesado el impacto que va a tener esto sobre mi vida -. Dicen que volveré a entrenar pero no pueden garantizarme que vaya a competir, ni siquiera se sabe si conseguiré alcanzar el nivel en el que estoy.

-No creen que vayas a rendir igual, eso es cierto, pero a la hora de ser sinceros Ali, no veo a nadie más capaz que tú, va a ser un camino largo...

Dejo de escuchar, ya no voy a rendir igual, creen que no volveré a ser la jugadora que soy, no creen que sea el fin de mi carrera, entonces, ¿por qué yo siento que si? Siento como si alguien hubiera cogido mi corazón, me lo hubiera arrancado y ahora tuviera el poder sobre mis latidos.

Mira, como la canción de Adele.

-...y toda esa paranoia, ¿me estás escuchando?

-No, la verdad es que no.

Necesidad de mentirle no hay.

-Es una auténtica putada.

-Noah creo que necesito estar sola.

Debe de leer la expresión en mi rostro porque sale de la habitación sin rechistar. Estoy aquí sola, en una sala de hospital, pensando en qué momento ha pasado esto. Se me hace imposible sacar el lado bueno de la situación porque sinceramente no creo que lo haya.

Lo único que se me ocurre para distraerme es encender la tele pero me arrepiento en seguida.

"Noticia de última hora: nuestra joven estrella del tenis Alana Díaz se encuentra en el hospital a la espera de una importante operación. La chica a su pronta edad de veintiún años va a tener que luchar por su carrera profesional. Por lo poco que sabemos de momento van a ser seis meses seguros en los que Díaz no pisará la pista. Una barbaridad de seguidores se han juntado en una campaña para brindarle apoyo y cariño mientras otros celebran su pronta retirada. Pero que no canten victoria porque pocas personas hay más luchadoras que nuestra tenista. Un fémur partido en tres no la detendrá, ¿o si?".

Han sabido lo de mi lesión incluso antes que yo.

Cambio de canal.

"Hoy mientras se jugaba la final del Roland Garros en Paris, nuestra tenista española Alana Díaz cayó consiguiendo así una fractura del fémur, son mínimo seis meses de recuperación, ¿volveremos a verla en pista? Es la gran pregunta que los fanáticos no paran de hacerse".

La vida da muchas vueltas y normalmente no para bien. Apago la televisión y me quedo pensando en que será de mi futuro ahora muy incierto.

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