Capítulo 8- La magia de conectar y la suerte de coincidir.

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Camila.

Es un abrir y cerrar de ojos estamos a viernes, la semana ha pasado volando y tenemos que llevar a Maite al aeropuerto.

He de decir que ha pasado demasiado rápido, el lunes le quitaron a Ali los puntos y como ha estado más dolorida no hemos salido casi.

Estos días han venido varios fisios a casa para tratarla y no ha estado de muy buen humor.

Hemos escuchado la playlist de The greatest showman mil veces más y seguimos sin cansarnos, los conciertos que damos en el baño son espectaculares.

También hemos ido a ver a Pili, mejor dicho ella a nosotras, casi vive en mi casa y Jackson y yo seguimos tensos, cuando estoy con él siento rechazo, como si ya no fuera suya, como si mi lugar seguro ya no fuera entre sus brazos. Y hemos discutido mucho, no le gusta que pase tanto tiempo con Alana y tan poco con él.

-¿Cuándo volverás mamá? - pregunta la tenista.

-Cuando pueda hija, vendré con Lucas - es el hermano pequeño de Ali - ¿Estás bien Camila?-me saca del hilo de mis pensamientos.

-Si, si Maite no te preocupes, solo estoy cansada - respondo, y es verídico, no he dormido bien.

-La próxima vez que venga te traeré a Popina - le dice a su hija.

Yo me quedo extrañada.

-No mamá, por favor, no - la cara de Ali es de un terror absoluto.

-¿Quién es Popina? - pregunto con curiosidad.

El nombre es original.

-Tu amiga aquí presente, de pequeña quería una mascota, ni Fernando ni yo queríamos un perro, un gato o algo así grande, después de llorarnos un poco le dijimos que si quería una mascota tenía que ser pequeña, como un hámster y que sería únicamente su responsabilidad. Bien, pues eligió una tortuga y la llamó Popina, a las dos semanas ya se había olvidado de su existencia, la pobre tortuga se pasaba semanas sin comer porque no le ponía comida y sucia porque no la bañaba.

-Madre mía Ali, eso es maltrato animal - no puedo contener la risa.

-Es que no se muere, yo creo que es inmortal - dice en su defensa.

-Como sea, la tortuga no es mía, te la traeré y te harás cargo.

-Maite, estás condenando a la tortuga a muerte - digo riéndome.

Al llegar al aeropuerto llegan las despedidas. Alana y su madre se abrazan y luego voy yo.

-Cuídala, mi hija no es tan fuerte como aparenta y ha perdido mucho - me susurra al oído y yo asiento.

Después de dejar a su madre volvemos a casa, ya es tarde.

-Me estoy juntando con una maltratadora de animales - bromeo.

-Tenía siete años, ya tenía lo que quería y no le hacía caso. Hablo en serio cuando digo que no sé cómo sigue viva - no sé esfuerza en contener la risa.

-Eres una caja de sorpresas, cada día me sorprendes más.

-¿Y eso es malo? - pregunta entre risas.

-Alana, no creo encontrar nunca algo malo en ti - lo solté, ya no hay vuelta atrás.

-No te queda por conocerme ni nada - el ambiente se ha vuelto más tenso -. Todo el mundo tiene algo malo.

-No digo eso, defectos tendrás, como todo ser que habita está tierra, eres cabezota, orgullosa, competitiva como nadie y algo más habrá por ahí. A lo que me refiero es que nunca habrá nada de ti que no me guste, nada que considere malo, te conocí hace nada y ya has llenado mi vida por completo. Es como si por alguna razón que desconozco me complementaras, todo lo que no soy, lo eres tú.

Contamos con medio año. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora