Capítulo 14

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Khaotung

First acaba de agarrarme de la mano delante de todo el mundo. Es la primera vez que hace algo así y me emociono inevitablemente. Cuando llegamos a la puerta la abre y me cede el paso, para entrar detrás de mí y cerrarla de nuevo.

Mi boca se abre al ver el interior. Hay una guirnalda de luces de colores que ilumina el habitáculo de manera tenue. Además, los aperos de jardinería están cubiertos por telas y hay flores y hojarasca por todas partes. Es un pequeño paraíso realmente.

- ¡Vaya! No sé cuándo ha preparado todo esto - sonrío sabiendo que Perth es el artífice de esta obra de arte.

Miro a First que está frente a mí y me devuelve una intensa mirada. De pronto siento vergüenza y no sé qué hacer. Le rehuyo la mirada esperando que no pueda ver el calor de mis mejillas. No dice nada y me estoy poniendo de los putos nervios. Nunca he sido demasiado valiente, pero prefiero romper el silencio porque no aguanto más.

- Es bonito, ¿no?

- Sí.

Sí. Un puto monosílabo. Y ya está. Vuelve este silencio que hace más ruido que un elefante en una cacharrería. Sí. Con dos cojones. Pero como él ha pronunciado la última palabra, me siento obligado a tener que volver a decir algo.

- Eh... - estoy en blanco.

- Khaotung, ¿puedo pedirte algo? - First da un paso hacia mí, por lo que me obliga a levantar la cara para poder mirarle y asiento. - ¿Recuerdas la mañana después de... - su nuez baila nerviosa en su fino cuello. - ... después de que nos acostamos?

Sí, claro que me acuerdo.

Desperté con la claridad que se colaba por las persianas. En seguida me di cuenta de que tenía medio cuerpo encima del de First. Teníamos las piernas enredadas y seguíamos desnudos. Su precioso rostro descansaba relajado en la almohada. Sonreí por pura felicidad en cuanto lo ví. No puedo cuantificar cuánto tiempo me quedé admirando sus preciosos rasgos. El corazón me latía fuerte en el pecho y le llamaba.

Fir-fir, fir-fir.

Supe que se había despertado cuando, aún sin abrir los ojos, una preciosa sonrisa iluminó su rostro.

- Buenos días - acaricié su mejilla abultada.

- Realmente sí que lo son - me abrazó con fuerza. - Ya no quiero volver a despertarme sin ti nunca más.

- Sabes que eso no va a ser posible - reí.

- No vas a conseguir arruinar mi buen humor - acarició mi espalda con sus largos dedos. - Ayer...

Golpeé su pecho para que no fuera descarado y no me recordara todas las cosas que habíamos hecho.

- ¿Qué? - me agarró por los puños para que dejara de golpearle y le mirara a la cara. - Iba a decirte estoy feliz porque ayer me dijiste que me amabas.

Mi pobre corazón se desbocó. Latía con tal fuerza que parecía que se me iba a salir del pecho. Despacio, First se aproximó a mis labios y me regaló un beso tierno y dulce. De esos que se dan despacio, con toda la calma del mundo. Esos besos que se saborean. Esos besos que te calan en el alma. Sus labios aprisionaron mi labio superior y en cuanto abrí la boca, su lengua acarició la mía. El tiempo se detuvo, quedando en aquella atmósfera tan sólo First, nuestro beso y yo.

- Te quiero, pequeño - me dijo aún rozando su boca con la mía.

- La recuerdas, ¿verdad? - insiste First, regresandome a este pequeño habitáculo. Su cara refleja su desasosiego, expectante por mi respuesta.

Como si hubiese podido olvidarla.

- Me acuerdo de todo - contesto sincero, porque creo que lo necesita.

- ¿Podemos regresar a ese momento? - agarra mis manos. - Por favor - suplica, y su voz se asemeja a un lamento. - Por favor, Khao. Regresemos aquella mañana soleada, contigo en la cama. Ese ha sido mi paraíso todo este tiempo.

- Yo... - el nudo en la garganta no me deja hablar.

- Regálame estos siete minutos, por favor... - levanta la mano y me acaricia el mechón de pelo que cae por mi frente. - Te he echado tanto de menos - sus ojos me hablan con la verdad.

Yo también he rememorado ese momento miles de veces. Todos los que compartimos, en realidad. Yo también le he extrañado hasta dolerme. Olvido por un momento toda esa angustia vivida y me dejo llevar por la belleza que nos rodea, absorto en este paréntesis en el que nos encontramos.

Agarro su cara con ambas manos y le froto las mejillas con los pulgares. Sonrío al sentir la suavidad de su piel. Nunca he podido olvidar su tacto, como si lo llevara tatuado en mis huellas dactilares. Entonces me pongo de puntillas y le beso.

La boca de mi estómago estalla como una bomba de colores haciéndome sentir ligero. Como si pudiera levitar. Las manos de First en mi cadera me mantienen en suelo firme. Cuelo mi lengua en su boca, porque si estos van a ser los últimos 7 minutos de mi vida, no quiero desperdiciarlos. En cuanto lo hago, First me pega más a él. Y entonces sonreímos, los dos, como si hasta este instante algo nos lo hubiese prohibido.

First ahueca mi rostro entre sus manos y vuelve a besarme. Es como si el tiempo no hubiera pasado, tal como él me ha pedido. Los dos sólos, arropandonos mutuamente. Compartiendo saliva y calor corporal. Famélicos por tocarnos. No soy consciente de que nos hemos movido hasta que mi espalda toca la pared. First se cierne sobre mí, cada vez más habriento. Me tiene deliciosamente aprisionado y no tengo a donde escapar. Es con ese pensamiento cuando me doy cuenta de que es todo igual. Seguimos escondidos, dentro de un armario. Mi llanto tarda en brotar. Pestañeo para evitarlo, pero es inútil. Creo que me he descoscentrado y he dejado de moverme y First se separa un poco para mirarme. Mi respiración está agitada, por la falta de oxógeno, pero por el inminente llanto también.

- ¿Qué te pasa, pequeño? - luce extrañadp - No. Por favor, no llores - me agarra la barbilla.

- No quiero esto... - la priméra lágrima me quema la mejilla.

Estoy muy asustado. Sigo tan enamorado de First que tengo miedo. Miedo a ser desleal conmigo mismo y permitir ser su verguenza con tal de estar con él. Porque no tiene ninguna intención de pelear por mí. Y esa innegable verdad duele más que si me clavara un cuchillo. Por pura supervivencia, empujo a First y salgo corriendo, chocando con Perth, que estaba a punto de tocarnos la puerta.

- ¡Lo siento! - chillo.

Debería agacharme a ayudar a mi amigo, pero si lo hago, todos verán mis lágrimas y no puedo lidiar con esto ahora, así que huyo de nuevo, dejando a todos mis amigos atrás. Llego a mi habitación, cierro con pestillo y me meto en la cama, deseando desaparecer.

Nunca digas nunca (FirstKhaotung 🔞)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora