Capítulo 24

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Khaotung

Un mes. Un maldito mes lleva First en coma. Un mes desde que sus ojos se cerraron y se apagó su sonrisa. Un mes ha pasado desde que el loco Saint le disparó por la espalda. Un mes en el que no he dejado de culparme por lo que pasó.

En cuanto la policía redujo a Saint, First fue trasladado al hospital y le operaron de urgencia. Todavía me echo a llorar cada vez que recuerdo cuando sus padres, desesperados, llegaron al hospital. La madre de First cayó de rodillas en cuanto le dijeron que la vida de su hijo pendía de un hilo.

Pero First, aunque aún no despierta, está peleando con uñas y dientes. Tampoco sabemos si va a poder caminar de nuevo, si es que despierta. Los médicos no podrán valorar el alcance de sus heridas hasta que esté consciente. Pero nada de eso importa ahora, me conformo con que no haya muerto.

- ¿Qué tal has dormido? - le pregunto a su cuerpo postrado en la cama.

Sé que no va a contestarme, pero tengo la esperanza de qué él pueda escucharme. Acaricio su pelo, que ahora está muy largo y tomo nota mental para pedirle permiso a su madre para cortárselo un poco.

- En cuanto venga tu mamá, me tengo que ir a clase, pero te prometo que volveré esta noche - hablo mientras le paso una toalla húmeda por el pecho.

El padre de First tiene que viajar mucho por su trabajo y su madre trabaja fuera de la ciudad por lo que les es muy difícil pasar las noches con él, así que me ofrecí voluntario. Al principio, la mamá de First me dijo que no era necesario. Pero al ver que esta situación se iba a alargar en el tiempo, volví a ofrecerle mi ayuda y la aceptó. Cada día me trae el desayuno, lo tomamos juntos y me voy a la facultad. La pobre mujer está apenada conmigo, porque dice que no me queda tiempo para nada, pero la verdad es que me organizo fenomenal. En cuanto las clases terminan, vengo al hospital y aprovecho para hacer la tarea y estudiar. Siempre hay alguno de mis amigos que viene a pasar un rato conmigo y me trae la cena y si no, las enfermeras lo hacen. La verdad es que el personal del hospital se está portando genial con nosotros. La madre de First ha pedido permiso para poder trabajar desde el hospital por las mañanas y por las tardes va a su oficina. Y así es como nos vamos organizando.

Sonrío cansado. No por el esfuerzo que me está suponiendo esta situación sino por ver a First postrado en esta maldita cama. Alguien tan lleno de vida como él, condenado a vivir en esta pesadilla perpetua, sin poder despertar.

A veces, me paso horas mirándole, estudiando los cambios que sufre su cuerpo día a día. Y tantas veces como me acaba de pasar, creo ver pequeños movimientos. A veces me parece ver sus ojos moverse bajo sus párpados, y otras, como ahora, creo haber visto algún movimiento casi imperceptible en sus dedos.

Espera, eso no lo he imaginado.

Mi corazón empieza a latir como un loco en mi pecho. Me pongo tan nervioso que tengo que sentarme en la cama junto a él. Pego mi cara a su mano y espero y espero y espero para comprobar si es mi imaginación. No sé los minutos que paso casi sin parpadear, por miedo a perderme algún movimiento. Pero su mano descansa sobre la blanca sábana. Una lágrima se escapa sin permiso aflorando esta tristeza que me embarga cada día más.

- Por favor First, despierta de una puñetera vez - sollozo. - Te necesito tanto...

Escucho pasos detrás de la puesta y me levanto de la cama a toda velocidad, mientras me paso la mano por los ojos.

- Buenos días, querido - me saluda la recién llegada.

- Buenos días, mamá - la mujer insistió desde un principio para que la llamara así.

- Te he traído café y croissants - me sonríe tendiéndome el desayuno. - ¿Cómo está mi pequeño?

No le digo que me ha parecido ver que se ha movido, porque lo último que quiero es crearle falsas esperanzas a la pobre mujer.

Nunca digas nunca (FirstKhaotung 🔞)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora