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Zayn Malik

Los dos días siguientes fueron un ir y venir de visitas constantes de Luisana, sola o en compañía de alguna amiga. Se mostraba amable y cercana conmigo, tanto que algunos de mis compañeros comenzaban a interrogarme buscando saber qué había entre nosotros. Aquel día después de que ella abandora el local, Sabrina, que por alguna razón no se terminaba de fiar de Luisana, me advirtió que fuera precavido y que no me metiera en problemas. Mientras Marcus por su parte, me animaba a no desaprovechar la oportunidad que se me presentaba.

—En serio macho —Marcus posó su mano sobre mi hombro izquierdo. Yo permanecía sentado en una de las mesas junto a la barra— Esa piva quiere tema. Te lo digo yo que sé de lo que hablo. Las mujeres como esas no se fijan en gente como nosotros por simple amistad.

—Tal vez —dijo la rubia, limpiando la única mesa que había sido ocupada esa mañana, mascando un chicle de menta para ocultar el olor a cigarro.

—¿Estás diciendo que debería acostarme con ella?

—Pues claro, tío. ¿No ves que te lo está poniendo a huevo? —se adelantó a decir el moreno. Entonces, con un movimiento sutil la rubita se colgó el trapo con el que acababa de limpiar la mesa en el hombro al mismo tiempo que con la otra mano seguía sujetando la bandeja con las tazas ayudándose de la parte inferior de su torso, mascullando un sonido de negación sin abrir la boca.

—Yo no dije eso —hizo una burbuja con el chicle y lo explotó—. Mira, chico de campo —se posisicionó frente a mí, no sin antes dedicarle una mirada de desaprobación a mi compañero—. Yo no puedo decirte qué puedes o no hacer con tu vida, eso es cosa tuya —aclaró—. Pero sí puedo decirte que las personas de clase alta, como tu amiguita y sus chupipandis, no suelen fijarse en los pobres así sin más. Por eso digo que vayas con pies de plomo —Y alejándose, añadió— Y si te la quieres fifar, por mí como si nada. Mientras no sea Marcus —negó, haciendo uso de sus hombros y la mano libre, suscitando risitas entre el resto de mis compañeros y yo.

***

Haylie Blodwood

Ser una modelo mundialmente conocida y codiciada, además de una de las empresarias jóvenes menor de treina más exitosas del momento no resultaba tarea fácil, siempre había trabajo que hacer, eventos a los que acudir o ruedas de prensa que dar. Era una vida agotadora, pero no la cambiaría por nada. Ser alguien tan influyente y adinerada también tenía su lado bueno, y es que podía hacer todo lo que quisiera, poseer lo que quisiera y tener a mis pies a toda una muchedumbre dispuesta a lo que fuera por complacerte.

Habíamos quedado las chicas y yo en un spa que sólo un grupo muy selecto de ciudadanos podía costearse. El exuberante complejo era propiedad de los padres de Amy, los Brentford. Su familia contaba con una cadena de hoteles y complejos lujosos alrededor de casi todo el mundo.

—Chicas, ¿por qué no vino Stelle?

Luisana me miró de un modo extraño tras formular mi inquietud, fue como si tuviera constancia de alguna información concerniente a mí que desconociera.

—Stelle —hizo una breve pausa— está ocupada con un asuntillo.

Me pareció verla sonreír pero le resté importancia.

Nos encontrábamos en la piscina subterránea; un espacio con detalles de la arquitectura grecorromana con un toque moderno que dejaba asombrado a cualquiera, despotricábamos contra cualquiera que nos viniera a la mente o de todo aquel que nos cayera mal. Deleitándonos con las mejores bebidas y tentempiés.

—Por cierto, Lu —Kurtney bebió de su copa antes de proseguir— Dime que ya te acostaste con el chico ese —hizo ademán con la mano, como pidiendo que le recordaran el nombre que se le estaba escapando.

ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora