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No nos estaba yendo mal en nuestra nueva vida pero tampoco iba como deseaba. Mi madre continuaba trabajando y eso era algo que debía cambiar. Mi salario en la cafetería no es que fuera suficiente como para mantenernos a los tres si mamá dejaba su trabajo, de modo que si quería que ella descancara y me hiciera cargo de los tres, debía ganar más dinero. De ahí que cuando Marcus me habló sobre que podía ayudarme a obtener un segundo, me interesé.

—¿Listo? —Cuando dejaba la cafetería, Marcus trabajaba a tiempo parcial como aparcacoches en fiestas privadas. Y gracias a un amigo suyo había conseguido enchufarme.

—Lo estoy —me frotaba las manos, hacía bastante frío.

—Bien. Tú sólo relájate, ¿vale? No será el mejor trabajo del mundo pero puedes conducir los mejores bugas y alegrar tu vista con el mogollón de tías hermosas que acuden a estas fiestas. Y quién sabe, si tienes suerte tal vez acabes en la cama de alguna  —me dio un toquecito con el codo.

A Marcus y a mí nos asignaron la entrada principal. Es decir, nos encargaríamos de recibir a los invitados y de llevar sus coches al aparcamiento. Debíamos tener cuidado de no rayar un sólo carro o  no cobraríamos.

Marcus hizo los honores con los primeros invitados, me mostró el procedimiento para luego dejarme a mí hacerlo.

Todo marchaba con total normalidad, el frío quedaba en un segundo plano frente al sensacional desfile de sensuales mujeres con la ropa más cara y extravagante que nunca había visto.
Ver a tanta gente elegante y adinerada junta hizo que me mantuviera firme en mi sueño de ser uno de ellos.

<<Algún día seré asquerosamente rico>>.

De pronto llegó un bólido con los cristales tintados, atrayendo todas nuestras miradas. Seguramente la carrocería estaba hecha de fibra de carbón. Era realmente hermoso.

—Uuh, chaval. Menuda preciosidad. Yo quiero uno de esos —expresó mi compañero, admirado la belleza metálica frente a nuestros ojos—. Tío, el placer es tuyo. Si me subo a este buga no querré bajar jamás —dijo, negando con la cabeza.

Me acerqué a la puerta del piloto para abrirla. En ese momento sentí cómo se me estremecía el corazón y me quedaba paralizado  al dilucidar por fin al propietario...O mejor dicho, la propietaria. Se me quitó el hambre de repente. Una hermosa y atractiva mujer negra, alta, se bajó del auto. Su delicioso perfume y descomunal sensualidad invadieron mis sentidos provocando mis instintos más primitivos.

—Buenas noches —titubeé. La chica agradeció y me entregó las llaves. Pude notar una ligera sonrisa en sus carnosos labios.

Si antes las miradas habían ido a parar al coche, ahora ella acaparaba toda la atención y miradas. Su garbo y prestancia eran únicos. Lucía un largo vestido negro de alta costura ceñido a su delgada figura, sin tirantes, exponiendo su espalda y con una abertura lateral que revelaba sus sensuales piernas. Era la mujer más bella que había visto nunca...O no.

Sus ojos se arrugaron observándome con detenimiento.

—¿No nos habremos visto antes? —demandó.

Tragué grueso.

—Es posible —mascullé.

—Claro —constató alargando la primera vocal. La sonrisa de su rostro era tan dulce como sincera—. Eres el chico de la cafetería —Se acordaba de mí. ¿Cómo era posible?— ¿Cómo te encuentras? Espero que no te hicieras mucho daño aquella vez.

Pude observar cómo el resto de gente se quedaba mirándonos extrañados. Seguramente pensando qué podrían estar hablando dos personas tan diferentes. La chica era, sin exagerar, la más hermosa de todas las que habían acudido al evento aquella noche. La más hermosa que jamás había visto.

ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora