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Zayn Malik

Me encontraba en una reunión de trabajo cerrando un acuerdo con unos clientes chinos cuando la pantalla de mi móvil se iluminó y éste empezó a vibrar. "Número desconocido". Esas palabras se leían en letras grandes en la pantalla. La reunión casi había culminado, los detalles más relevantes se habían abordado y todo estaba ya dicho pero no quería ser irrespetuoso, por lo que ignoré la llamada. El remitente no insistió.

Un par de minutos más tarde mis invitados se marcharon por fin y me quedé libre, después de rechazar educadamente su invitación de ir a celebrar el inicio de una cooperación que presagiaba éxitos a ambas partes. Y justo en el momento en que iba a tomar el celular para devolver la llamada perdida, éste vibró de pronto, casi tomándome desprevenido.

Se me arrugó el entrecejo.

Otra vez se trataba de un número desconocido. Supuse que sería el mismo de antes.

—Yo mismo, ¿quién es? —respondí una vez pegado el cachivache al oído.

Por un momento llegué a pensar que quizá sería alguien intentando ponerse en contacto conmigo porque tal vez algo le había sucedido a mi madre. Estaba algo inquieto.
No obstante, al oír la voz al otro lado del teléfono se disipó mi inquietud.

—[¿Coffeeboy?]

—¿Haylie? —Increíble—. ¿Eres tú? —Claro que era ella, nadie más me llamaba de esa forma. Me sorprendió gratamente recibir su llamada, la había estado esperando durante días— Vaya, qué agradable sorpresa.

—[Disculpa si te interrumpo, puedo llamarte más tarde si estás ocupado].

—Uhm. No, no, tranquila. Justo iba a llamar a ese número pero te me adelantaste.

En mi rostro se instaló una enorme sonrisa bobalicona. Cualquiera que me hubiera visto en ese momento se habría percatado. Parecía un adolescente conversando con la persona que le gustaba. Menos mal que Haylie no podía ver mis emociones a través de la llamada de voz.

—Bueno. ¿Qué tal?, ¿cómo te va?

—[Pues muy bien, la verdad. Me va muy bien. Gracias. ¿Y tú?]

—Ahora, mucho mejor —solté y me arrepentí de inmediato al caer en que mi respuesta podría encerrar una ambigüedad que cualquiera podría tergiversar.

—[Eso es genial. Me alegro mucho por ti].

—Gracias.

La conversación no se prolongó mucho más. Después de que preguntara por mamá y me contara que su madre había venido a verla y poco más, nos despedimos.

—[Bueno, me despido. Sólo llamaba para saludar y que supieras que ese es mi número. Así podremos estar en contacto más a menudo].

—Claro. Gracias por llamar. Ha sido un placer.

—[Lo mismo digo. Cuídate].

No sé cómo lo lograba pero esa chica conseguía siempre despertar en mí sentimientos que me volvían vulnerable. Daba igual si la tenía delante o no, si hablábamos por teléfono o si pensaba en ella, mi corazón siempre se las apañaba por suspirar por ella.

Ya eran casi las cuatro de la tarde y hacía calor, razón por la que me quité la chaqueta. Podría haberme ido directo a casa pero debía pasar primero por el supermercado a comprar repollo, lechugas y unas cuantas hortalizas más antes de regresar. Por consiguiente, arranqué el coche y me fui al supermercado más cercano.

Saliendo del establecimiento, ya en el parking, metiendo las bolsas en el maletero, escuché una voz femenina pidiendo auxilio desesperadamente. Levanté la cabeza, con el ceño arrugado, buscando con la mirada la dirección en la que procedía aquella voz.

ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora