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Narrador omnisciente

La identidad del asesino de Julia había dejado de ser un enigma para Nguema. En su poder, reposaban grabaciones de las confesiones de los encubridores del crimen. Si esa información llegaba a manos de la prensa, todos los medios se harían eco de la noticia, y los culpables —el asesino, Sanders y Graham— terminarían tras las rejas.

Sin embargo, esas tres figuras no eran más que peones en un juego mucho más oscuro. Sanders y Graham, especialmente Graham, con su cargo y responsabilidad ante la sociedad civil, no eran más que marionetas de una cuarta persona. Nguema sabía que la única manera de desmantelar toda la trama era sacar a la luz pruebas irrefutables que demostraran la implicación directa de ese titiritero en las sombras.

Nguema comprendía que no sería sencillo demostrar que el cuarto individuo había ejercido su influencia sobre el jefe de la policía. Pero, con una determinación férrea, decidió que haría lo imposible para probar que el asesinato de la pequeña también implicaba tráfico de influencias, corrupción, obstrucción a la justicia, abuso de poder y complicidad. Lo demostraría aunque le costara la vida.
Trapos sucios; esa era la clave. Hurgaría incluso en la basura para destapar todos los trapos sucios que pudieran involucrar a ese sujeto, de tal forma que, una vez expuestos, le fuera imposible eludir la justicia, incluso si contratara a los mejores abogados del mundo.

***

El timbre resonó, anunciando la llegada de los huéspedes que Zayn y su madre esperaban con ansias. El corazón de Zayn dio un vuelco. Delilah emergió de la cocina, portando uno de los platos que había preparado con esmero y cariño para la cena de esa noche. No solo volvería a ver a Haylie después de tanto tiempo, sino que también conocería a su madre. Había oído hablar maravillas de ella durante el tiempo que trabajó para su hija y la había visto en fotos, pero hasta esa noche no había tenido el placer de conocerla en persona.

Zayn, que en ese preciso instante ayudaba a colocar la mesa, se dirigió a la puerta. Inhaló y exhaló profundamente antes de abrirla con una sonrisa afable.

—¡Buenas noches! —saludó cortésmente, inclinándose ligeramente—. Es un placer conocerla al fin, señora Blodwood. Soy Zayn. Haylie me ha hablado mucho de usted. —Zayn miró a Haylie con cariño, un gesto que ella correspondió.

La señora Ágata permanecía tranquila, con una ligera sonrisa en el rostro. Experimentó una sensación agradable al conocer al joven. Tenía la impresión de que Zayn era un chico de buen corazón, lo veía en su mirada.

—Gracias, jovencito. El placer es mío —respondió la mujer, examinando a Zayn con la mirada, quizá con la intención de ponerle aún más nervioso de lo que ya estaba. Haylie carraspeó—. Qué casa más bonita tienes —añadió.

Zayn rió nervioso.

—Mi madre la decoró —aclaró—. Pero pasen, por favor —Zayn se hizo a un lado, permitiendo que ambas mujeres entraran—. Pónganse cómodas.

Cerró la puerta detrás de ellas y las guió hacia la sala, donde les esperaba una mesa elegantemente decorada. Justo en ese momento apareció Delilah, con una sonrisa cálida, cargando una olla que, aun cubierta, desprendía un aroma increíblemente delicioso. Delilah depositó la olla en su lugar con sumo cuidado.

—¡Señora Delilah!

Nada más verla, una emocionada Haylie salió disparada hacia los brazos de la mujer que años atrás se había portado como una madre para ella y por la cual sentía un especial cariño.

—Señorita Haylie. Cuánto tiempo sin verte —anunció la mujer, que lucía un largo vestido verde oscuro con estampado de flores silvestres y un turbante del mismo color, correspondiendo al abrazo de la chica. Se separó de ella para apreciarla de arriba a abajo con los ojos—. Estás más guapa de lo que recordaba.

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⏰ Última actualización: Nov 11 ⏰

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ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora