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Zayn Malik

Seguía tan nervioso que sentía que no podía respirar, me sentía en una nube. Levitando. No me lo podía creer, acababa de tener a Haylie en mis brazos y no se trataba de un sueño. Era real.
Cuando recibí su llamada jamás hubiera imaginado que me pediría tal cosa. Mi pecho subía y bajaba acelerado, el corazón me latía a mil y de nuevo esa sensación de hormigueos en mi estómago se hizo presente pero más intenso. Estaba tan feliz que no podía ocultar la enorme sonrisa boba que traía. ¿Pero cuánto duraría esa felicidad?

—¿A quién pretendo engañar? Haylie jamás se fijaría en alguien como yo. No estoy a su nivel —me dije, terminando de cambiarme en el cuarto que me habían asignado.

Al salir de aquel cuarto vi a Haylie acercándose a mí.

—Hola —saludó de manera extraña—. Hmm... Parece que al director le ha encantado tu trabajo —dijo, corriéndose el cabello tras la oreja, con sus labios curvados en una sonrisa tierna.

—En verdad fue gracias a usted, señorita. Y, de corazón le agradezco que haya pensado en mí —enuncié humildemente. Haylie no paraba de juguetear con sus dedos, lo que me pareció extraño—. En serio, muchas gracias por esta oportunidad. Mi madre y Julia estarán más que felices cuando les cuente.

—No tienes nada que agradecerme Zayn. Todos merecemos una oportunidad alguna vez —subrayó—. Y deja ya de llamarme señorita Haylie, dime Haylie asecas.

—Está bien —me rasqué la nuca mostrando los dientes—, Haylie.

—Por cierto, Coffeeboy. ¿Qué te parece si-v... —el sonido de mi celular la interrumpió, no quise responder pero Haylie insistió en que lo hiciera— Cógelo, tranquilo. Voy a despedirme de Cheng.

Atendí la llamada mientras veía cómo se alejaba. Al cabo de un rato finalizó la llamada, busqué de nuevo a Haylie para despedirme. Me tenía que ir de inmediato.

—¿Todo bien? —me preguntó cuando la hallé.

—Me temo que he de irme. La señorita Luisana quiere que le ayude a mover unos muebles —Fue pronunciar aquel nombre y la expresión de Haylie cambió de repente, como si tuviera conocimiento de algo que no supiera yo— ¿Pasa algo? —interrogué intrigado.

—Uhm, no, no. Descuida, puedes irte.

—Ah. Casi se me olvida. Hace un momento, antes de que sonara mi móvil, hmm, no sé pero ¿ibas a decirme algo?

—¿Ah, sí? —asentí, mascullando un sonido afirmativo—. Ah, no. No tiene importancia. Tú ve con Luisana, nos vemos luego.

Quizá fueran cosas mías pero juraría que sí quiso decirme algo. Pero bueno, no iba a insistir. Además, ¿qué podría querer alguien como ella decirme a mí?

—De acuerdo. Adiós.

                                           ***

Cada vez tenía más ocupaciones, lo que implicaba más ingresos. Sin embargo, significaba también pasar menos tiempo en casa con mi familia. En los últimos días había logrado estar al lado de Haylie compartiendo momentos que quizá fueran insignificantes para cualquiera, pero que para mí significaban mucho.

Cuando llegué a la propiedad de Luisana los portones se abrieron automáticamente de par en par, cediéndome el paso. Había un patio gigantesco bañado de cesped, una piscina enorme y unos cuantos vehículos estacionados.

Un tipo de unos diecinueve años con aspecto de yonqui, vestido con un uniforme similar al de un negocio de comida rápida salió apresurado del interior de la casa, casi como si le hubieran echado. Nuestras miradas se cruzaron. Podría jurar que me pareció percibir en su rostro una expresión de apocamiento. El chico no había cerrado al salir, por lo que entré.

ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora