ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]

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Zayn Malik.

Primero fue el tornado.
Sí, antes de las inundaciones el gigantesco embudo de aire arrasó con todo a su paso. Toda clase de materiales volaron, inclusive animales y casas enteras. La gente, muerta del miedo, se había atrincherado en el interior de sus hogares esperando a que pasara el meteoro que había llegado ¿sin previo aviso? Pero eso no fue lo peor. Lo peor fue que poco a poco medio pueblo fue quedando sepultado bajo el agua durante largos días que parecieron interminables.

Diecisiete años antes, mi padre, Leroy Malik, antes de quitarse la vida, supuestamente, había dedicado años de su mediocre existencia luchando por que el gobierno estatal diseñara e implementara un plan estratégico que pudiera activarse en caso de desastres naturales. Insistió en que prever amenazas de dicha índole ahorraría al pueblo sufrir grandes pérdidas. Sin embargo, dado que nuestro pequeño pueblo era habitado por gente de mente cerrada; y que desde su fundación jamás había experimentado el azote de ningún agente geológico externo, nuestros dirigentes ignoraron sus propuestas. Casi todo el pueblo le tildaba de paranoico, loco, borracho...Incluso yo alguna vez llegué a pensarlo. Cierto es, que el que tuviera problemas con la bebida no ayudaba mucho.

Seis días después del desastre los vecinos fuimos saliendo unos tras otros de nuestras zanjas y poder presenciar así lo inimaginable. El horror. Al final, el borracho, paranoico y loco tenía razón. Resoplé. Todo había quedado reducido a escombros. Las casas, bares, la escuela, granjas, todo estaba destrozado. Treinta y dos personas perdieron la vida: hombres, mujeres, ancionos y niños. En los ojos de los sobrevivientes se podía leer la desolación. Muchas pérdidas fueron irreparables.
Aquellos que no resultamos heridos formamos pequeños grupos para ayudar a quienes se hubieran quedado atrapados bajo las ruinas y rescatar aquello que podía ser salvado. Mi madre, Delilah, junto con otras mujeres, se encargaron de asistir a los heridos y, mi hermanita de siete años, Julia, como de costumbre, iba detrás de mí.

—Zayn, Zayn —gritó Julia, atrayendo mi atención—. Ven, rápido —Corrí hasta ella. Me agaché para quedar a su altura.

—¿Qué pasa, hermanita? ¿Has encontrado algo?

—Ahí —señaló con el dedo mientras con la otra mano abrazaba con fuerza contra su pecho a la muñeca que le había regalado nuestro padre en su tercer cumpleaños—. ¿No lo oyes? —Arrugué las cejas, agudizando mis oídos—. Creo que hay un gatito que no puede salir —dijo entristecida—. Vas a ayudarle, ¿verdad?

—Claro que sí, pequeñaja —asentí, acariciando su lacio cabello corto—. Pero antes, —tomándola entre mis brazos, la deposité un par de metros más atrás para poder levantar los sedimentos fácilmente y evitar que se lastimara— necesito que te quedes aquí, quietecita. ¿De acuerdo? —Julia asintió—. Buena chica.

Con sumo cuidado fui apartando los materiales bajo los cuales provenía un tenue maullido, hasta que finalmente di con el minino. Un gatito de unas semanas de vida. Era completamente negro, con unos ojitos azules intensos. Con cautela lo tomé, examinándolo con la mirada. Parecía estar bien, aparte del pequeño cortecito que se había hecho en la nariz.

—Mira, tu amiguito está bien. No le pasó nada.

La cara de felicidad de mi hermana contrastaba con el desastroso paisaje que nos rodeaba. La inocencia de los niños es un privilegio del que no debemos privarles. Llevé a Julia y a su nuevo amiguito a la iglesia con los demás niños; sorprendentemente fue uno de los pocos lugares que menos afectados se vieron tras el incidente, y así poder continuar con la búsqueda..

Iba con un grupo de chicos del pueblo con los había crecido; nos conocíamos todos. Las calles por las que alguna vez correteamos y jugamos ya no eran lo mismo. Donde una vez hubo prometedores huertos, granjas cargadas de vida y esperanza, hogares, alegría y abundancia, ahora había sido reemplazados por ruinas y perdición. Miraras por donde miraras, resultaba inevitable no sentir murria.