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Haylie Blodwood

Aquella mañana me levanté con buen pie, feliz. La salida de la noche anterior fue agradable y me lo pasé muy bien en compañía de Coffeeboy. Su nobleza y caballerosidad eran algunas de las virtudes que me encantaban de él. Además de eso, tendría unos días libres en la agenda antes de la siguiente sesión de fotos y pensaba aprovecharlos para descansar, dedicarle tiempo a mi madre y a las fundaciones que teníamos fuera de la ciudad, donde pasaríamos unos días mamá y yo.

Las maletas estaban listas y el chófer las había metido en el coche que llevaríamos. Dado que iba a ser un viaje largo preferimos que nos llevara el señor Paco, para así poder mamá y yo charlar sin tener que preocuparnos de la seguridad vial.

—Buenos días mamá —saludé, depositando un suave beso en la mejilla de mi madre, quien se encontraba en el jardín esperándome para desayunar juntas—. ¿Qué tal dormiste?

Debido a que había estado algo ocupada no había podido pasar tiempo con ella pero, ahora que tenía la agenda despejada podría hacerlo. Empezaríamos por tomar el desayuno en el jardín, luego me acompañaría al hospital a visitar a una mujer que había parido nueve bebés de un solo embarazo. La mujer y su marido no disponían de medios para la crianza de tantos niños, ni siquiera llegaban a fin de mes con el salario de su esposo, razón por la cuál contactaron con una de mis ONG's en busca de ayuda.

—Muy buenos días, hija —respondió con amabilidad—. Dormí bien, gracias.

Sobre la mesa teníamos zumo de naranja recién exprimido, tostadas, queso, lonchas de jamón, café para mi madre, leche y colacao para mí. También había kiwi, philadelphia y sobre todo piña. Me encantaba la piña bien madura. Cada vez que comía piña le echaba una pizquita de sal por encima, esa unión entre su dulzor natural y el contraste de la sal creaba un sabor único.

—Hija, hay una cosa que me gustaría preguntarte.

—Claro mamá, dime. ¿De qué se trata?

Tras tomar asiento cogí una tostada, unté un poco de philadelphia, le puse una loncha de jamón y añadí dos rodajas de kiwi amarillo y una de piña por encima para luego pegarle un buen mordisco.

Delicioso.

—Es sobre tu último trabajo. —Notaba misteriosa a mi madre, como si algo le preocupara y no estuviese segura de si decirlo o no—. Ese en el que tenías que cortar la cinta en la inauguración de un parque o algo así —dijo dudosa.

Bebí un trago de mi leche con colacao para bajar la tostada y me relamí los labios.

—Ah, sí. Fue la ceremonia inaugural de un parque temático construido por la Dowshon Company —aclaré—. ¿Qué hay con eso?

—¿Qué sabes de esa empresa?

—¿La Dowshon Company? —Mamá asintió, su semblante permanecía serio. No había probado casi el desayuno.

Su pregunta me dejó un tanto desconcertada, no entendía el porqué ni el para qué y se lo hice constar. Empecé a contarle lo que sabía, que era una de las más poderosas de la industria farmacéutica de todo el país, etc, e iba a ahondar en su ámplio palmarés cuando me interrumpió abruptamente.

—No, hija, me refiero a los dueños —concretó—. ¿Qué sabes de esa familia?

Entonces se me contrajo el entrecejo. Mamá jamás me haría preguntas de esa índole si no hubiera algo que le inquietara, pensé, mirándola detenidamente. Era muy raro.

—A ver, mamá —enuncié después de darle otro trago a mi bebida—. Si tienes algo que quieras contarme, dímelo. ¿A qué se debe ese interés repentino por la compañía Dowshon? ¿Eh?

ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora