ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]

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Haylie Blodwood

"Sólo aquellos que han vivido el horror
de las guerras conocen el verdadero
significado de la paz".

Al verle por fin, pegué un grito de la emoción.
Él, con esa sonrisa impecablemente sexy, esperaba con los brazos abiertos para que lo sellara en un abrazo y así fue. Me abalancé sobre él cual niña pequeña a los brazos de su padre, salvo que él no era mi padre. Sus fuertes brazos me rodearon con fuerza y hundí mi cabeza en su pecho. Dios. Sentí cómo sus bien trabajados abdominales golpeaban mi vientre al permanecer juntos nuestros cuerpos. Su perfume, —inhalé profundamente, pero de forma disimulada— ya había olvidado lo bien que olía siempre.

No sé cómo lo conseguía pero en sus brazos me sentía siempre segura. A salvo. Desde aquel primer día en que nos conocimos en tercero de primaria cuando acudió a defenderme de unos abusones de sexto curso que estaban metiéndose conmigo por mi color de piel, él y yo nos volvimos inseparables.

Casi.

Él siempre había sido un chico de poco hablar, indiferente, lo cuál le daba un punto misterioso y atractivo. Recuerdo que tanto en la secundaria como en la universidad siempre tenía pretendientas por doquier y aun así él parecía no tener el más mínimo interés por ninguna. Pasábamos mucho tiempo juntos y eso ponía celosas a las chicas a las que gustaba. Jamás dudaba en defenderme ante quien quiera que fuese, incluso si le superaban en número.

Siempre que me gustaba un chico él se encargaba de investigarle por si era un capullo, como le gustaba llamar a los idiotas que sólo iban a lo que iban. Si algún chico intentaba propasarse conmigo, él le daba su merecido. Parecía mi guardaespaldas personal. Incluso llegó un momento en la universidad en que los chicos tenían "miedo" de quedar conmigo por temor a él.

Jamás olvidaré la noche de la fiesta de graduación de la universidad. Un chico de la facultad de derecho —el único que se había atrevido a pedirme salir en el último año— y yo nos estábamos besando en su cuarto después de escaparnos del complejo en el que se llevaba a cabo la fiesta post-evento, aquella noche iba a ser especial porque iba a entregarle mi virginidad a aquel chico tan maravilloso del que creía estar enamorada. Todo iba bien, besos, caricias...pero entonces empecé a dudar de si realmente quería hacerlo, además de que me sentía mareada. El chico estaba en calzoncillos y yo en ropa interior cuando le dije que parara. Zack, como se llamaba aquel chico, no me hizo caso y continuó besándome.

No me encontraba bien. Me pesaba todo, era como si no tuviera el control de mi cuerpo. Me mareaba. Le pedí de nuevo a Zack que parase pero él sonrió y me agarró con fuerza las manos al intentar pelear. Fue inútil porque todo mi cuerpo era tan débil y pesado que hasta una mosca podía derribarme. Con la mano libre me arrancó el sujetador y comenzó a sobar mis pechos contra mi voluntad. Traté de zafarme pero luchar me era imposible.

Le supliqué que no lo hiciera, le rogué, pero me ignoró. Las lágrimas se acumularon en mis ojos y mi voz se volvió quebradiza. Zack amenazó con matarme si no me callaba. De pronto sentí cómo amarraba mis muñecas con cinta aislante, se llevó el dedo índice a los labios indicándome que dejara de chillar. Sonrió con malicia y confesó que me había echado algo en la bebida, que me iba a hacer pagar por haberle hecho pasar un año esperando para acostarse conmigo.

Cerré los ojos horrorizada y las lágrimas se deslizaron por las comisuras de los mismos. Agarró por ambos lados de mis caderas la única prenda que cubría mi intimidad para luego despojarme de ella.

Pero entonces alguien abrió la puerta del cuarto violentamente. Cuando abrí los ojos, mi mejor amigo ya se había abalanzado sobre Zack y le estaba moliendo a puñetazos hasta partirle la cara y dejarle inconsciente. Se limpió la sangre de los nudillos en los pantalones, caminó hacia sin decir nada, cubriéndome con su chaqueta. Me liberó de las ataduras y me dijo que me vistiera mientras sacaba a rastras a Zack del cuarto.