ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]

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Haylie Blodwood

Los niños a veces son más fuertes
de lo que podemos
llegar a imaginar.

Durante toda la noche el móvil de Zayn había permanecido incomunicado, le llamé en numorosas ocasiones pero me saltaba el contestador. Eran casi la una y media de la madrugada. Su madre no se encontraba bien, tenía que conducirla de urgencias al hospital. Y dado que Julia se había desvelado y no quería quedarse en casa, me la llevé conmigo.

Tras unas interminables horas de espera las pruebas médicas revelaron que el susto no fue para menos, pues la señora Delilah tenía cancer. Según los médicos la enfermedad se encontraba en una fase inicial, por lo que las probabilidades de que lo superara sin la necesidad de una intervención quirúrgica eran elevadas. Gracias a los sueros y fármacos que le suministraron pudo recobrarse y en la mañana nos dieron el alta. No había podido ni ir a cambiarme el pijama.

El médico que nos atendió, el doctor Philip Lannin, era amigo de mi madre y me conocía de pequeña. El doctor Phil nos recomendó realizar unas pruebas más exhaustivas en una clínica especializada e informó que el costo podría ser alto. Le aseguré que los cargos correrían a mi cuenta, que el dinero no suponía ningún problema. A continuación me dio el contacto del director de aquella clínica e inmediatamente llamé para concertar una cita.

De camino a casa decidimos parar en una farmacia para comprar algunos medicamentos y suplementos vitamínicos que le había suscrito a Delilah el doctor Phil. Estábamos haciendo cola en la caja cuando Julia decidió irse a esperar en el coche. La pobre estaba tan cansada que se frotaba los ojos y bostezaba muy seguido. Su madre, la señora Delilah, fue tras ella y yo, entretanto, me quedé esperando turno. Ya sólo quedaban dos señoras de mayores antes que yo.

Unos minutos después un disparo procedente del interior del establecimiento nos sobresaltó a todos. Gritos. Todo el mundo se echó al suelo, asustado. Un encapuchado sostenía un arma apuntando a una de las farmacéuticas. No alcancé a ver su rostro ya que nos encontrábamos separados por unos cuantos estantes. Teníamos miedo.

El hombre salió deprisa.
Y entonces, oímos un segundo disparo proveniente del exterior del establecimiento seguido del sonido de unos neumáticos quemando asfalto.

—Rápido, una ambulancia —escuché gritar a un señor—. Que alguien llame a una ambulancia.

Salí rápidamente a la calle y mi coche ya no estaba donde lo estacioné. En su lugar sólo quedaban las marcas de neumáticos sobre el asfalto y el olor a goma chamuscada. <<Julia>> Rápidamente mi mente fue a parar en la pequeña que tan solo unos minutos antes había decidido salir a esperar en el coche. Recé por que no se la hubieran llevado dentro. Miré a todas partes esperando encontrarla en algún lugar. Una aglomeración de gente se había formado unos metros más adelante. Cuando saqué mi teléfono para marcar a la policía, un estruendoso grito desgarrador se hizo presente, arrugándoseme al instante el ceño y el corazón. Imposible.

Me abrí paso entre la muchedumbre a empujones, guiándome por aquella voz. Mis latidos estaban acelerados, con una extraña sensación en mi corazón, como si lo oprimieran. Me sentí pesada.

—Señora Deli... —No logré completar su nombre cuando un jadeo se me escapó, llevándome las manos a la boca al contemplar el horror. Petrificada.

Los ojos se me abrieron como platos, jamás había visto tal atrocidad. Mis piernas flaquearon, un punzón en mi corazón liberó mis lágrimas y las hizo deslizarse sobre mis mejillas. La señora Delilah lloraba desconsoladamente sobre el asfalto, en medio de un gran charco de sangre.

—¡Noo! ¡Mi niñaa! ¡Nooo!

El moribundo cuerpo ensangrentado de la pequeña yacía en su regazo. El corazón se me quebró al instante. <<Ju-Julia. No>>.
Desesperadamente me quité la sudadera para taponar la herida y ejercer presión sobre la misma.