ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]

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Flashback

Narrador omnisciente

50 años atrás

Transcurrieron los días y las semanas, y con ellos, los encuentros entre Pritchet y Catherine fueron cada vez más constantes. Tan constantes que Pritchet consiguió que la chica le permitiera entrar a su vida y en su corazón, y pasar así a ser parte de ella.

Pritchet había logrado persuadirla de manter en secreto su relación dado que podía ser mal visto por la siciedad; a fin de cuentas ella no había cumplido la mayoría de edad, cosa que él sí. Por lo que con el pretexto de no mancillar su reputación —según Maxwell— Catherine accedió a su petición. A sus diecisiete, Catherine se había pillado por él, de veintidós.

Se veían a escondidas para expresarse ese amor que sentían el uno por el otro, ese amor que no debían gritar a los cuatro vientos por más que sintieran la necesidad de hacerlo. Porque ese amor solo podía ser cosa de dos. Su hermoso secreto.

Y durante unos meses ambos jóvenes vivieron un apasionado idilio amoroso, haciendo que cada segundo fuera especial, memorable. Disfrutando cada segundo juntos.

Todo parecía perfecto para la joven criada negra que vivía en una nube, en un dulce sueño del que no quería despertarse jamás. Pero como dice el dicho, 'no todo lo que brilla es oro' y Catherine A. Davis lo descubriría muy pronto.

Fue en un sabado por la tarde; cuando se encontraba en el dormitorio de Dorothy ayudándola a arreglarse para la fiesta que habían organizado los señores Dowshon en honor al decimonoveno cumpleaños de su hija, donde Catherine descubrió el verdadero rostro de su amado. Mientras ayudaba a su joven patrona a ponerse guapa, ésta le confesó que a la fiesta acudiría su novio. La confesión le tomó tan desprevenida a Catherine que se le abrieron los ojos de par en par con una enorme sonrisa pícara en la cara.

—Espera, ¿dijiste novio? —preguntó para cerciorarse de que no hubiera oído mal. Dorothy asintió feliz, orgullosa, como si tener un novio fuese un prestigioso galardón del que alardear o fardar—. ¿Desde cuándo? —volvió a preguntar—. ¿Quién es?, ¿cómo se llama?

—Desde hace unos meses. —La felicidad de Dorothy era más que evidente. Se ponía colorada de solo hablar del tema. Catherine hizo pucheros, contenta por su amiga/patrona. Sabía exactamente cómo se sentía pero, a diferencia de Dorothy, ella no podía revelar su secreto—. Nos conocimos una tarde al salir del hospital a hacer las prácticas —continuó—. Es apuesto, atractivo y es un hombre de negocios. Dudo que sepas quién es.

—Aw. De veras, me alegro muchísimo por ti, Dorothy —expresó, obviando el último comentario de su jefa—. Espero conocerle algún día.

—Claro que lo harás —afirmó la cumpleañera, con sus rizos dorados bien arreglados—, le he invitado a la fiesta de esta noche.

Se espolvoreó un poco la cara, se retocó el pintalabios y su amiga terminó de ayudarla a embutirse en su largo y elegante vestido color crema.

—¿Cómo me veo? —preguntó ansiosa, mirándose en el enorme pedazo de espejo que tenía delante.

—Preciosa —proclamó Catherine, mirando con orgullo a su amiga—. Les dejarás boquiabiertos a todos.

A la fiesta acudirían personas de la alta sociedad, por lo que todo debía estar perfecto. No había margen para el error, a fin de cuentas se trataba de los Dowshon, la familia más adinerada de todo Springfield.

Solo quedaban unas dos horas para que iniciara oficialmente el acto y algunos invitados ya empezaban a llegar. Nadie quería perdérselo.

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