NguemaDe vuelta a Nueva York volví a quedar con Jimmy después de que me confirmara cierta información que le había pedido. Fui hasta su domicilio, era el cumpleaños de su hijo pequeño, Gabriel. La casa estaba decorada para la ocasión, habían niños y niñas correteando por el patio, felices. Jimmy me había informado de la festividad minutos antes, por lo que me detuve en una tienda y le compré una réplica del Apolo 12 en miniatura; a Gabriel le encantaba todo lo relacionado con la NASA. Una vez obsequiado al cumpleañero, su padre y yo nos dirigimos a una zona apartada del tumulto para hablar tranquilos.
Gracias a los nuevos datos que me aportó Jimmy, y los que obtuve de la agente Kim, empecé a atar cabos. ¿Por qué razón impidió el jefe de Kim e Isaak que fueran a las oficinas de la farmacia a preguntar por las farmacéuticas que presenciaron el atentado?, y más aún, ¿por qué motivo cambiarían repentinamente a las empleadas? Me hice esas preguntas repetidas veces y la respuesta invariablemente era la misma.
—Debo ir a esa farmacia, averiguar qué relación guarda con el jefe de la policía y a quién pertenece.
Jimmy era padre, lógicamente se ponía en el zapato de la familia de Julia.
—Encuentra al hijo de puta que le hizo eso a esa niña. Haz lo que haga falta —mi colega me estrechó la mano.
—Lo haré —proclamé con seguridad correspondiendo a su apretón.
Sin tiempo que perder me dirigí a la ubicación del establecimiento farmacéutico. Sin bajar del coche escudriñé los alrededores; calles y edificios adyacentes, di un par de vueltas por la manzana estudiando las posibles zonas con acceso a cámaras de vigilancia; que eran unas cuantas. Estacioné no muy lejos de mi destino, quise también recorrer la zona a pie para entender de qué manera podría uno sortear los diferentes obstáculos y las cámaras más que nada.
«Interesante».
Tres establecimientos en especial atrajeron mi atención: una tienda de muebles, situada justo frente a la farmacia, al otro lado de la calle, una licorería y una tienda de ropa elegante. Esos tres locales tenían tres cosas en común: primero, guardaban el mismo espacio físico con la farmacia, lo cual significaba que si ocurría un incidente en alguno de ellos, los otros se enterarían. Segundo, eran locales que manejaban grandes sumas de dinero en efectivo, lo que me llevaba a la siguiente pregunta: ¿por qué atracar una farmacia cuando tienes mejores opciones en las narizas? Y, por último y más importante, todos esos lugares disponían de cámaras de vigilancia que daban a la calle. De modo que alguna debió haber grabado al agresor cuando huía del escenario.
El único inconveniente era que desde aquel fatídico día hasta la fecha había transcurrido mucho tiempo. Por ende, las probabilidades de que alguno de esos establecimientos siguiera guardando las imágenes del día del incidente eran prácticamente nulas.
«De todos modos no pierdo nada con preguntar. Quizá alguno, con un poco de suerte, se acuerde de algo que sirva de gran ayuda».
Me adentré en la licorería.
Me llevé una decepción al salir de aquel lugar al no obtener nada que no supiera ya. Le agradecí al responsable y me fui a la tienda de ropa.
Las incursiones en los dos primeros establecimientos habian sido infructíferas. Todos decían lo mismo: que escucharon los disparos pero que no vieron nada. Y curiosamente sus cámaras de seguridad no funcionaban aquel día.
Dejé salir aire de mis fosas desalentado.
—Buenas tardes, señor —saludó amablemente un hombre entrado en sus cuarenta y tantos, probablemente fuera el gerente. Por su manera de expresarse y moverse, daba a entender que llevaba en el oficio más años que todos sus empleados juntos—. ¿En qué podemos ayudarle? Mire, tenemos los mejores muebles de la ciudad. Venga por aquí, por favor. Le mostraré...
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ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]
Romance¿Hasta qué punto te rebajarías para lograr tu propósito? ¿Estarías dispuesto a hacer, literalmente, lo que fuera para materializarlo?... Tras la devastación de su pueblo natal por un huracán implacable y una inundación, Zayn, un joven con sobrepeso...