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Narrador omnisciente

Las breves vacaciones que la modelo había tomado para pasar más tiempo con su madre habían llegado a su fin. Ahora, debía regresar a su rutinaria —y lujosa— vida de mujer trabajadora. Ambas disfrutaron cada momento juntas, cada destino visitado y cada actividad realizada. Pero, como dicen, todo principio tiene un final. Era hora de volver al trabajo.

—Si no te conociera, pensaría que tienes un problema con el teléfono; no te has despegado de él ni un solo momento —observó Ágata mientras untaba mermelada en una tostada en el amplio jardín trasero de la mansión de su hija, resguardadas bajo la sombra de un almendro.

Haylie estaba tan absorta en su celular que las palabras de su madre parecían dirigidas a otra persona. Una sonrisa bobalicona se dibujó en su rostro.

—¿Cuándo piensas presentarme a ese novio tuyo?

Haylie no esperaba esa pregunta y casi dejó caer el móvil al escuchar las palabras de su madre. Un rubor se apoderó de sus mejillas.

—¿Qué? —titubeó—. ¿De qué estás hablando, mamá?

Su madre sonrió divertida, negando con la cabeza ante la reacción de su hija. Ágata le recordó a Haylie todas y cada una de las veces que había estado con el teléfono, hablando y enviándose mensajes con aquel chico cuya identidad era desconocida para Ágata durante las vacaciones que pasaron juntas.

Ágata mantuvo la mirada fija en su hija, una cálida sensación envolvía su corazón. No recordaba haber visto nunca a Haylie tan feliz. Es cierto que su hija siempre fue una chica alegre, pero la felicidad que irradiaba ahora era tan evidente que no hacía falta ser un genio para darse cuenta de que estaba cautivada por algo. O alguien.

—No es lo que piensas, mamá. Zayn solo es un amigo.

Ágata levantó las cejas, claramente escéptica.

—Así que ese tal Zayn solo es un amigo, ¿eh? —replicó con una sonrisa sarcástica.

—Así es —afirmó Haylie, divertida—. Nos conocimos hace unos años, cuando su madre trabajaba como mi cocinera. Tenía una hermana pequeña, Julia, una niña encantadora. Era dulce e inteligente, y su risa llenaba de alegría toda la casa.

Ágata notó cómo la voz de su hija se volvía melancólica al mencionar a Julia. Con un tono más suave, quiso saber más.

—¿Y qué pasó? ¿Por qué se fueron? —preguntó con cautela.

Haylie comenzó a relatar lo sucedido aquel fatídico día. Los ojos de Ágata se abrieron de par en par, su boca quedó entreabierta y sus cejas se fruncieron, reflejando el impacto de la historia. A medida que su hija narraba los hechos, Ágata no podía contener su incredulidad.

—¡Dios mío, qué tragedia! —exclamó, moviendo la cabeza de un lado a otro—. Pobre familia, no puedo imaginar el dolor que debieron sentir.

—Yo quería mucho a esa niña, ¿sabes? Teníamos algo especial —añadió Haylie, con la mirada perdida en el suelo, sus ojos brillando con lágrimas contenidas.

Ágata se acercó a su hija y le puso una mano en el hombro, tratando de ofrecerle consuelo.

—Haylie, no sabía que habías pasado por algo así. Debió ser muy duro para ti.

Haylie asintió, sus ojos aún fijos en el suelo.

—Lo fue, mamá. Julia era como una hermana para mí. Después de lo que pasó, Zayn y su madre no pudieron quedarse. Se mudaron a otro lugar para empezar de nuevo.

Ágata suspiró profundamente, sintiendo el peso de la tristeza de su hija.

—¿Y has mantenido contacto con ese muchacho desde entonces?

ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora