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TRES AÑOS MÁS TARDE.

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"Tarde o temprano las personas cambian,
para bien o para mal".
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El tiempo transcurrió lento para mí, demasiado lento en ocasiones diría yo, pero transcurrió. Al principio me encerré en mí mismo y pasé semanas, meses tal vez, sin salir de mi cuarto, sin mediar palabra más que con mi madre en pocas ocasiones. Día tras día esperamos impacientes noticias sobre el asesino de Julia, algún avance en la investigación que pudiera arrojar luz sobre su paradero y poner por fin fin a nuestra angustia. Aguardamos ansiosos por oír que ese desgraciado se pudriría tras las rejas, mas la espera parecía alargarse tanto que llegamos a pensar que nunca llegaría a su fin.

La policía nos repetía lo mismo una vez tras otra: seguimos investigando. Daba la sensación de que en verdad no se molestaban en investigar siquiera. Quizá se habían olvidado ya del caso y lo habían archivado. Pues claro, a fin de cuentas no éramos gente con poder ni influencias. No éramos nadie.

Cerca de tres meses después del incidente fui a comisaría, como hacía cada semana, a verme con los policías que supuestamente llevaban el caso, la agente Burges y su compañero Isaak. Encontré a Burges, me dijo que sería mejor que hablásemos en otro lugar. Muy cerca de la comisaría se encontraba una cafetería en la que ella acostumbraba a desayunar, de modo que fuimos hasta allá. El interior del local lucía un estilo retro que evocaba los años 80, incluso las camareras vestían como tal. Era tranquilo. Burges pidió café para los dos.

Cuando le pregunté a la agente Burges cómo iba la investigación y si había pistas o lo que fuera, me sorprendió comentándome casi susurrando, que a su compañero le habían transferido al condado de Wisconsin por órdenes de sus superiores, y que a ella la habían advertido que terminaría dirigiendo el tráfico y poniendo multas de aparcamiento si no abandonaba el caso.

Estaba confuso, muy confuso. No entendía nada. Se suponía que la policía estaba para ayudar a hacer justicia y llevar a los malos a prisión, recuerdo que le dije. Le pregunté por qué razón harían tal cosa sus jefes. Y entonces me confesó que al parecer sus superiores no querían que siguieran indigando en el caso porque cabía la remota posibilidad de que una familia muy poderosa saliera salpicada. Sospechaba que pudiera tratarse de una familia que tuviera tanto poder que tendría comiendo de su mano a gobernadores, congresistas e incluso a fiscales. No podía hacer nada por mí, recalcó tras disculparse. La agente se retiró y me quedé, no estaba entendiendo nada. ¿Cómo era posible? Aquella noche no pude conciliar el sueño, me pasé la noche entera dándole vueltas a las palabras de Burges. No le dije nada a mamá, no podía contarle tal cosa. Por consiguiente, le mentí diciendo que la investigación seguía abierta.

¿Qué más podía hacer?

***

—Señor Malik, lleve estos documentos al asistente del presidente cuanto antes. Los está esperando —ordenó imperante el señor Smith, jefe de personal de la compañía Dowshon.

El señor Smith no me veía con buenos ojos desde que supo que su hija Melanie y yo nos conocíamos. Todo por los rumores que circulaban sobre mi persona en la empresa con respecto a las mujeres. Todo empezó el día en que Melanie fue a la empresa a buscar a su padre para no sé qué y coincidimos en el ascensor. La había conocido en una fiesta a la que me invitó Marcus unas semanas antes, para entonces y por cómo iba vestida, jamás habría imaginado que tendría dieciocho recien cumplidos. Era una chica guapa y simpática, un poquitín de más tal vez, pero no era mi tipo, ni yo el suyo. Como sea, el tema es que aquel día en que coincidimos en el ascensor estuvimos platicando un rato; ella más que yo, y al llegar a la planta de su padre, éste nos vio y quizá tuviera la impresión de que estaría yo tratando de seducir a su "inocente" hijita.

ENCRUCIJADA: Amor o venganza [🔞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora