Capítulo 34: Una chica madura y Tierna

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 —¡____ despierta! ¡Llegarás tarde!

Abrí mis ojos, encontrándome en mi habitación con Francisco tratando de despertarme. El sol ya había salido, mi mochila ya estaba preparada al igual que mi ropa de hoy.

Entonces todo se me vino abajo...

No...no puede ser, no puede...

¿Acaso lo que pasó...fue un sueño?

Me levanté desesperada sentándome en mi cama.

—Francisco dime que ayer fui con Sebastián—dije.

—____ debes ir a cambiarte...— dijo.

—¡Dime que ayer tuve una cita con Sebastián!

—¿Cita? ¿Tuviste una cita?—pregunto confundido.

—¡No lo sé!— dije entrando en pánico—.No pudo ser un sueño, yo lo sentí tan real...

— Te hace falta algo de comer. Apresúrate, hoy te llevaré a la escuela. Y por cierto, guarda ese vestido, es muy bonito como para que lo uses de pijama— sonrió dirigiéndose a la puerta.

Mire debajo de las cobijas de mi cama, y era cierto. Aún traía el vestido rojo que compré con Juan Pablo.

Si lo traigo puesto...eso significa que lo que sucedió anoche fue real...

¿Y cómo es que llegue a mi habitación? ¿Sebastián me trajo de vuelta? ¿Por qué no puedo recordar nada ahora?

—¡____ faltan veinte minutos!—gritó desde la sala.

—¡Ya voy! ¡Estaré lista en cinco minutos!

—¡Mas te vale que sea cierto, porque esa frase la conozco muy bien!

Reí durante unos segundos y luego me alisté para la escuela. Felizmente mis cosas y mi ropa ya estaban hechas, gracias a Francisco o mi madre, aunque creo que ella no sería capaz después de lo que sucedió en la mañana anterior.

Y mi padre...

¿Se habrá dado cuenta de lo que hice? ¿Y si descubrió a Francisco encubriéndome? Por como lo vi hace unos instantes, supongo que el plan salió a la perfección; sin embargo, no sé lo que ocurrió antes de que llegara, o cuando llegué. Sigo sin entender porque no logro obtener algún recuerdo de la noche pasada.

Me colgué la mochila al hombro y salí hacia la puerta principal del departamento. Francisco estaba esperándome en uno de los autos que mi padre tenía, un Jeep negro. Él estaba vestido con un blazer negro, unos pantalones del mismo color y unos zapatos de charol. Traía el cabello perfectamente peinado, el traje parecía hecho a la medida, su perfume era tan...él, no sé cómo explicarlo. Sigo con la idea de que es dios griego.

Ambos subimos al auto, él en el asiento del conductor y yo en el de al lado. Cerró la puerta y antes de arrancar, me entregó un sándwich de queso, jamón, tomate y lechuga y una botella de jugo de naranja.

—Esto fue lo único que pude hacer de desayuno...espero que te guste— sonrió.

—Gracias—dije devolviéndole la sonrisa.

En el transcurso, escuchamos música, yo estaba punto de acabar mi improvisado desayuno, y entonces Francisco se puso a cantar una canción que le gustó muchísimo Y para colmo ¡Cantaba hermoso! La melodía de su voz, los altos y bajos, eran simplemente perfectos ¿Qué no podía hacer este hombre?

Y al terminar volteó a verme.

Un extraño escalofrió me invadió, pero lo reemplacé con el valor que armé para preguntarle lo que sucedió a noche.

Corazones Encontrados | Sebastián Villalobos y tú |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora