Capítulo 38: Doble Misterio

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—¿Estas segura que eso fue lo que dijo?— cuestionó Tomás.

—Te lo juro, ese dicho de que los borrachos dicen la verdad debe ser cierto. Ella sabe algo que yo no—respondí.

Después de clases, Tomás decidió acompañarme a casa ya Elena no había venido a la escuela. En los recesos no quise platicar sobre la charla que tuvimos Avril y yo, ella me evitaba como siempre, y creo que este día mucho más. No estoy segura si recordará lo que dijo o no, pero supongo que sabe que nos encontramos en el restaurante.

—"Tú me dejaste primero" ¿Qué habrá querido decir? ¿Ustedes ya se conocían antes?—preguntó

—Eso es lo que no sé—dije sin verlo.

—¿Crees...que haya pasado algo importante cuando eras pequeña?

—La respuesta a su odio está en mi pasado, lo malo es que no tengo idea de que pudo haber sucedido.

—Ella llego de intercambio ¿Cómo te conocía entonces?

—Su papá es amigo del mío, venía a menudo a la casa, solo que en ningún momento Avril apareció allí. Salvo que no me acuerde...

Había una gran posibilidad de que Avril haya estado en los primeros años de mi vida. Era probable que alguna vez fuera a mi casa con su padre, puede que la haya visto en el jardín de niños e incluso...creo que hemos podido ser amigas...

Esa idea fue la más loca que he tenido; sin embargo, encajaba a la perfección ante todas las preguntas de mi mente.

Acaso... ¿Podrá ser?

—Es muy extraño—sentenció Tomás.

—Aguarda, si dice que me alejé de ella, es porque hubo una relación entre nosotras antes, como una...amistad o algo así. Entonces, a los cinco o cuatro años debimos habernos conocido porque ese fue el tiempo en el que su padre venía a mi casa y...

—¿Ah?—me miro confundido.

Los cabos se ataban...

—¡Oye! ¡¿Te acuerdas de nuestros compañeros del jardín de niños?!—dije tomando los brazos de Tomás.

—S—sí, creo—mencionó con un poco de dificultad.

—¡Menciónalos! ¡¿Cómo eran?!

—Eh...primero estaba Elena, luego el loco Bill, el que se comía la goma, amm, después estaba Chris; Fran; Camila; Peter, el que le regalaba flores a la profesora; Eddie; un chico de cabello rojo el cual no recuerdo su nombre; Tamara, la que jugaba con Barbies y con ella estaba una niña que...—dijo rápidamente pero se detuvo.

—¿Qué? ¡¿Qué niña?!—grité desesperada.

—Una niña...rubia, con ojos azules...llamada Avril.

* * *

—¿Crees que estemos cerca?—preguntó Sebas.

—Sip, el restaurante no estaba muy lejos, ya casi llegamos—aseguró Mario.

Los chicos y yo decidimos almorzar en un lugar con la comida típica del país en donde estábamos. Mario lo había visto cuando vinimos el primer día, y nos lo recomendó para probar que tal era. Teníamos que ir por una pequeña plaza y un parque que se situaban a unas cuadras del hotel.

Nos encontrábamos hablando de lo bonita que era la ciudad, y que al día siguiente iríamos en un mini—tour por las calles y puntos turísticos. Mario y Sebas iban al frente, dejándonos a Juan Pablo y a mí unos pasos atrás. Durante tres minutos nos mantuvimos así, hasta que Jaramillo les dijo a los chicos que se adelantaran porque olvidó su celular en el hotel y que para buscarlo, me necesitaba. Ellos accedieron y se alejaron de nosotros segundos después.

Corazones Encontrados | Sebastián Villalobos y tú |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora