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Charles

Otra pesadilla atormenta mi sueño, otra vez la misma donde trato de escapar, sin lograrlo. Acabando siempre en el mismo lugar, ese parque donde algún extraño me encontro.

5:30 am.

No creo volver a dormir, antes de siquiera darme cuenta de lo que estoy haciendo, salgo de casa de Checo. Quizá un paseo por los alrededores hace que me agote un poco y pueda dormir más.

Llegó a un parque y comienzo a caminar en el, es grande. Aún no sale el sol, por lo tanto la única luz que ilumina el camino es la que producen las farolas.
Por un momento siento que ya he estado aquí.

Ese sentimiento se incrementa aún más cuando llegó a el punto opuesto por dónde llegue, es oscuro y casi no hay nada más que vegetación.

Mis pasos se volvían más pesados a medida que avanzaba, y el aire se volvía cada vez más denso, como si estuviera atrapado en una pesadilla interminable.

No puede ser.

Llegué al lugar donde todo había comenzado, donde un simple descuido había desencadenado una serie de eventos que habían cambiado mi vida para siempre. El corazón empezó a latir con fuerza en mi pecho, como un tambor que anunciaba la llegada de la tormenta. Mis manos temblaban y mis piernas se negaban a sostenerme. Me senté en un banco cercano, tratando de contener el torrente de pensamientos que amenazaba con arrastrarme hacia la locura.

Los recuerdos comenzaron a inundar mi mente, imágenes borrosas de aquel día maldito, el sonido de los golpes resonando en mis oídos como un eco persistente. Sentí que el aire me faltaba, como si estuviera atrapado bajo el agua, luchando por salir a la superficie. Cerré los ojos con fuerza, tratando desesperadamente de bloquear el mundo exterior, pero los demonios internos se negaban a dejarme en paz.

El sudor frío perlaba mi frente mientras luchaba por recuperar el control de mi cuerpo, por volver a respirar con normalidad. Pero era como si estuviera atrapado en un remolino de emociones, girando cada vez más rápido hacia la oscuridad.

Finalmente, cuando creí que no podía soportarlo más, un rayo de luz se abrió paso entre las sombras, una voz familiar que me llamaba desde la distancia. 

Lentamente, como emergiendo de un sueño profundo, abrí los ojos y vi a alguien corriendo hacia mí.

Era...¿Carlos?.

Carlos, era a quien menos esperaba ver aquí.

—Leclerc, ¿Estás bien?—No contesto—¿Charles?

—Carlos, ayudame.

Me sentía como un cachorro herido, vulnerable y expuesto, y Carlos era el alfa que venía a mi rescate.
Se sentó a mi lado en el banco, sin decir una palabra, simplemente dejando que su presencia hablara por sí misma. Extendió una mano hacia la mía temblorosa, ofreciéndome un apoyo silencioso en medio de la tormenta.

—Estoy aquí contigo—Dijo Carlos suavemente, como si leyera mis pensamientos—No estás solo.

Sus palabras fueron como un bálsamo para mi alma herida. Me aferré a su mano con fuerza, dejando que su olor me envolviera por completo.

Pasamos un rato en silencio, simplemente compartiendo el peso del dolor y la angustia. Y poco a poco, sentí cómo la tensión empezaba a disiparse, cómo las olas de la ansiedad se retiraban lentamente, dejando tras de sí un mar en calma.

—Gracias, Carlos—Murmuré finalmente, con la voz cargada de emoción.

Él me sonrió con ternura, sus ojos reflejando un profundo entendimiento—Siempre estaré aquí—¿Es este el hombre que hace unas horas dijo que no podíamos permitir que este tipo de comportamiento interfiera con nuestro trabajo?—¿Cómo llegaste aquí?

—Yo tuve una pesadilla y salí a caminar para cansarme un poco y volver a dormir, pero llegué aquí.

—¿Que pasa con el parque?

—Aqui fue donde me encontraron con heridas graves—Miro a Carlos, parece que vio a un fantasma, pero me ve a mi.

—B-Bueno, eso explica todo—Su olor pasa de tranquilidad a angustia o nerviosismo.

—¿Esta todo bien?

—Si—Se queda pensando, mirando a la nada—Te acompaño a casa, Leclerc.

Caminamos juntos por las calles, compartiendo solo pequeñas conversaciones que rompían el silencio incómodo.

Al llegar a mi puerta, me detuve y miré a Carlos con gratitud. —Gracias por todo, Carlos. No sé qué habría hecho sin ti hoy.

Él me sonrió cálidamente—No hay de que, si necesitas tiempo, no te preocupes, tomate el día y descansa.
Asentí con la cabeza, sintiendo una oleada de alivio al saber que no estaba solo en esto. Nos despedimos con un abrazo sincero antes de que Carlos se alejara por la calle.

Cerré la puerta detrás de mí y me recosté contra ella, dejando escapar un suspiro de alivio. Sabía que el camino hacia la sanación sería largo y difícil. Ese abrazo puede ser mi perdición.

「」

Doble actualización.

LEC16SAI55 🫶🏻.








Obra Del Destino || CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora