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Charles

Ha pasado un tiempo desde el viaje a Londres, la relación con Carlos ha avanzado de buena manera. En la oficina, solamente hablamos cuando es necesario, pero fuera de esta, es otro completamente. Cada salida con el, es algo magnífico.

Desde una cena, hasta regalarme un apartamento en una zona bastante buena cuando le dije que no podía salir del apartamento de Checo.

Me quedé parado frente al espejo, observando mi reflejo con una mezcla de nerviosismo y anticipación. La luz del atardecer se filtraba por la ventana, creando sombras que jugaban sobre mi rostro.

Abrí el armario y tomé una de mis camisas favoritas. Me la puse con cuidado, asegurándome de que todo estuviera en su lugar. Me acerqué al espejo y me peiné, buscando un estilo que se viera natural y que me hiciera sentir cómodo.

Después, me dirigí al baño. Un poco de colonia detrás de las orejas y en las muñecas, lo suficiente para dejar un rastro sutil de fragancia sin ser abrumador. Me miré de nuevo en el espejo y respiré hondo. Sabía que no debía preocuparme tanto, pero los nervios eran inevitables.

Con las manos temblorosas, revisé mi reloj. Aún tenía algo de tiempo, pero no mucho—Está bien—Me dije a mí mismo en voz baja, tratando de calmarme—Es solo una cita más, lo único que podría pasar es que ahora me lleve a otro planeta.

Con una última mirada de aprobación al espejo, tomé mis llaves y salí de mi apartamento. Salgo del edificio y Carlos ya está aquí—¿Cómo se puede ver aún más guapo?—Camino hacia el y me reciben sus brazos.

—¿Listo para nuestra cita?—Dice, con una emoción que no sé si preocuparme, con el nunca se sabe.

—Siempre, pero me preocupa que estés tan emocionado.Tengo mis razones.

—No te preocupes, solo disfruta. Por ahora vas a usar esto—Saca un pañuelo de su bolsillo.

—De ninguna manera.

—Lo harás, te va a gustar.

Termino dentro del auto con el pañuelo en mis ojos, solo escuchando como el ruido de la ciudad se aleja casa vez más.
Bajo del auto, con ayuda de Carlos. Me guía para algún lugar, escucho aviones—Si es un aeropuerto, lo mato—Sigo caminando hasta llegar a un escalón.

—Carlos, ¿Que es esto?

—¿Confías en mí?

—Si, pero no por mucho.

—Tu solo sigue subiendo.

Continuo subiendo por unos pocos escalones y termino sentado a un lado de Carlos.

Es un avión.

—Carlos, esto es un avión ¿A dónde vamos? Tengo que trabajar el Lunes.

—No si estás saliendo con el jefe.

No me queda nada más que aceptar. Pasadas casi 4 horas, donde el pañuelo fue quitado de mis ojos por una guerra de besos, sin embargo, al llegar a nuestro destino vuelve a mis ojos.

Es la oscuridad del pañuelo no identifico donde estamos, no debe de ser tan lejos. Mientras no sea Mónaco.

Subimos a otro auto, está vez pasan alrededor de 20 minutos para llegar a nuestro destino. Me quedo sentado en un gran sofá mientras Carlos habla con alguien, parece ser un hotel y escucho como dicen que estamos en Santorini. Me guía por distintos pasillos, hasta abrir una puerta y quitarme el paño de la cabeza.

Mi atención se va directamente a lo que hay fuera de la habitación, en el balcón.

Decorado con un gusto exquisito que dejaba sin aliento. Desde donde estaba parado, podía ver cómo la luz de las velas creaba un suave resplandor dorado que bailaba sobre la mesa elegantemente dispuesta. La mesa, pequeña pero perfectamente adecuada para dos, estaba cubierta con un mantel blanco inmaculado y rodeada de sillas de madera tallada, cada una adornada con un cojín de lino azul claro, un guiño sutil al mar Egeo que se extendía más allá.

Obra Del Destino || CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora