Extra 03: ¿Engaño?

649 63 3
                                    

Charles

Estoy en mi oficina, unos pisos abajo de la oficina de Carlos. Es más amplia que las otras, en teoría eran dos. No estaba tan de acuerdo con la idea de unir dos oficinas para tener una, pero con Carlos siendo tan terco, fue inevitable.

Tengo que entregar unos planos sobre un centro comercial a Carlos, mi primer proyecto a gran escala. Es la excusa perfecta para tener un momento con el.

El trayecto en ascensor, aunque corto, se sintió eterno. Las paredes de acero reflejaban mi figura inquieta, y el zumbido del motor acompañaba el acelerado ritmo de mi corazón. A medida que los números de los pisos ascendían, intentaba ordenar mis pensamientos, este proyecto tiene que ser muy bueno.

Finalmente, las puertas del ascensor se abrieron en el piso indicado. Respiré hondo y salí al pasillo.

—Lucero ¿Está Car... El Sr. Sainz aquí?—Tampoco voy a entrar como si no fuera mi jefe.

—Si, está ocupado. Hace un rato entro uno de los arquitectos y...—No termina de hablar cuando se escucha un estruendo desde el interior de la oficina seguido de un grito ligero por parte de Carlos, por un momento parece más un grito placentero.

—¿Hace cuánto entro el arquitecto?—Cuestiono.

—Casi cuarenta minutos, entrare a ver qué pasa.

Lucero se acerca a la puerta y después de un lijero toque abre la puerta. De su boca sale una expresión de asombro y casi que corre a su escritorio.

—Es salvaje—No entiendo a qué se refiere pero pronto comienzo a pensar—Alguien tendrá que venir a limpiar.

Antes de empezar a llorar aquí, me regreso por dónde vine. Está vez voy directamente a la recepción, si es lo que pienso. No quiero volver a ver a Carlos.

Cuando el elevador abre sus puertas, apenas me da tiempo a salir cuando varias personas entran al mismo, una de ellas de limpieza.

En el trayecto al apartamento, me permito llorar. Una vez llego,  me adentro al edificio, apenas tocó la cama y me derrumbó.

Recuerdo cada momento juntos, cada risa compartida, cada promesa susurrada en la oscuridad. Todo parece una mentira ahora. ¿Cuándo empezó? ¿Desde cuándo he sido el tonto que no vio las señales?

Quiero gritar, quiero llorar, pero estoy paralizado. La ira y la tristeza se entrelazan, formando un nudo en mi pecho. ¿Qué hice mal? ¿Qué nos llevó a este punto? Mi mente busca respuestas, pero solo encuentra más preguntas.

Sus ojos, esos ojos que una vez amé, ahora me parecen los de un extraño. ¿Cómo pude ser tan ciego? ¿En qué momento dejé de ser suficiente para el?

No hay vuelta atrás. Lo sé. Este es el fin de algo que pensé que duraría para siempre. La confianza se ha roto y no sé si podré perdonarlo, o si podré perdonarme por no haber visto la verdad antes.

Necesito salir de aquí. Necesito aire, espacio para pensar, para entender. Pero una cosa es segura: nada volverá a ser igual.

...

El sol se había puesto hacía horas, dejando tras de sí un rastro de sombras que se alargaban por las calles estrechas del barrio.

Entonces, sucedió. El teléfono vibró sobre la mesa a un lado de la cama, un mensaje entrante de Carlos. Sentí un nudo en el estómago. Había algo en el aire, una tensión que no podía explicar. Tomé el teléfono y leí:

“¿Dónde estás? Me dijo Lucero que ibas a entrar a mi oficina hace unas horas, tenemos que hablar."

Simples palabras que en su aparente inocencia, resonaron con una gravedad inesperada. "Tenemos que hablar." Ese eufemismo que todos tememos, la premonición de que lo que sigue no será agradable.

Minutos después escucho como la puerta se abre y me obligó a ir a la sala.

—¿Qué sucede, Carlos? —Pregunté, intentando mantener la voz firme.

—¿Por qué estás así? ¿Que pasa, Charles?—Dijo finalmente, fingiendo preocupación.

—¿En serio preguntas porque estoy así? —Tomo aire—Voy a tu oficina para entregarte los planos de lo que sería el primer proyecto importante de mi carrera y resulta que estás adentro de tu oficina con quién sabe quién, desde hace 40 minutos. Sueltas un grito que pareció muy placentero y cuando entra Lucero solo dice “Es salvaje, alguien tendrá que venir a limpiar”. ¿Que esperas que piense?

Toda la ira que se acumuló en mi cuerpo sale en ese momento, algo irreal.

—¿Piensas que te estaba engañando?—Tiene la valentía de preguntar eso.

—¡Es evidente, Carlos!

—Charles, yo sería incapaz de hacer eso y te pido un momento para explicarte—No me queda más que aceptar, quiero acabar con esto—Llego Ocon, no lo conoces pero es un hijo de perra. Quería renunciar justo ahora, cuando le dejo a disposición un gran proyecto para llevarselo a otra empresa que no le llega ni a los talones a Sainz industries. Claro está que si se iba, se iba sin el proyecto, las cosas se calentaron y terminamos peleando. Cuando Lucero entro, el ya estaba tirado en el suelo con la nariz rota, por eso dijo eso—Levanta las manos y veo sus nudillos lastimados que hasta ahora no los había notado— Te vuelvo a repetir, yo sería incapaz de traicionarte de esa manera.

Ahora me siento un estúpido por pensar eso de el, ahora la ira se centra en mi.

—Soy un inútil, pensé lo peor y no esperé a saber que pasaba en realidad—Sollozo.

—No es tu culpa, cualquier persona no quisiera ver a la persona que aman siendole infiel—Sus brazos me rodean y lloro de desesperación—Ya todo esta resuelto y podemos seguir perfectamente.

Sus palabras me reconfortan a pesar de que aún me siento un imbécil, esto llevará días pidiendole perdón por pensar eso.

「」

Si tienen alguna duda o sugerencia no duden en decirmelo.

LEC16SAI55 🫶🏻.






Obra Del Destino || CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora