Libertinos

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Recorría las avenidas de un lugar lejano,
hurgando en las huellas de un corazón
que, siendo mío, parece ajeno.
¿Qué luces se asemejan entre tanto cemento,
cuáles se reencuentran bajo el mismo manto?

Inmerso en un sueño que ronda el pupitre,
tu vigilia, infante entre las hojas secas,
tuve un verso, que transformado en buitre,
se ha devorado el alma hasta dejarla hueca;

romper el silencio con una carcajada
y torpe sumirme en tu dulce trino,
harto de tanta dejadez que espanta
quise llevar flores conmigo,
por favor, querida, canta,
que al invierno desgarras su abrigo;

la única ausencia fue la esencia del tiempo,
salimos a la ciudadela sin tutela alguna,
los murmullos desbordaban histeria
y con cautela se fugó la luna.

«Amor, yo ya preparé la cena,
acompañada de vino añejo
y años lejos de mala memoria.
De la mirada serena pasa al entrecejo
el viejo, un volcán naciente en la verbena:
manda a volar escoria
cuando se enajena»,

Se incendiaba el jardín hasta las espinas
cuando el jazmín de tu cuello emitió su aroma,
y ardió el carmín de tu juventud divina,
vehemente hasta cuando el sol asoma.

Buscaba a Odín en nuestra gozosa ruina.

Tu piel tan libertina donde me embriagué,
como un pogo en un reci, una revolución,
tu sencillez cautiva y endulza el café,
como cada mañana nos cante un gorrión;

como dos niños trepando una higuera
fuimos cómplices rompiendo las prendas,
manchándonos las manos,
el amor pasa del juego al fuego cruzado,

la gracia de tanta travesía,
es la muestra traviesa
en que se funden caricias sombrías,
e incendian el puente de acacias,
el beso que sacia con Magna ambrosía.

Retales de un hombre polillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora