Camelias

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En la aurora invernal, flor blanca de lozano
incienso, el tiempo se detuvo en tu gentil sonrisa,
el zarzal llora mis nostalgias, arrancado por la brisa
que gobierna tu respirar, grácil y ufano.

Dulce mujer arrebolada, fuego de mis venas,
infusión de las mañanas, bálsamo de agosto;
memoria de la muerte y ruego que me serena,
como un faro en el páramo entre tanto alboroto.

Encuentro rosáceo, donde el amanecer
camina en tus mejillas a paso acompasado,
y tu danza divina acaricia acaso el prado
o me encuentra las cosquillas.

No te quiero perder.

Retales de un hombre polillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora