El mendigo

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Estimado amigo, insignificante ante los ojos de la gente,
vos qué abrazás un bolso recostado en la banca,
¿sentías acaso cubrirte el ardor en tu dorso, la manta blanca?

¡Oh, triste esperpento! Tan crudo se oye el crujir de tus dientes,
han visto la ciudad estéril tus ojos sellados de escarcha.

Parecen autistas, vos parecés aventurero, mendigo,
de vez en cuando y con suerte, pillás un mendrugo
en la vereda tirado, o en un basurero un producto vencido;

dejás de existir cuando tu semblante primitivo
denota un grito sofocado de auxilio,
dan pasos esquivos, y te ven como objeto de escarnio.

Supongo que nuestra miseria es la razón de tu exilio.

Retales de un hombre polillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora