Araña

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Las manos de la artesana
jugaban con el filo plateado
en la negra habitación,

danzaba invisible, ufana,
burlaba los ojos cansados,
sonreía con malicia
en aquél rincón;

¿hace cuánto nuestra relación infame?
El incendio que a la piel lacera
firme se aferra a la desdichada carne,

profesa su anarquía y despropósito,
la daga, la ambrosía, el óbito,
en su arte, hebras atroces
que vibran y se oyen frágiles voces;

su lira en un bucle
cuenta su vida gitana,
la sangre a primer olfato
es la que más seduce,
y la del romance adverso,
que cuanto menos pulcro más reluce;

da lo mismo un sismo separando placas
que un cadáver abierto en canal sobre la cama,
ella es el azar del intruso, la novia
que sabe amordazar y dar besos que agobian,

una arquitecta inmunda que dañina apaña,
huésped etérea y malabarista
que amansa las manos del artista
y maneja los hilos de su vida mundana.

Retales de un hombre polillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora