Amarga llegada

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Me he preguntado qué tanto
puedo humanizar este encuentro
de copas y dados,
y resultó en esta pena de canto
que todos celebran
y me mata por dentro;

echando falsas carcajadas,
los amigos ciegos están cerca
a cambio de otra ronda,
he pedido fuego

(pedido ambiguo, casi un ruego)

en nombre de una esperanza hueca
para echar otra calada honda;

era yo y la infinitud de un reloj sin huso,
cómplice del éxtasis en dosis,
de un amargo mar que me tuvo recluso,

vislumbré el fondo del vaso
como otra mala praxis,
¿cuántos como yo, payasos,
abordaron este taxi?

En el baúl he puesto mi abandono y abuso.
Era yo un intruso en la vida y el arte,
cuando, al llegar, vi que no me esperaba nadie.

Retales de un hombre polillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora