Otoño

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En la caída de la flor de ceniza
por la tarde helada y rojiza,
he pintado mi búsqueda sin prisa
del fulgor que solo he visto en tu risa,

antaño abatida por tu encanto de mar.

atraído por la lluvia fortuita que llamabas azar,
anhelaba morir en tu boca, dulce cuita impoluta
de Venus y Marte,
el arte de amarte y estar en disputa;

gotas de agua, gotas de sal y de luto,
las nubes menguaban tan pronto
como tu gato nos encontrase juntos.

—De acuerdo. Te veo a las seis en punto.

En reposo emerge tu esencia,
del movimiento nace tu trino,
hallo el insomnio en tus labios,
la calidez en tu tacto,
me acuno en tu llanto, tu ombligo,

del vino añejo, desgarrado vestido,
oscuras ojeras, asfalto agrietado,
árboles calcinados, peones dormidos,

vuelan mariposas al cielo sereno;
posan después en flores de humo,
exhumo las rosas y atento te observo,
yace un cigarro en tus manos de seda
y cae el sol en tus senos.

Te extraño, te extraño...

¡Qué fugaz el tiempo! Tan pronto nos vemos,
tan pronto fractura,
de lejos nos mira y bastante nos falta,
de cerca nos huye y violento se esfuma.

Retales de un hombre polillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora