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Sky fue por el camino largo hasta el rincón más remoto y lejano. Brandon le había propuesto arreglar el asunto lejos, y a él le había parecido bien. El sol aún no había salido, claro, y era muy poco probable que se encontraran a nadie por la calle pero, aún así, no había ninguna razón para batirse en duelo cerca.

No es que Sky le preocupara que los duelos fueran ilegales. Después de todo, no estaría allí para pagar las consecuencias.

Sin embargo, no era una manera agradable de morir. Pero tampoco veía demasiadas alternativas. Había profanado el cuerpo de una dama con la que no podía casarse, y ahora debía pagar por ello. Sky sabía lo que podía pasar antes de besar a Bloom.

Mientras se dirigía hacia el lugar indicado, vio que Brandon y Riven ya habían desmontado y lo estaban esperando. El aire les agitaba el pelo y lo miraban con una expresión adusta.

Casi tan adusta como el corazón de Sky.

Detuvo el caballo a pocos metros de los hermanos Bridge y desmontó.

—¿Dónde está tu testigo?— preguntó Riven.

—No me preocupe en traer uno— dijo Sky

—Pero tienes que tener un testigo. Sin testigo, un duelo no es un duelo.

Sky se encogió de hombros.

—No me pareció necesario. Han traído las pistolas, confío en ustedes.

Brandon se acercó a él.

—No quiero hacer esto— dijo

—No tienes otra opción.

—Pero tú sí— dijo Brandon, impaciente —podrías casarte con ella. A lo mejor no la quieres, pero sé que la aprecias mucho, ¿por qué no lo haces?

Sky se planteó explicárselo todo. Las razones por las que había jurado que nunca se casaría y tendría hijos. Pero no lo entendería. Los Bridge no, porque para ellos la familia solo era algo bueno y verdadero. No conocían las palabras crueles y los sueños rotos. No conocían el horroroso sentimiento del rechazo.

Entonces se le ocurrió decir algo con que hiciera enfadar a Brandon y Riven para acabar con todo aquello lo antes posible. Sin embargo, eso implicaría despreciar a Bloom y eso sí no podía hacerlo.

—Solo quiero que sepas que no es por Bloom, tu hermana es la mujer más maravillosa que jamás he conocido.

Y después, con un breve asentimiento hacia Brandon y Riven, agarró una de las pistolas de la caja que Riven había dejado en el suelo, y empezó a caminar hacia el otro lado.

—¡Esperen!

Sky se giró.

¡Dios santo, era Bloom!

Estaba abalanzaba sobre la yegua y se acercaba al trote hasta donde estaban ellos. Por un breve momento, Sky se olvidó de la rabia que sentía porque había interrumpido el duelo y se quedó maravillado por lo espléndida que estaba en la silla de montar.

Sin embargo, cuando detuvo el caballo delante de él y desmontó se puso muy furioso.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo?— le preguntó

—¡Salvándote la vida!— lo miró con los ojos encendidos de rabia y Sky se dio cuenta de que nunca la había visto tan enfadada.

Casi tan enfadada como él.

—Eres una inconsciente, ¿no te das cuenta de lo peligroso que habría sido aparecer así?— sin darse cuenta de lo que hacía, la tomó por los hombros y empezó a temblar —uno de los dos podría haberte disparado.

Los BridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora