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Brandon iba silbando mientras caminaban sin ninguna prisa en dirección a la casa, observando de forma furtiva a Stella cuando esta no miraba.

Sin duda era una mujer verdaderamente atractiva, no entendía porque siempre le sorprendía esto, pero era así.

Cada vez que la recordaba, su imagen no estaba a la altura de la realidad cautivadora de su rostro.

Siempre estaba en movimiento, siempre sonriendo, frunciendo el ceño o los labios, nunca conseguía mantener la expresión plácida y serena a la que debían aspirar las damas jóvenes.

Brandon había caído en la misma trampa que el resto de la sociedad, pensar en ella solo en función de su dinero y vaya que tenía mucho, o por lo menos lo había tenido hasta antes que su padre muriera. Y también había caído en la trampa de la sociedad de pensar que Diáspora era una de las damas más lindas, que hacía que cualquiera se encontrara cerca de ella no podía evitar quedarse en segundo plano.

Era difícil, admitió Brandon, mirar a otra persona cuando Diáspora estaba presente o por lo menos, lo había pensado.

Y no obstante, frunció el ceño.

Y no obstante, en la práctica no había dedicado ni un solo vistazo a Diáspora durante toda la partida de palamallo, eso tal vez fuera comprensible porque se trataba del palamallo Bridge, modalidad que sacaba lo peor de cualquiera con ese apellido. Diablos, seguramente no habría dedicado ni una mirada al príncipe regente si se hubiera dirigido a jugar con ellos, pero aquella explicación no colaba.

Pues su mente estaba repleta de otras imágenes. Stella doblándose sobre el mazo con el rostro tenso de concentración, Stella riéndose cuando alguien fallaba un disparo, Stella vitoreando a Flora cuando su bola atravesaba rodando el aro, un rasgo muy Bridge aquel. Y por supuesto Stella sonriendo con malicia en aquel último segundo antes de enviar la bola volando hasta el lago.

Estaba claro que aunque no hubiera dedicado ni un vistazo a Diáspora había observado mucho a Stella, aquello debería alarmarle.

Volvió a echar una ojeada en su dirección, esta vez su rostro estaba algo inclinado hacia el cielo, que miraba con ceño fruncido.

—¿Ocurre algo?— preguntó con cortesía.

Ella sacudió la cabeza —Solo me preguntaba si iba a llover.

Él también alzó la vista —De momento no, imagino.

Stella asintió despacio con conformidad —Detesto la lluvia.

Algo en la expresión de su rostro le recordó un poco a una niña frustrada de tres años. Lo que provocó una risa en Brandon.

—Pues vive en el país equivocado, señorita Solein.

Se volvió a él con mirada avergonzada —No me importa que caiga una lluvia suave, solo me disgusta cuando se vuelve violenta.

—Yo siempre he disfrutado bastante con las tormentas eléctricas.

Stella le lanzó una mirada sorprendida pero no dijo nada, luego volvió a bajar la mirada a las Flores del camino, iba dando patadas a una piedra mientras caminaba, de vez en cuando rompía el paso o se apartaba a un lado para poder darle otra patada y mantener la piedra por delante de ella, había algo encantador y hasta dulce en aquello, la manera en que su pie enfundado en una bota aparecía por debajo del dobladillo del vestido a intervalos regulares y alcanzaba la piedra.

Brandon la miró con curiosidad, olvidándose de apartar la mirada cuando ella se volvió.

—¿Cree que...? ¿Por qué me mira así?— preguntó.

Los BridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora