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Brandon azotó la puerta de su despacho y se sirvió un trago que tomó de inmediato, estaba por tomarse el segundo vaso cuando la puerta se abrió dejando ver a Flora.

—Brandon...— se interrumpió a si misma al ver a su hermano beber desesperado —¿Qué te ocurre?

—Nada— murmuró —No me ocurre nada, ¿por qué me ocurriría algo?

—Porque estás esforzándote en acabar con esa botella— ella dio otro paso hacia él —¿Qué ocurre?

Brandon se recargo sobre su escritorio —No me pasa nada, Flora.

Flora lo observó tomarse otro whisky de forma rápida y tal vez fue la forma en que sus ojos se perdieron después de beber o la forma rápida en qué trato de servirse otro trago, pero fue como que lo supo.

—No puede ser, ¿Tienes problemas amorosos?— se cubrió la boca con sorpresa —¡Tienes problemas amorosos!

—Ni siquiera creo en el amor— respondió en un murmullo —No existe una fuerza inquebrantable en el universo, ¿Entiendes? Y que creas en eso simplemente porque lo tuyo con Helia funcionó por iluminación divina es tu problema.

—Por favor— se burló —¿Ni siquiera vas a intentar conseguir eso que tanto quieres?— Brandon la ignoró, sentándose en la silla del escritorio —¡Debería ser un derecho pelear por la familia que deseas!

—¡Yo peleo...— detuvo sus palabras suspirando —por la familia que ya poseo, no lo entenderías porque tú debías casarte con otra familia, en cambio yo cargo con el apellido y eso sobrepasa todo— se puso de pie molesto —Es bastante fácil ser egoísta cuando no tienes nadie ante quien responder.

—Lo siento por ti— murmuró —Las decisiones que tomas y que luego nos echas en cara, no te hacen más digno del respeto de la familia— se acercó a su hermano —Solo sentimos lástima, nada más.

El golpe de la puerta al cerrarse fue lo que lo trajo de nuevo a la realidad, se quedó en silencio mientras observaba su trago sobre el escritorio.

La noche cayó sobre Alfea y Brandon había olvidado sus obligaciones, había olvidado la comida o la cena, ni siquiera le importaba no presentarse, así que se quedó ahí, en la oscuridad de su despacho. Tal vez si le proponía matrimonio a Diáspora y se casaban de inmediato entonces en la luna de miel podría olvidar cualquier rastro de Stella de su mente, al fin y al cabo, solo tenía atracción hacia ella, una fuerte y horrible, lejana a todo sentido.

Suspiro molesto y se encamino a su habitación, bueno, quizá si ella se comprometía entonces él olvidaría que ella era hermosa. La tina lo esperaba con agua fría, tal vez hubiera estado caliente si hubiera llegado a tiempo, pero de cualquier manera, necesitaba sentir otra cosa además de sus pensamientos. Pero no funcionó, ni cuando intento dormir.

Se despertó furioso, necesitaba alejarse de Alfea, se vistió con rapidez y camino hacia las caballerizas.

—Brandon— le llamo Stella cuando casi choca con ella por su rapidez y su falta de concentración, él siguió andando —Brandon— repitió dando pasos hacia él, el castaño detuvo sus pasos —¿Estás bien? ¿Por qué no nos sentamos un momento? Pareces agitado.

El soltó una maldición suave, pero de todos modos se sentó en la banca que ella le señalaba y ella lo imitó —Si.

—¿A dónde vas?— preguntó curiosa, Brandon por fin la miró, dirigió una mirada fugaz hacia sus manos y casi le regreso el aire, sin anillo.

—Stella, yo...

Ella nunca supo que pretendía decir. Para ser francos, él no estaba absoluto seguro de lo que iba a decir, ni siquiera se había percatado de que iba a hablar hasta que su nombre surgió de sus labios.

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⏰ Última actualización: Nov 07 ⏰

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