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Bloom se pasó el resto del día rodeada de su familia, naturalmente todos estaban muy emocionados por la noticia de su compromiso, todos menos sus hermanos mayores.
Claro que estaban un poco apagados y no los culpaba, ella también estaba algo apagada, los acontecimientos de la primera hora los había dejado exhaustos.

Se decidió que la boda se celebraría lo antes posible pues a Marion la habían informado de que habrían podido ver a Bloom besándose con Sky en los jardines y aquello bastó para que mandara de inmediato una petición al arzobispo solicitando una licencia especial.

Luego Marion se sumergió en un torbellino de preparativos, dijo que solo porque fuera a hacer una boda íntima no tenía por qué ser austera.

Flora y Miele tremendamente emocionadas ante la perspectiva de vestirse de damas de honor bombardearon a su hermana a preguntas, ¿cómo se le había declarado Sky? ¿se había puesto de rodillas? ¿de qué color llevaría el vestido? ¿cuándo iba a darle el anillo Sky?

Bloom intentó responder, pero no podía concentrarse en eso y cuando cayó la noche su respuesta se habían reducido a monosílabos, al final, cuando Miele le preguntó qué rosas quería para el ramo y Bloom respondió tres, sus hermanas se dieron por vencidas y la dejaron sola.
El alcance de sus acciones la había dejado sin palabras, había salvado la vida de un hombre, se había comprometido en matrimonio con el hombre que adoraba, todo en un mismo día. Se rió un poco desesperada, se preguntó qué haría al día siguiente.

Sky también estaba agotado, no sucedía cada día que un hombre se resignara a morir y luego lo salvara y se comprometiera con la mujer con la que había soñado las dos últimas semanas, si no tuviera los dos ojos morados y un buen golpe en la mandíbula, creería que lo había soñado.

¿Bloom se daba cuenta de lo que había hecho? ¿A lo que estaba renunciando?

Era una chica sensata y poco dada a soñar despierta, así que era bastante improbable que hubiera aceptado casarse con él sin haber contemplado todas las consecuencias. Sin embargo, había tomado la decisión en un minuto, ¿cómo podía haberlo pensado todo en tan solo un minuto? A lo mejor lo hacía por culpabilidad, si él hubiera muerto en ese duelo estaba seguro de que Bloom pensaría que había sido culpa suya.

Demonios, Bloom le gustaba, era una de las personas más extraordinarias que había conocido, no creía que pudiera vivir con su muerte en su conciencia, a lo mejor, ella sentía lo mismo respecto a él. Sin embargo, fueran cuáles fueron sus motivos, la verdad es que el próximo sábado, Lady bridge ya le había enviado una nota comunicándole que no sería un noviazgo largo, estaría unido a Bloom para siempre y ella a él.

Ahora ya no había marcha atrás, Bloom nunca se echaría atrás en estas alturas y él tampoco. Y para sorpresa de él aquella realidad casi fatalista lo hacía sentirse bien. Bloom sería suya, ella ya conocía sus defectos, sabía lo que no podría darle y aún así lo había escogido a él.

Aquello le abrigaba el corazón más de lo que había creído nunca.

—Señor Sky— levantó la mirada desde el sillón del despacho donde está hundido, no es que necesitara hacerlo porque ya sabía que era su mayordomo.

—¿Si?

—Lord Bridge ha venido a verle, ¿Quiere que le diga que no está en casa?

Sky se levantó casi sin fuerzas.

—No te creerá— el mayordomo asintió

—Muy bien, señor— dio tres pasos y se giró —¿Está seguro de que quiere recibir a alguien? Parece un poco indispuesto.

—Si te refieres a los ojos morados, Lord bridge es el responsable del más grande.

El mayordomo parpadeó como un búho.

—¿El más grande, señor?

Sky esbozo una media sonrisa, no era sencillo, le dolía mucho la cara.

—Me doy cuenta de que es difícil ver la diferencia, pero el ojo derecho está un poco peor que el izquierdo.

El mayordomo recuperó su postura —Por supuesto, ¿quiere que lleve a lord bridge al salón?

—No, hazlo pasar aquí— y ante el claro nerviosismo del mayordomo Sky dijo —y no tienes que preocuparte por mi seguridad, no creo que a estas alturas Lord bridge vaya a darme otro puñetazo, aunque creo que le costaría un poco encontrar alguna parte ilesa donde dármelo.

Al cabo de un momento Brandon Bridge entró por la puerta miró a Sky y le dijo:

—Estás horrible.

Sky levantó una ceja, algo no demasiado sencillo dado su estado.

—¿Y te sorprende?

Brandon se rió, fue un sonido algo triste y apagado, pero todavía conservaba la esencia de aquel joven que alguna vez pensó que pudo haber sido su amigo, una sombra de su posible amistad. Le sorprendió lo agradecido que estaba por eso.

Brandon le señaló los ojos.

—¿Cuál es el mío?

—El derecho— respondió Sky cubriéndose con la mano —Stella pega bastante fuerte para ser chica, pero no es tan fuerte y grande como tú.

—Aún así— dijo Brandon acercándose para observar el regalo de la rubia —ha hecho un buen trabajo.

—Creo que debería sentirme orgulloso de ella — gruñó Sky —Me duele mucho.

—Me alegro.

Entonces se quedaron en silencio con tantas cosas que decir y sin saber por dónde empezar.

—Ya sabes que haré todo lo que esté en mi mano para hacerla feliz— dijo pausadamente.

Brandon asintió.

—Estaba dispuesto a matarte por deshonrarla, así que si le rompes el corazón, te garantizo que nunca más encontrarás la paz mientras vivas y no será mucho, te lo prometo.

—¿Lo suficiente para provocarme un dolor insoportable?— preguntó Sky suavemente.

—Exacto— Sky asintió a pesar de que Brandon le estaba jurando torturarlo y matarlo.

Sky no podía evitar respetarlo por eso, la devoción hacia una hermana era de lo más honroso.

—Te doy mi palabra— dijo —De que haré todo lo que esté a mi alcance para que Bloom esté feliz y segura.

Brandon asintió brevemente —Más te vale— se paró de la mesa y se dirigió hacia la puerta —porque si no, esta vez nadie podrá salvarte.

Sky vio la última mirada que le lanzó, y entonces Brandon se marchó.

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